lunes, 2 de marzo de 2009

POLITIKA.2

He estado leyendo todo lo referente a la "polírica" en el blog de Agirregabiria lo que me ha llevado a enterarme de la movida blogera de Politika.2. Veo que también otros blogueros aportan más nombres como "polépica". A mí se me ocurre otro, como "civética" de cives (ciudadano) en vez de polis (ciudad), por aquello de potenciar la participación ciudadana desde cualquier estructura asociativa. Me ha parecido una iniciaiva interesante y constructiva. Por mi parte, intentaré estar al tanto de lo que vaya apareciendo en ella y si veo que tengo un lugar me apuntaré a participar en la medida en que se me permita. Me ha dado la impresión de que se trata de una iniciativa asociativa de participación abierta, esto es, sin etiquetas, a lo que doy mucha importancia porque en este país es un bien escaso y se agradece infinitamente encontrarlo tan a mano.


A este respecto, este tema me trae a la memoria el libro de Toti, El señor de la guerra. Con su lectura me reafirmé en mi personal percepción de la historia de este país. Estamos marcados los vascos por dos paradigmas que para mí están visualizados en Gernika: el árbol y la estatua de D. Telmo. El arbol de las juntas,o los pórticos de las iglesias, vienen a ser la expresión de la participación representativa de los ciudadanos en los asuntos de interés común y un método democrático y modélico de resolver las diferencias y abordar las dificultades. El otro paradigma, de corte cainítico, es de los oñacianos y los gamboínos: cañonazos, espadazos y tente tieso. Cada cual está marcado por su linaje o por sus opiniones y, quiera o no, pertenece o se le hace pertenecer a un bando y ese estigma le acompañará con todas sus consecuencias.


Hoy en día la política y gran parte de la sociedad vasca, a mi modo de entender, están marcadas por este segundo paradigma. Menos mal que es sólo una parte minoritaria la que aún lo conserva en su plenitud a base de tiros, bombas y amenazas. Cada cual mira a su contrario desde su torreón: el batzoki, la herriko taberna, la casa del pueblo, el elkartetxe... En las cuadrillas, en los equipos, en las sociedades, en los portales se sabe muy bien, sobre todo en pueblos, quién es quién y las distancias que se deben guardar. A veces da la impresión que toda la vida de este país está teñida de política partidaria, de sus tensiones y lo más curioso resulta ser que una de las frases más usadas es de política no se habla.


Por su parte, los dirigentes políticos,y los aparatos de sus partidos, se creen ungidos para regir no sólo los destinos del país sino el desarrollo de toda la vida social, económica, cultural, productiva, comercial... como si el tejido ciudadano que sustenta la sociedad solamente fuera una marioneta suya. Se arrogan el protagonismo de los éxitos o de los progresos sociales y adjudican a sus adversarios la paternidad de los fracasos. Me parece una tarea cada vez más urgente hacer real el paradigma del árbol de juntas y de los pórticos que generaron las anteiglesias. Ya es hora de que lo recuperemos y lo hagamos real con el protagonismo de las fuerzas sociales, culturales y asociativas y deje de ser un cuento cuasi mitológico como algunas tradiciones nos lo han querido dibujar. Tengo ganas de que pasen a la historia tantos dogmas doctrinarios, y sus enconos partidistas correspondientes, que han estado condicionando, desde hace décadas, la vida y el futuro del país. El nivel de hartazgo que pueden llegar a producir a esta altura de la historia nos va a resultar insufrible.

sábado, 28 de febrero de 2009

"Memento homo quia pulvis es et in pulverem reverteris"



Entramos en la cuaresma, esto es, cuarenta días de preparación para celebrar el resurgir de la vida. En lenguaje técnico y laico equivale a cuarentena. Es un momento privilegiado la de este año para reflexionar porque, a mi entender, estamos bajo una cuarentena universal: la crisis del sistema en todos sus aspectos financiero, productivo, humanitario, sostenible... Según nos cuentan, parece ser que lo de cuarenta días se queda un tanto corto. Esperemos que no sean cuarenta meses o años.


Hoy me ha parecido más oportuna que nunca la fórmula antigua del ritual católico de la imposición de la ceniza, con la que titulo el post: "recuerda hombre que eres polvo y al polvo vas a volver" Chistes malos aparte, creo que es un buen criterio a la hora de recordar a todo el mundo que somos parte de la Tierra, esto es, hemos surgido de ella y nuestra existencia no se puede dar sin las condiciones de vida que nos proporciona. No podemos seguir pensando en volver a una economía basada en la producción contaminante sin control, en la ocupación de espacios naturales para explotaciones urbanísticas, en la depredación de selvas y humedales, en la consecución del máximo lujo sin medir sus consecuencias, en el abuso de mano de obra en condiciones esclavistas, en mantener a la mayor parte de la humanidad con hambre y miseria... Sería seguir el camino hacia la sentencia de muerte del planeta.


