domingo, 25 de diciembre de 2022

Días de monte 46

 


¿Quién dijo que no? No me pude resistir a la oferta de Orencio para participar en la salida del pasado sábado 17 de diciembre con Juanjo y Miguel. Ya había estado con ellos en otra ocasión por los montes de Ordunte a principio del verano. Ha estado muy bien porque me he sentido en forma y he disfrutado como un caimán con la travesía y con la compañía de ellos. Una mañana perfecta, madrugón que ha resultado positivo porque a las doce y media estábamos ya volviendo al coche. Han sido cuatro horas de sube y baja con un acumulado de 450 metros de desnivel.

De nuevo he  ido tranquilo sabiendo que me iban a guiar con eso de los track y de la señal del satélite. Me ha sorprendido que los nuevos dispositivos te hacen un toque de atención si te desvías del camino. Todo un invento, porque ante las dudas tarde o temprano te devuelven al camino correcto.

Como es habitual entre ellos se queda en las paradas de bus de la salida de Barakaldo. He tenido que retomar la antigua costumbre de usar zapatillas de cambio. Nos hemos encaminado en dirección Vitoria y nada más bajar Aiarduin nos hemos desviado a Letona.


Hemos dejado el coche al pie de la imponente iglesia del pueblo en un aparcamiento que debe estar preparado para montañeros y senderistas. Esta vez le tocaba poner el coche a Miguel. Al principio tenían una discusión entre éste y Juanjo que eran los que llevaban el móvil, que si a la derecha o a la izquierda. Luego entendí que estábamos siguiendo el track en sentido inverso. La travesía consistía en hacer una serie de cumbres dispuestas en forma de herradura y, al parecer, íbamos a comenzar por la vertiente más empinada para evitar tener que bajarla si se hiciera tal como estaba indicado. Hay que tener en cuenta algunos problemas de rodilla del personal.


Al acercarnos al inicio de la subida hemos tenido que sortear un arroyo que compartía el camino. Me ha llamado la atención lo limpia que bajaba el agua y he agradecido, como siempre, el acompañamiento musical de su correr. A poco hemos tenido que enfrentarnos a veredas y vericuetos llenos de maleza, pero poco a poco la subida, pelín exigente, fue discurriendo sumergida entre un robledal bajo mientras nos íbamos desprendiendo de la niebla de abajo, aún eran las ocho y media pasadas. Salimos a un terreno despejado y encaramos la primera cumbre, Amaritu 780 metros.

El camino se convirtió en piedra lisa y había que tener cuidado porque conservaba humedad, a pesar de que le estaba dando el sol. La cumbre fue una primera sorpresa por las vistas de los montes, porque la llanada alavesa y los valles de alrededores eran un espeso manto de niebla.

Bajamos por un terreno más seguro par evitar culadas y estuvimos un largo rato haciendo una travesía con tramos abiertos y de bosque que nos acercó a la segunda cumbre Armileko, techo de la travesía prevista 888 metros. Tuvimos que perder altura para encarar una pista con fuerte ascensión, que íbamos viendo desde lejos con cierto respeto.


Era una de esas cumbres engañosas y redondeadas que cuando crees que vas a llegar siempre queda un último repechón para rematarla. El esfuerzo mereció la pena porque la visión era impresionante: las sierras de Kuartango, Peña del Oro, Marinda, Murgia, toda la zona del Gorbea y a lo lejos, perfectamente dibujada la silueta del Amboto, Orisol, Ispistu, Sierra Salvada, montes de Ordunte y mares de niebla. 

Fuimos haciendo risas porque por todo el trayecto en las cumbres y en los collados nos encontrábamos con mojones que señalaban los límites del territorio de Vitoria, que llega hasta Zuia. Así que hoy hemos estado en la capital alavesa. Para bajar, el desalmado de Juanjo nos metió por un atajo en el que había que clavar bien los bastones si no querías rodar.


Al llegar al collado que da paso a la tercera cumbre hicimos parada y fonda, aunque no encontramos ningún sitio para apoyar nuestras posaderas. Vino bien reponer fuerzas porque la subidita que nos esperaba con un fuerte desnivel y un piso resbaladizo nos puso un tanto difícil e incómodo acceder a la cumbre, pero no hay cuesta que nos detenga y allí estaba el Arrato 886 metros y con vistas similares. 


