domingo, 28 de abril de 2019

GERNIKA

El viernes 26 de abril se celebró en Gernika el acto conmemorativo del aniversario del bombardeo de la villa en 1937 durante la guerra civil española. A estos actos suelen asistir representantes de las instituciones vascas, de la comisión europea, de asociaciones por  la memoria histórica, representantes de Alemania y Japón, vecinos y supervivientes de la masacre acompañados de sus familiares. Todos los años en esta fecha a la misma hora vuelven a ulular las mismas sirenas que en aquel infausto día avisaron a la población de la llegada de la aviación alemana.  Dentro de los diversos actos se hace una ofrenda floral en el cementerio que suele resultar muy emotiva. Cada institución o entidad van aportando su corona de flores, además de los responsos y de los discursos de rigor.


Mi hija tuvo la oportunidad de asistir a ese acto. Ella da clases en un conservatorio de Gernika, al que se le había encargado la parte musical de la ceremonia. En dicho acto floral vio a un hombre mayor del que no entendió el nombre. Le explicaron que el señor era el hijo del comandante nazi que planeó el ataque de la aviación sobre la población civil. Quedó sumamente impresionada porque el hombre iba llorando a lágrima viva como quien pide perdón por tanto dolor. También le llamó la atención que participara un delegado del gobierno alemán, como símbolo de reconciliación. A la vez vi en la ETB a otro alemán hijo de uno de los pilotos que arrojaron bombas sobre la villa que iba a sobrevolar Berlín con una imagen del cielo de Gernika.


Y yo me digo ¿dónde están los herederos o colaboradores de Franco o de Mola que fue quien dio la orden? ¿Esos no tendrían también que pedir perdón? ¿Por qué solamente se hacen presentes las instituciones vascas y no hace acto de presencia alguna representación del gobierno español? A todo esto, lo de Gernika fue solamente la punta del iceberg. La aviación italiana también colaboró con los alemanes en masacres como la de Durango, Amorebieta o las Encartaciones. En realidad los colaboradores del generalísimo frieron desde el aire a todo el mapa del País Vasco. Pero en este país el reconocer las atrocidades cometidas, el pedir perdón o simplemente promocionar la reconciliación no entran dentro de la genética ibérica. Para más desvergüenza ahora nos salen a flote, y con aires de ganar, los herederos ideológicos de los que nos arrasaron. Vivir para ver.