El polvorín de la crisis estalló, dicen, por culpa del sistema financiero que se había descontrolado. A mi entender, no era un problema de descontrol, sino que había llegado a las últimas consecuencias de sus reglas de juego, basadas en la usura oficialmente reconocida. Se ha jugado con el dinero como en una descomunal partida de poker, en la que se han llevado la pasta gansa los que más trampas han hecho y han dejado al resto en una ruina total. Claro que no se habían dado cuenta de que la misma ruina, que habían provocado, les iba a dejar también a ellos sin cartas.


Hay una manera muy extendida y, creo yo, errónea de entender la resurrección como un volver a la vida tal como era antes de haberse muerto. La resurrección es un paso a una vida nueva más allá de las limitaciones de la presente. En estos momentos todos los gobiernos y grandes corporaciones dicen estar tomando decisiones transcendentales para salir de esta situación. Me temo que algunos de ellos pretenden resucitar el sistema tal como era antes. Igual les hacen prometer a los predadores financieros que no van a ser tan malos. De esta forma, no nos va a servir de nada positivio esta terrible cuarentena global a la que están sometiendo a los más desfavorecidos.

Celebrar la resurrección en la próxima Pascua tendría que suponer empujar al mundo hacia un cambio también global de sistema. Esta cuarentena también debemos aprovecharla los acomodados ciudadanos de los países del norte. No estaría mal que, además de palparnos los bolsillos, revisáramos los criterios de consumo, el despilfarro de las energías o de los bienes fundamentales, las pequeñas o grandes inversiones de nuestros ahorros, la educación de nuestros hijos, las exigencias de bienestar, la indiferencia ante la gestión pública... y todas esas cosas a través de la cuales todos podemos empujar algo para que en vez de re-surrección se dé una in-surrección hacia un mundo sin monstruos.

martes, 17 de febrero de 2009

CRUELDAD

(La imagen está tomada del blog Educar en Familia)

Este post va dedicado de nuevo a Mabel, aquella chavala portuguesa de familia feriante, a la que le dediqué un escrito en el que me refería a todos los hijos de barraqueros. Hoy he vuelto a su colegio a la hora del recreo porque tenía que charlar con un compañero suyo que por echar la siesta y otras lindezas más se estaba fumando la escolaridad.


Mientras esperaba al interfecto y a su tutora, me he acercado a una ventana que daba al patio y al sol, cosa de agradecer en el día de hoy. Estaba mirando, sin fijarme en nada concreto, las evoluciones de los alumnos según salían de clase. Enseguida la vista se me quedo fija en una alumna porque su aspecto me resultaba familiar. En efecto, era ella. Su figura es incofundible, abulta el doble que las compañeras, anda como encogida, su mirada triste y perdida. Estaba merodeando alrededor de un grupito de compañeras como quien quiere entrar en él. Sin embargo, ellas, como movidas por un resorte automático cuidadosamente programado, iban dejándola a sus espaldas. Mabel seguía intentando encontrar un hueco para ser una más del corro pero no hacía más que dar vueltas con su cara lánguida, como quien necesita decir aquí estoy yo y soy una más, pero sólo topaba espaldas. Por fin, ha conseguido hacerse con un hueco y en ese momento el grupo se ha trasladado corriendo a otro sitio, buscando un lugar más adecuado para pasar el recreo.


Esta escena me ha encogido el corazón otra vez. Me ha parecido totalmente cruel e injusta la actitud de estas chavalas y he intentado imaginarme lo que puede suponerle a esta cría tragar un día tras otro este tipo de desprecios o desdenes. Sé que no se puede obligar a nadie a relacionarse con otros determinados. Pero estaba contemplando cómo, además de no contar nada en su familia, aquí tampoco sus iguales le hacen mucho caso.


Este hecho también invita a comentar el tipo de relación que se da en la mayor parte de las cuadrillas de adolescentes femeninas. En un tanto por ciento muy alto, y cada vez más preocupante, se rigen por la ley de la más fuerte, la más descarada o la más popular, como les gusta llamarse últimamente. Se pueden estar despellejando por una ropa, por un peinado, por cualquier detalle mínimo que pueda servir para dejar en ridículo a cualquiera, aunque sea su más amiga. Son implacables castigando con el desprecio, dejando en ridículo, calumniando a través de los mensajes de todo tipo... Es increíble cómo se pueden estar estableciendo las relaciones humanas en base a la crueldad. Es verdad que estas historias han pasado siempre, pero me da la impresión que en estas nuevas generaciones van a llegar en breve al nivel de epidemia, si contamos además con el incondicional apoyo de esas series para adolescentes donde se priman esos valores y las facilidades que dan el messenger y todos los demás programas informáticos del estilo.

viernes, 13 de febrero de 2009

CIUDADANO INDIGNADO

A veces uno no sabe qué pensar de la clase política. Hay días que, según me dan las noticias de la radio o estoy ojeando un periódico, siento que están insultando a la inteligencia del ciudadano medio. Algunas declaraciones suenan a músicas celestiales, como las del presidente o las del lehendakari, aunque las partituras sean muy distintas. Otras te abofetean, como cuando nos desayunamos escuchando al gobernador del banco de España diciendo que hay que abaratar el despido porque así habrá más empleo. Menos mal que los del PP no le querían porque tenía antecedentes socialistas.