A partir de aquí el terreno indicaba que íbamos bajando, esta vez rodeados hasta casi el pueblo por encinar bajo muy de tipo mediterráneo. Engañosa sensación porque a poco estábamos encarando unos promontorios rocosos espectaculares, con algunos pasos aéreos no aptos para gente afectada por el vértigo, hasta llegar a una cumbre con un buzón improvisado. Al parecer estábamos rodeando por lo mas alto el barranco de S. Víctor,  que tiene fama de ser espectacular pero que nos resultó imposible de disfrutar por aquello de la espesa niebla.


A partir de ahí ya todo era descenso, pero en plena bajada quedaba la última tachuela por abordar y no podíamos pasar de largo como si nada. La ermita de San Víctor,740 metros, erigida sobre las ruinas de una antigua fortaleza del reino de Navarra para ejercer funciones de vigilancia sobre los accesos al puerto contiguo. Así que también hemos estado en Navarra. Es una cresta empinada y, una vez más, el desalmado de Juanjo nos metió por un acceso endiablado cuando había un senderito perfectamente preparado para acceder con cierta comodidad. Por este iniciamos el descenso definitivo que nos llevó de nuevo a Letona en cuatro horas de caminata. Disfrutamos de una mañana preciosa de montaña y de compañerismo y me he sentido bien y en una forma mejor que en otra ocasiones.



sábado, 10 de diciembre de 2022

Lunes de senderismo 11


 Por fin, como dice el refrán, a la tercera fue la vencida. El pasado lunes cinco, a pesar de estar al comienzo del puente de la constitución, diecisiete esforzados senderistas nos animamos a hacer el postergado sendero de Saldropo. Fueron veintidós los que se habían apuntado pero a última hora cinco se fueron descolgando. Disfrutamos de una mañana excelente, no tan fría como esperábamos. El viaje de ida nos resultó rápido, así que para antes de las once estábamos en el aparcamiento de Saldropo preparando el papeo y aprovechando algunas mesas en las que daba el sol, porque a la sombra no se podía estar quieto. Antes de ponernos en marcha algunas proponían ir a ver la cascada de Uguna. Echamos cálculos y, si queríamos ver el hayedo con calma, no nos iba a dar tiempo para llegar a Ubidea y comer antes de coger el bus de vuelta. Así que nos dirigimos al Calero y luego seguimos la senda del humedal. Al llegar a la otra pista que también lleva al aparcamiento, encontramos una señal que marcaba la dirección del aparcamiento de Otzarreta. 


Fue un buen hallazgo que nos ahorró la vuelta por las pistas. El camino se fue difuminando y pudimos disfrutar durante un buen rato de una alfombra de hierba verde y tupida, cortada al ras por los poderosos incisivos de las yeguas que pululaban por aquellos prados. Luego vino el salto del arroyo pisando leños y saltando por encima de una tubería de hormigón ¿Quién dijo miedo? Nadie se quedó atrás y fue uno de esos momentos en los que nunca falta la ayuda de los compañeros y compañeras. Tuvimos suerte, porque con lluvia aquel tramo nos hubiese ido bastante mal. Entramos en el hayedo y anduvimos paseando y sacando mil fotos, invadidos por el embrujo de este mítico y ancestral paraje. Por fin conseguimos juntarnos y una amable joven se ofreció, con mucho cariño, a hacernos la foto de grupo, para descanso de nuestra fotógrafa oficial.


Remprendimos la marcha hacia Ubidea con varias subidas y bajadas. El cartel del principio marcaba seis kilómetros y medio y se notó que tenía razón por el tiempo que tardamos. La marcha, de todos modos, no se nos hizo pesada porque fuimos disfrutando de un precioso paisaje, sobre todo cuando el camino se fue acodando al río hasta entrar en el pueblo
. Con gran entusiasmo nos acomodamos en el frontón para dar buena cuenta de nuestras respectivas viandas. Pero nos llevamos una gratísima sorpresa cuando Fernan descorchó una botella de Rioja, le puso la caña y comenzó la ronda: un puntazo para terminar de alegrar la comida. No tenía etiqueta de origen en la botella, pero sí en su sabor y en su cuerpo, que es lo que importa. Cuando se le dio buen término, Fernando acudió al rescate y abrió otra ¡Vaya taberneros que nos hemos echado!