Lo que ya supera todos los límites de la desvergüenza es la última del PP. Tenía razón María cuando en la legislatura anterior decía que la rabia del PP no era tanto haber perdido las elecciones, que sí, sino por haber perdido toda la pasta gansa que tenían previsto embolsarse...pero el 11M les quitó el pastel de la boca. Ahora, cuando empieza a aflorar la mierda porque alguien ha comenzado a tirar de la alfombra, se encuentran con que van a quedar con el culo al aire. Entonces nos comunican que por no sé qué cacería están cazados, pobrecitos ellos, por una jauría de socialistas, jueces, fiscales, policías, periodistas... y montan un lacrimógeno circo aireado a los cuatro vientos para que todos nos enteremos de lo malísimo que es el gobierno. Espero que ni se lo crean ellos, ni se crean que los ciudadanos nos lo creemos. Aunque todos sabemos que para flagelo nuestro ya tenemos rurrún para rato dándole vueltas al temita.


Y ahora, por si esto fuera poco, nos vienen unas elecciones que, si de ordinario son una pelmada, éstas prometen sobrepasarse por todos los costados. Los nacionalistas nos quieren salvar del contubernio españolista dispuesto a deshacer los logros de autogobierno y de difuminar nuestra identidad... y de ETA. Los socialistas nos quieren salvar de los que sólo hablan de autodeterminación y dividen a los vascos y vascas, que ya les vale de seguir tanto tiempo con las mismas... y de ETA. Los populares nos advierten contra el contubernio nacionalista y contra lo permisivos que son los socialistas. Nos quieren salvar de todos ellos... y de ETA. Los de Batasuna quieren salvarnos de los vendepatrias que ceden al chatage de Madrid y de los que ocupan y destruyen nuestra identidad y nuestro país, que les amordazan y les privan de la democracia... Y por si esto fuera poco aparece Rosa que nos quiere salvar de los que roban dos millones de euros a los españoles, de los que permiten alcaldes de ANV, de los que no se rindan a sus encantos... y de ETA. Y, asomando por una esquina, unos pobres coitados, que barruntando la patada que les van a dar ya se sabe dónde, se proclaman como le resto auténtico de aquello que hubo llamado izquierda.


Como denominador común todos nos quieren salvar de ETA menos los únicos que podrían hacerlo que, por supuesto, no van a decirles nada a los armados por la cuenta que les tiene. El problema es que yo no quiero que los políticos me salven de nada excepto de ellos mismos, de sus luchas inconfesables o cainíticas por el poder, de las corruptelas de más de uno, del cinismo profesional que no pocos exhiben y de sus ceremonias electorales absurdas. Ya nos conocemos todos y no hace falta que nos estén turrando con promesas, insultos, babosadas y demás lindezas para luego casarse con quien les asegure el sillón y punto final.

Más nos valdría a los ciudadanos que todos esos esfuerzos los invirtiesen en preparar debidamente a sus cuadros para asegurarnos una gestión correcta y ética de los recursos públicos. Sería bueno que vayan entendiendo que su función es garantizar que la sociedad funcione bien para todos y que nos vayan devolviendo el protagonismo a los ciudadanos, pero eso ya no se lo espera nadie. Por lo que se ve, la carnaza y el espectáculo barriobajero venden más, aunque con esos métodos haya momentos en que estén insultando la inteligencia del personal, porque no es la inteligencia o la racionalidad lo que les importa, sino una papeleta al precio que sea.

sábado, 7 de febrero de 2009

BIENVENIDO??

(La foto es parte de la residencia de Emaús en Gamiz donde desarrollan el programa Bitartean)

Esta mañana, según iba capeando el temporal con mi carro de la compra me he dado cuenta de que en la acera de enfrente había alguien que me hacía señas. Inmediatamente he reconocido a X a pesar de estar muy cambiado ya que hacía mucho tiempo que no le veía. Me extrañó que me saludara tan afable porque siempre había sido muy esquivo y yo conocía de sobra su turbia trayectoria a través de la heroína, que no le había ayudado precisamente a hacerse más sociable. Se alegró mucho de que aún me acordara de él.


Me ha contado que ha terminado un tratamiento de desintoxicación y que ha estado acogido en la residencia de Emaús en Gamiz. Están a punto de caerle los 50, según me ha dicho, y tiene que empezar a pensar de nuevo su vida. Está haciendo unos estudios para trabajar en inserción social y le quedan las prácticas hasta julio. Al parecer había comenzado ya a retomar el contacto con el ambiente de Barakaldo, ya que tenía que andar más por aquí pues su padre está ya muy delicado. A todo esto alguien le había invitado a una comida de los antiguos grupos parroquiales a los que había pertenecido, pero me ha confesado, decepcionado, que se ha sentido fuera de sitio.



Recuerdo a X cuando era un chaval. Siempre parecía estar amargado o enfadado con el mundo mundial. Su aspecto no le ayudaba a hacerse un hueco entre los de su edad. Llevaba unas gafas que siempre le quedaban torcidas. Su cara era alargada y poco agraciada, además de no llevarla bien afeitada. Sus atuendos daban de ordinario sensación de sucios. No recuerdo haberle visto sonreír, creo que hoy ha sido la primera vez. Daba contestaciones desabridas y fuera de tono. En fin, tenía todo lo que se necesita para verse obligado a estar siempre en la periferia del grupo de iguales. Poco a poco se fue quedando solo con T hasta que se engancharon los dos. Entonces se hizo más huidizo y le perdimos de vista.

Me ha alegrado un montón encontrarle así. Le he visto con una expresión franca y serena. Me ha parecido que necesitaba que el mundo, o al menos los que fuimos una parte de su mundo, supiesemos que por fin había conseguido algo importante: librarse de la heroína y comenzar la vida, aunque pareciera que ya se le ha hecho algo tarde. Me he alegrado también porque ha estado atendido en Emaús, un proyecto en el que aporté mi granito de arena, aunque fuera hace tiempo. Me ha quedado, de todos modos, un sabor agridulce al escuchar cómo me ha contado lo de que se ha sentido fuera de sitio entre sus antiguos conocidos. No es el primer caso que conozco de gente que ha terminado de recuperarse de alguna adicción y cuando han intentado volver a su mundo anterior se han encontrado con muchos golpecitos en la espalda -me alegro mucho, que bien ha estado, a ver si hay suerte...- pero muy pocos brazos dispuestos a ir con él codo con codo hasta que logre hacerse un sitio donde se le reconozca de nuevo o conseguir un trabajo.


A veces me da la impresión de que damos la bienvenida a éstos que regresan del infierno de las drogas o del alcohol, después de innumerables intentos y de haber recorrido todos los proyectos habidos y por haber, pero no se sienten bienvenidos. Y es que nos resulta muy difícil quitarles la etiqueta y así pueden quedarse socialmente marcados para el resto de sus días. Aquí comienza la última, y no la más fácil, fase de su recuperación: el reconocimiento social. Creo que en algunos casos puede ser la travesía del desierto, sobre todo cuando, como le pasa a X, no cuenta con un apoyo familiar o con algunos amigos inquebrantables.

jueves, 5 de febrero de 2009

A VUELTAS CON LA IMPUNIDAD


El Defensor del pueblo ha publicado un informe sobre los malos tratos en centros de reforma de menores. Contiene denuncias graves sobre algunas prácticas que hacen recordar al Santo Oficio. Pero dentro de su contenido uno, que pasó sus años en un hogar de acogida y conviviendo con chicos que luego acabaron encerrados, se sorprende al oír cuáles son algunos de los supuestos malos tratos. Quedaban catalogados como tales algunos recursos elementales de contención, pero mi extrañeza se convirtió en alarma cuando escuché que responsabilizar a los menores de los trabajos de limpieza y servicios domésticos también se consideraba mal trato.


Por el amor de Dios, las rutinas diarias, el orden doméstico, la responsabilidad de los propios actos... son herramientas muy válidas para trabajar los hábitos de convivencia, las habilidades sociales, el respeto a las normas, la colaboración en el grupo... Todo estos aspectos de la formación entran dentro del cúmulo de carencias que padecen estos menores. Pero para desarrollar estos hábitos, es precisa la actuación directa. No creo que estar en un centro de reforma con un escaso margen de contención y viviendo en plan hotel tocándose las narices sea un proyecto educativo apropiado para estos menores.

Pero con este tipo de informes se puede hacer un uso peligroso como el que hacen algunos medios de comunicación. Estos suelen destacar los aspectos más morbosos o más escandalosos, como es habitual, subrayando exclusivamente que se trata a los menores como póbrecitos chicos, fíjate qué cosas les hacen. Sin embargo los mismos medios, cuando esos menores están en libertad y arman alguna gorda de las suyas, aprovechan para transmitir mensajes alarmistas: son unos monstruos a los que nadie controla, así estamos indefensos los ciudadanos en general, la ley del menor produce alarma social...