No entraba dentro del guion, pero resulta que la Herriko Taberna estaba abierta para nuestra extrañeza a pesar de ser lunes. Claro, era puente, así que había también tantos coches en el aparcamiento del hayedo. La mayoría del grupo se apuntó al café y a otros menesteres imprescindibles. Estaban tan a gusto que tuvieron que correr para coger el bus, lo que nos dio la razón de que si hubiésemos ido a la cascada no habríamos andado bien de tiempo. 
Todos dispuestos a echar la siesta en el viaje, pero no contábamos con la que nos esperaba. El bus llegó a la gasolinera de Barazar y dio la vuelta. Pasó por Otxandio y se precipitó por el puerto de Dima. Digo bien, porque aquello no fue bajar y mira que hay curvas. El señor conductor, al parecer, iba instruyendo a una compañera que se tenía que aprender el recorrido y le demostró que se conoce de maravilla todas y cada una de las curvas y que las domina hasta con los ojos cerrados. Claro que con ese dominio nos puso a casi todos y todas el estómago al revés y ni soñar de cabecear. O sea, que habíamos salido del paraíso y nos metieron en el purgatorio, justo al revés de como nos lo habían enseñado antiguamente. Al llegar a El Arenal nos lanzamos a las puertas para coger el metro en S. Nicolás, pero el señor conductor se puso digno y no iba a parar hasta que no solicitáramos la parada como tiene que ser. Menudo remate de final de viaje.



jueves, 1 de diciembre de 2022

La cosa va de egos


 Dentro del hartazgo producido por el exceso de programas sobre el mundial de fútbol, me he quedado con una manera de anunciar un partido, que me revuelve las tripas. Los locutores deportistas de las radios, y creo que también lo hacen los de medios escritos, tienen la manía de resumir un partido entre dos figuras, estrellas... Por ejemplo, Polonia Argentina es un encuentro entre Levandoski y Mesi, dado que ambos tienen botas de oro o algo parecido. O sea, los demás del equipo no pintan nada. Ninguno de estas estrellas podrá meter un solo gol, si no cuenta con otros compañeros que le asistan y le pasen el balón. Tendrá que contar también  con unos buenos defensas que sepan controlar al contrario, para que sus goles sirvan a la hora de ganar el partido.

Levandoski y Mesi podrán jugar cara a cara al ajedrez o al fútbol con la play station. El fútbol es un deporte de y en equipo. El contar con figuras es importante, pero no imprescindible. Es un error montar un equipo que juegue para que un figura se luzca y meta goles, lo que se necesita es un equipo que funcione como tal y, lógicamente, que pueda mejorar porque cuenta con algún que otro figura.

Tal como pintan de nuevo las cosas en la política española, me da la impresión que en el área de la izquierda está pasando, una vez más, algo parecido. Estaba IU que acabó dividida. Luego apareció Podemos, del que salió el del los Más. Bildu y ER a lo suyo. Y ahora llega Yolanda y para lograr una plataforma unitaria monta otra historia aparte, en la que los otros protagonistas se tendrían que plegar ante su indudable potencial.


Todos estos señores y señoras, estrellas de la superizquierda, pueden ser muy inteligentes, tener un montón de recursos y saber las soluciones a todos nuestros problemas. Lo que pasa es que ante todo están sus egos. Ellos o ellas están dispuestos a conseguir la unidad de la izquierda y a colaborar con los demás, siempre y cuando, claro está, éstos sigan las consignas y las decisiones del figura que las  proponga.

En la política, como en el fútbol, o se va en equipo o solo se consigue darle al contrario todo tipo de facilidades para que gane por goleada. Así que puede que estas ilustres señorías espanten al electorado con sus personalismos y se pierdan una serie de votos desengañados, lo que les va a servir a los derechosos, y a sus ultramontanos acompañantes, para ganar las elecciones más que sus propias campañas electorales.


El caso es que ya resulta recurrente y aburrido tener que aguantar que la izquierda siempre vaya dividida y a tiros o a codazos ente ellos y ellas. Acaba siendo una maldición de la que no nos podremos librar de por vida. Me da pánico pensar en manostijeras Feijó recortando y aplastando todo lo que moleste a los posfranquistas, a los bancos y a los millonetis: la recuperación de la memoria, los pocos avances en materia de impuestos, la privatización de los principales servicios públicos, los logros sociales y laborales... Eso sí, a los suyos solo les va a recortar los impuestos.

domingo, 13 de noviembre de 2022

Un país para viejos

 


Cada día se me acrecienta más y más la sensación de que vivimos en una sociedad de personas mayores, que, a marchas forzadas, se está adecuando preferentemente para dar solución a las demandas de vida que este colectivo, amplio y variopinto, necesita. Es ya algo de lo más habitual entre conocidos o familiares que llevan tiempo sin verse la pregunta del millón: "cuánto te queda para jubilarte". En realidad estamos dibujando una pirámide invertida en el tema de población. Cada vez aumenta el número de personas mayores de sesentaicinco años y los nacimientos están alarmantemente a la baja. Es sintomático el dato de que hay municipios donde es mayor el número de perros que el de niños. Y si este descenso no llega a ser más grave, es gracias a las familias inmigrantes, porque ellas traen prole y siguen procreando cuando se asientan aquí. 