Todas estas manifestaciones colaboran en fomentar el sentimiento de impunidad en el que se están criando las nuevas generaciones y que está llevando a que los ciudadanos en general, e incluso muchos padres, no se atrevan ni siquiera a levantar la voz a los menores para no tener líos o llevarse broncas. O sea, que ya no extraña a nadie que los menores nos insulten o nos agredan si osamos llamarles la atención. Por otra parte, esto no deja de ser un factor más de los que están colaborando en la falta de implicación de los adultos en la educación de los menores.

A este respecto, dentro de mis historias, hay una que siempre que sale este tema me viene a la mente. Hubo una denuncia de los propietarios de un garaje sobre los pillajes y desperfectos que un grupo de chicos les estaban ocasionando. El expediente cayó en mi mesa y, como además tenían faltas de absentismo, les llamamos al Ayuntamiento a las familias para exponerles el caso. La única familia que no acudió nunca a nuestras llamadas acabó años después pidiendo ayuda a los servicios sociales porque su hijo iba a acabar con ellos. El padre, trabajador de la construcción, no se había enterado porque en principio se lo habían ocultado. Cuando se percató de las mentiras, montó en cólera y su hijo, al ver la que le venía encima, le amenazó con denunciarle. La mujer siguió protegiendo al hijo. Hoy es el día que están a tratamiento y el muchacho después de haber pasado por un centro de reforma ha ido a dar con sus huesos a Martutene, que ya es mayor de edad.


Mientras permitamos que los menores campen a sus anchas en la impunidad y no perciban que sus actos tienen consecuencias, todo discurso es inútil y se queda en agua de borrajas. Las instituciones competentes en menores, por su parte, tienen datos suficientes, en la mayor parte de los casos, para actuar antes de que éstos se agraven, Al final todo se junta y nos quedamos impotentes con las preguntas de siempre ¿Cómo se puede rehacer ahora la vida de este muchacho, como la de otros tantos, y la de su familia? ¿Cuál ha sido, al final, el mal trato, el encubrimiento o la manta de palos que le hubiese dado el padre? .

viernes, 30 de enero de 2009

D.BOSCO EGUNA

S. Juan Bosco ha sido una figura referente en mi vida. Por una parte, me orientó hacia el mundo de los jóvenes y por otra me contagió la pasión con la que he vivido todas las iniciativas educativas en las que he ido participando a lo largo de mi historia. Me gustaría parecerme a él en su clarividencia, en su tenacidad, en la capacidad de trabajo y en la facilidad para ganarse a la gente. Creo que nunca llegaría a conseguir ser tan zorreras y tan sagaz como él, o tan capaz de encender una vela a Dios y otra al diablo sacando partido de ambas. Era el ojito derecho del papa más reaccionario del XIX -al que le regaló el modelo del joven santo ideal para el restauracionismo sacándose de la manga un personaje de ficción al que canonizó en dos patadas- y al mismo tiempo conseguía subvenciones de la tropa de fracmasones que estaban al frente del gobierno del estado del Piamonte, enemigo acérrimo del papado. Me queda el consuelo de que este segundo aspecto, inalcanzable para mí, lo está desarrollando a la perfección mi entrañable amigo Jesús, que, como buen cántabro, lleva genes de cuco. Es como si a través de nuestra amistad me sintiese complementado.


D. Bosco fue el típico hombre de su tiempo que se hizo de la nada. Otros lo materializaron desde la industria o la banca y él desde el sacerdocio.El momento de la vida de D.Bosco que me resulta más ejemplarizante fue aquel en que la marquesa Varolo le ofreció ser el capellán de su colegio de niñas y él prefirió seguir recogiendo a los niños perdidos de las calles de Turín. Le quisieron llevar al manicomio, claro que no era propio de los curas de su tiempo empeñarse en andar con tan poco recomendables compañías. Hoy al acordarme del día en que estamos me ha venido a la memoria, saliendo de lo más profundo de mis olvidos, una anécdota que me pasó hace muchos años pero que todavía soy capaz de visualizarla como si de una película en blanco y negro se tratara.


No recuerdo el año exacto, sería en el 67 más o menos, pero sí que era tal día como hoy. Estaba en Guadalajara preparándome para el magisterio. Se decidió que algunos estudiantes fueran a hablar de D. Bosco a escuelas y a otros sitios similares. A mí me tocó el orfanato, pues parece ser que, entre los muchos patronazgos que se le atribuyen, está el de los huérfanos. Para un pipiolo como yo de 19 años, que no había salido todavía del cascarón, aquello estaba fuera de mi alcance y me sobrepasó nada más atravesar el portón de entrada de aquel lúgubre recinto. Era un orfanato cutre en toda regla, como los que salen en las películas sólo que con un olor pegajoso y penetrante añadido, que no se transmite a través de la pantalla del cine.


Me llevaron a través de unos pasillos mal iluminados hasta un salón lleno de chavalillos. En mi recuerdo calculo que serían alrededor de 50 de edades incalculables porque todos eran un manojo de huesos y los que parecían más mayores no me llegaban al pecho. Todos iban vestidos con su bata guardapolvo gris, por ponerle algún color a aquello, y luciendo sus cabezas rapadas, que no hay que dar cuartel a los piojos. Nada más entrar sentí que se clavaban en mí un montón de ojos inexpresivos de mirada lunática, subrayada con sonrisas entre sorprendidas y bobaliconas. Se reían, o algo así, por todo. No creo que pude articular dos frases seguidas. Los más cercanos me tocaban como si fuera un ser venido de otro mundo y, cuando llegó la hora de marcharme, intentaban agarrarse a mí.


Realmente, no recuerdo lo que dije ni si tuve el valor de decir algo, porque, ciertamente, no merecía la pena decir nada de lo que me habían hecho preparar. Solamente recuerdo que salí más sonado que Bonavena. Regresé al colegio como un sonámbulo y aquella sensación, así como el estómago revuelto, me duró varios días. Había recibido un baño real en la miseria más cruel y más oculta sin saber a dónde iba y sin estar preparado. Fue tan fuerte que mantengo aquellas imágenes en la retina de la memoria y aquellas sensaciones en mis entrañas a pesar del paso del tiempo.

Visto desde hoy, tengo que reconocer que aquellos ojos inexpresivos de clones anónimos fueron un foco más de los que me han ido balizando la trayectoria de mi vida. No pude hacer nada por aquellos niños, pero creo que, a lo largo de mi dedicación a los jóvenes en dificultad, he colaborado en dar a aquellos rostros desconocidos algunas imágenes reales con nombre y apellidos que se han podido librar del pozo de la exclusión. Claro que aquellos horrores ya no se dan hoy, pero puede que la miseria de la exclusión sea tan cruel y desconocida como la de entonces sólo que en formas más sutiles y más dañinas. El haber sacado del baúl de mi historia este momento lejano creo que me ha dado fuerzas para mantener fresca la pasión por mi trabajo.
(La foto es de un orfanato bieloruso al que ayuda la asociación ACANB de Toledo. En otros sitios aún quedan lugares sórdidos para estos chicos. Algunas de estas miradas son aún mas duras que las que yo recuerdo)

miércoles, 28 de enero de 2009

DEL MOTOR, LAS RUEDAS...Y ALGO MÁS

Hoy en el departamento, no sé bien a raíz de qué, se ha generado una acalorada discusión de esas que empiezan de bromas y nunca se saben en qué van a acabar. Me llegaba el runrún de que si el matrimonio se rompía por hastío o porque se tenía en poca estima a la pareja... y, claro, en seguida salió el tema: "porque no lo hace bien". Lógicamente al llegar a este punto el tono de voces subió considerablemente y se interrumpían unos a otros casi sin escucharse. Cuando se fueron calmando las aguas -nunca mejor dicho después de la que ha caído- el bueno de Javi actuó de juez de paz. "El follar es como las ruedas del coche. No son lo más importante en el funcionamiento del coche pero son necesarias". O sea que no se puede separar nada: las ruedas no pueden funcionar sin motor, el motor y las ruedas necesitan un chasis... Concluía el compañero que en el buen funcionamiento de un matrimonio entra todo sin que se pueda prescindir de ningún aspecto, desde el respeto, la colaboración... hasta el disfrute. Si falla cualquiera de ellos, el resto se resiente o se puede romper.


Sabia sentencia, a fe mía, la del compañero de trabajo. He podido comprobar, después de 17 años y pico de matrimonio, que entre María y yo no se está produciendo ese enfriamiento o cansancio del que tanto se dice que aparece después de 10 años de convivir juntos. Es verdad que la convivencia es un negociado harto difícil de gestionar. Pero estoy convencido por nuestra experiencia que, partiendo de la base de la sentencia anterior, no sólo se puede llegar a convivir razonablemente sino que es posible gozar de la convivencia, más aún, hacer de ella un elemento clave y muy apetecible en la vida de cada uno.


Hay dos aspectos de la relación de pareja que pueden dar vértigo al principio pero que luego son la base para disfurtar del matrimonio y para poder retomar la comunicación después de las discusiones o roces inevitables. En la vida de pareja, igual que haciendo el amor, como mejor se funciona es desnudo. Esto es, sin secretos, sin reservas, sin miedo a que descubran mis debilidades, sin complejos por mis fealdades... Es bonito poderse mirar limpiamente el uno a la otra como en un espejo donde todo queda al descubierto entre los dos. Así se puede llegar a vivir en un plano más allá de pedir fidelidades o exigir confianza por aquello de la palabra o la firma dada.