El colectivo de jubilados y pensionistas somos, a la vez, un nicho de empleo sobre todo para las mujeres inmigrantes. Ejercen de asistentes domésticas y de cuidadoras de personas enfermas, impedidas o en la última fase de la vida, cuando necesitan atención continua y la familia no da para cubrir el cuidado que precisan -o le echan mucho morro y se lavan las manos-. A pesar de la absurda y trasnochada ley de extranjería, hay un número cada vez mayor de inmigrantes que trabajan con contrato y cotizando o como autónomos, lo que es un dato positivo para garantizar el cobro de las pensiones. Mira por dónde va a resultar que somos los más beneficiados por la inmigración, aunque aún haya sentimientos xenófobos en algunos sectores de la población o partidos que los quieren echar a patadas.


En esta sociedad volcada con los mayores han surgido como setas infinidad de iniciativas sociales, culturales y deportivas para mantener activa a la población de mayores, con iniciativas de diversas instituciones públicas, religiosas y privadas. Se les ofrece un paleta variada de voluntariado para que pongan al servicio de la sociedad los valores, la experiencia laboral o cultural acumulada en su vida activa o la colaboración para cubrir espacios donde lo público no llega. Aun quedan también, gracias a Dios, los sindicalistas incombustibles que siguen peleando por unas pensiones dignas para todos o asociaciones para la dignidad de las residencias y otras tantas reivindicaciones. 


Es abrumadora la cantidad de iniciativas puestas en marcha por ayuntamientos, Osakidetza, centros de mayores... para juntarse y caminar a todos los niveles, desde pasear por los parques hasta hacer monte. A estas hay que añadir la proliferación de clases de yoga, pilates, taychi o las ofertas para gimnasios. También hay una oferta amplia de talleres artísticos, de conferencias de todo tipo, de conciertos y de diversas iniciativas culturales. A parte de la importancia económica y social que está cobrando todo el tema del turismo social del Imserso, cada vez se ofertan más viajes para mayores desde las empresas turísticas. Por otra parte, parece que se quiera incentivar el compaginar algún trabajo con la pensión, ofreciendo algunas mejoras. El caso es que, lo que pretenden desde todos los ángulos de la sociedad, consiste en tenernos activos física, cultural, social y mentalmente. Es lo que se llama una vida saludable, digna y gratificante. 


A pesar de todas estas movidas aún queda una generación que no ha sabido salir de un concepto pasivo del disfrute de la jubilación. La mayoría de ellos son personas, sobre todo varones, que vinieron de una ambiente rural a buscar trabajo, vivieron por y para trabajar; dejaron de trabajar y ya está: sentadita en el parque con un mínimo paseo, unos vinos y a comer, siesta, partida y sofá con tele si hace mal tiempo. A ver quién les saca de ahí, porque cuando pueden ir a sus pueblos de procedencia no deben cambiar en nada su régimen de vida. Así que luego todas las dolencias se arreglan con una farmacia en casa. Este perfil suele coincidir con niveles bajos de cultura y, por si fuera  poco, con pensiones poco o nada dignas.


Aún así, por lo que estamos viendo, es muy frecuente que en la medida que el tiempo va dejando atrás inexorablemente  dígitos, aumenta la necesidad de sillas de ruedas, de atenciones especiales, de cajas de recetas, de cabezas perdidas... Y es que, mientras lo vemos desde ahora, es fácil decir yo no quiero llegar ahí, pero ninguno está libre del instinto de agarrarse a la vida a toda costa. Yo tengo hecho el testamento de las voluntades anticipadas y María también lo está haciendo. Han surgido iniciativas en algunos municipios, a parte del protocolo de Osakidetza, para animar a los mayores y para facilitar su tramitación. Me parece interesante intentar librar a  la familia del calvario de no poder hacer su vida a costa de tener que cuidarnos, máxime cuando se ha perdido la cabeza del todo y ya ni siquiera se les conoce.