El otro aspecto al que me refería es la capacidad de compartir. Compartir todo: los trabajos de la casa, la educación de los hijos, las preocupaciones laborales, los proyectos de futuro, el dinero, la toma de decisiones... En la medida que compartes te vas haciendo parte del otro y viceversa. Llega un momento en que el yo piensa y siente en plural sin dejar de ser individual e intransferible. Se crea un nosotros que multiplica la capacidad de creación y las posibilidades de autorrealización de cada uno. En este camino uno se puede sorprender al encontrarse con lo mejor de sí mismo o llegando a metas que probablemente nunca habría imaginado alcanzar en el desarrollo de las potencialidades personales, en la alegría de vivir, en el disfrute del sexo....

¡Al diablo todos esos cenizos que no saben más que dibujar el matrimonio como una de cadenas o de cárcel perpetua! Ya es hora que se vean escenas de matrimonio que no sean esas ordinarieces y zafiedades que se venden en la tele. La convivencia en pareja es una apuesta arriesgada pero apasionante si se aborda con la suficiente madurez y valentía y si se supera el vértigo que puede producir al principio. A mí me está pasando algo de esto y creo que a María también. Desde aquí animo a todos y a todas que han apostado por la convivencia en pareja, por aquello del viejo adagio de la lógica escolástica que tanto me gusta traer a colación "ab esse, ad posse valet hilatio" o aquella exhortación de S. Agustín "si ille et illa, cur non ego?"

("lo que es puede ser" "si él y ella ¿por qué no yo?")
( la foto es de la playa de La Arena, nuestro lugar favorito para pasear y charlar de todo mientras nos dejamos invadir por la grandeza del mar)

domingo, 25 de enero de 2009

UN DESASTRE ANUNCIADO

El día de noche vieja, cuando volvía de hacer las últimas compras para la cena, oí que me llamaba una voz que me resultaba muy familiar. Era JE que venía corriendo hacia mí con un montón de paquetitos en las manos, que contenían, según me dijo, los típicos petardos propios de la fecha. Seguía llevando el pelo teñido a mechas y recortado a lo mohicano. Le seguía un grupito de cuatro chicas que, como pude comprobar, se estaban divirtiendo a su costa. Nunca tuvo muchas habilidades sociales. Siempre se había conformado con dar la nota para que alguien le hiciera caso.


Como necesitaba impresionarme me espetó de entrada sus últimas y fastuosas compras de Navidad: una zapatillas con suelas reflectantes y mil chibirichis de 200 € y 300 € en petardos. Más que lo absurdo del gasto, que ya le vale, me preocupó de dónde le venían tan cuantiosos fondos. Es fácil imaginarlo de todos modos. Sin que yo le preguntara nada, sabía de sobra qué me interesaba de su vida y milagros. Le habían dado fin de semana libre en el centro de reforma en el que está recluido, sin embargo tenía un problema grave: no podía fumar ni un porro porque le hacían muchos controles y, si daba positivo, le iban a tener más tiempo encerrado. Según me dijo, le quedaba condena hasta febrero.


Conocí a J en el hogar cuando ingresó con 5 ó 6 años. No le tocó la lotería en eso de los padres. Vivía con su madre y con su hermano mayor, que también estaba en el hogar. Era uno de esos hijos no deseados que nunca han recibido cariño y se pasan su existencia llamando la atención o haciendo la vida imposible a todo el que cae a su alrededor. Veía a su padre de pascuas a ramos porque vivía fuera y, además, pasaba largas temporadas en esos hoteles gratuitos a los que te mandan los jueces. Su madre ha hecho todo lo posible para que se lo quiten y por eso J se convirtió en la pesadilla de su vida.


Cuando cerraron nuestro hogar pasó a otro de Diputación y, no sabemos porqué, al llegar a la ESO le devolvieron con su madre. A partir de aquí el desquicie de J fue aumentando a pasos agigantados. De por sí era un chico bastante limitado de luces y con desequilibrios serios, que en no pocas ocasiones le hacían perder, incluso, el sentido de riesgo. Más de una vez estuvo a punto de ser atropellado. En la medida en que se le quitaron las medidas protectoras se fue disparando y frecuentando compañías de chicos mayores que le iniciaron en la delincuencia y en el trapicheo.


Me lo encontré de nuevo en el instituto, cuando los directivos del mismo reclamaron la ayuda municipal por su comportamiento: corría por los pasillos para que los profesores le persiguiesen, abría las puertas de las clases e insultaba a los de dentro, rompía todo lo que se le antojaba... y no aguantaba sentado ni los momentos en que tenía a la PT para él solo. Lo derivaron a un centro especial y dejó de acudir. Colaboré para que tuviera un programa complementario en el que no duró un telediario. Finalmente se juntaron en fiscalía nuestro expediente por absentismo y las mil denuncias que le habían caído. De ahí comenzó la pendiente cuesta abajo: medidas judiciales sin cumplir, libertad vigilada saltada a la torera y ahora internamiento. Lo más grave, sin embargo, está por llegar.


Me siento como si le estuviera viendo. Cuántas horas metimos a su lado para que hiciera los deberes, creo que se habrá quedado en la tabla del 6. Las broncas a la hora de las comidas eran horribles. No sólo era mal comedor, sino que se encargaba de hacer la convivencia imposible en la mesa. Recuerdo una vez que escondió los garbanzos en una carpeta de deberes escolares para que no se los hiciésemos comer. Son muchos los recuerdos que se me agolpan: los celos tremendos que tenía de sus compañeros menores, los cuentos que le tenía que contar para que se durmiera, las meadas que le tuve que limpiar, las horas que pasé en el parque con él y su patinete, las reuniones interminables intentando buscarle salidas, cómo le gritaba a su madre desde la ventana cuando le dejaba en el hogar y se iba...


Todos nuestros esfuerzos han ido cayendo en saco roto porque, en la administración, alguien decidió que éste no era un caso de grave riesgo y mira dónde lo tenemos. Cada vez que me acuerdo de él me crujen las entrañas de impotencia, porque todos preveíamos qué le iba a pasar y, en efecto, puede que nos hayamos quedado cortos en nuestras predicciones. Aún así, le sigo queriendo un montón y cuando se me acerca en la calle, como el otro día, como quien necesita que alguien sepa de su vida y le diga algo, siento una pena tremenda. A estas alturas a uno no le da para más.
(La foto es de un centro de reforma para menores de 18 años. J tiene ahora 17)

jueves, 22 de enero de 2009

A PROPÓSITO DE DARWIN

Antesdeayer me encontré con uno de los profesores de formación básica del CIP. Estaba buscando en el archivo adjunto a mi despacho un video sobre la evolución de las especies. Dentro de las clases de recuperación de ciencias naturales salió el nombre de Darwin y se percató de que los de esa clase no habían oído nunca hablar de tal señor. Le pareció extraño que chicos de 16 ó 17 años no tuvieran noticia alguna de la evolución de las especies. Entonces comenzó a hablar de los primeros homínidos y de su parecido con los monos. Ante su estupor recibió un abucheo de un sector de la clase que se dio por ofendido. El más pasota le recriminó: "¡Qué me estás contando, tío! ¡Tú te creerás eso!" Y se rieron del profesor como quien dice el mono serás tú.

Esta anécdota puede considerarse un chiste de malos estudiantes, pero yendo al fondo de la cuestión surgen unas preguntas que, al final, pueden resultar sangrantes ¿Qué se ha hecho con estos chicos en 13 ó 14 años de escolarización obligatoria? ¿Solamente tienen la culpa de esto los profesores, el sistema educativo o la mala organización de los institutos?¿De dónde les viene esa insolencia de limitar el saber a su reducido mundo o a sus apetencias inmediatas? ¿Por qué no tienen ningún interés por aprender ni se dejan enseñar?¿Qué espectativas pueden tener para la vida, más allá del plan para el finde?

Por otra parte, estas actitudes nos pueden dejar entrever una falta alarmante de criterios y de referencias positivas en este sector de la población juvenil. No me imagino qué caso puede hacer a los anuncios del uso del condón este tipo de personal después del copioso botellón de fin de semana o con un canuto de más en el cuerpo, por ejemplo. Ya les podemos dar charlas sobre la violencia de género, la resolución de conflictos... Se queda en música celestial porque sabemos cuál es su manera de reaccionar ante la mínima contrariedad o frustración. ¿Qué harán cuando tengan hijos a su cargo, qué les van a transmitir? ¿Como será su relación con la sociedad? ¿Van a estar preparados para el mundo laboral? ¿Cuántos de ellos van a acabar siendo usuarios eternos de los servicios de protección públicos? ¿No pueden llegar a ser un caldo de cultivo para desarrollar nuevos fascismos más brutales que los anteriores, como empezamos a ver en el futbol, por ejemplo?

He observado con frecuencia a grupos de este tipo de chavales: sus gustos musicales, su forma de andar, su pasividad, su limitación de vocabulario y de conceptos, su fijación por los sitios a frecuentar y por las formas de diversión, el desprecio por el afecto o por la cultura, las leyes de la jungla del asfalto que les rige, los liderazgos negativos, el gusto por el uso de la fuerza, su obsesión por los consumos desmesurados... Después de ver todo esto se me antoja que hay un sector de adolescentes que llevan una trayectoria inversa a la evolución del homo sapiens sapiens, y que se rigen por conductas cada vez más primarias, esto es, parece que evolucionan hacia un universo de primates.