Personalmente suelo decir que no puedo quejarme. Estoy bien de salud y sigo activo en todas las facetas de la vida, al igual que María. Eso sí, el espejo no engaña y poco a poco nos va costando reconocernos como los demás nos ven y no como la imagen que guardamos de nosotros mismos. Sin embargo, tengo unos sentimientos divididos. Algo me incomoda por dentro al contemplar esta sociedad de mayores y para mayores. He pasado la mayor parte de mi vida dedicándome a los adolescentes y a los jóvenes y echo de menos una presencia mayor tanto de ellos como de niños. Para remate, cada vez se escucha desde diversas instancias que las próximas generaciones van a tener unas condiciones de vida inferiores a las nuestras. No me gustaría tener que terminar mis días en una sociedad triste, envuelta en desgracias e injusticias, viendo impotente que ni siquiera los pocos  que vienen detrás van a tener buenas perspectivas para su futuro. Pero, nos guste o no, nos ha tocado vivir la última fase de la vida en un país para viejos y no queda otra. Así que al mal tiempo, buena cara.

miércoles, 9 de noviembre de 2022

Lunes de senderismo 10

 


El pasado lunes día 7 tuvimos una salida que siempre suscita mucha expectativa: Lekeitio recorriendo la senda que acompaña al río Lea. Pero, como pasa siempre, lo que más se desea lleva consigo alguna dificultad, algún esfuerzo o, cuando no, un mal trago: un viaje de bus que se antoja interminable con incontables curvas, revueltas, subidas y bajadas ¡Qué bien hizo Emilio quedándose en casa! Al menos sirvió para que el personal descubriese la gran producción de kiwis de la zona de Arrazua. Estuvimos atentos al ordenador de a bordo para anticiparnos a la llegada y acertamos con la parada. Al bajar todo fue comentar lo mal que se sentía el personal y se veía que la mayoría andábamos como patos mareados. Para rematarlo el inicio del camino estaba totalmente embarrado porque había servido de depósito de troncos y ya se sabe cómo dejan los camiones el suelo. Así que comenzamos caminando como buenamente podíamos sobre restos de cortezas y ramas de pinos para no dejar el calzado sucio desde el principio.


El primer espectáculo que se nos ofrecía era el viejo molino y la primera de las presas de las muchas que jalonan el recorrido del río. La pequeña cascada que formaba daba una sensación de ambiente umbroso, que luego siguió presente a los largo de la primera parte de la marcha. A pesar de que era un día  en que se había anunciado subida de temperaturas, no nos quitamos las prendas de abrigo hasta bien entrada la mañana. A poco paramos a comer algo en unas ruinas de un molino que tiene una minúscula área de descanso. Llevábamos poco tiempo andando, pero era ya tarde y habíamos desayunado pronto. La forma de la senda ayudaba a caminar con soltura y el grupo se fue estirando progresivamente. Esta vez hemos aprobado la asignatura de esperar en los cruces para que los de atrás no se pierdan. En una de esas paradas, además de sacar las típicas fotos acompañadas de burritos, algunas empapuzaron a un simpático poni con los pellejos de los plátanos que habían servido de hamaiketako. De todos modos descubrimos que la senda está muy bien señalizada, cosa que no recordaba de la vez anterior que la hicimos, y por partida doble, porque coincide con las señales de un GR y en el tramo final con las de un PR.


En la medida que nos acercábamos a Lekeitio los espacios se fueron abriendo y el recorrido pasa acompañando o cruzando tramos de carretera. Aquí ya, con la presencia del sol, nos fuimos despojando de las primeras capas de la cebolla. Al poco pudimos observar que el agua comenzaba a ir hacia arriba, lo que indicaba que habíamos llegado a la zona de ría previa a la desembocadura. Y ahí llegaron unas empinadas subidas y bajadas que hicieron resoplar a más de uno y de una. Pasamos por el almacén o dormitorio al aire libre de las barcazas usadas en los gansos de los sanantolines, esperando a las fiestas del próximo año. La llegada al final con la marea subiendo, el espacio abierto marcado por los muros del molino de mareas resulta espectacular. Además salíamos de un recorrido encajonado y umbrío, en su mayor parte, y de repente llegábamos a ese espacio tan amplio iluminado con la luz del mediodía. El personal se dedicó a hacer todo tipo de fotos, hasta que conseguimos que nos juntáramos al lado del edificio del molino para la foto oficial.


Pero ese no fue el mejor espectáculo. Al entrar en Lekeitio nos encontramos con un Cantábrico embravecido. Las olas entraban enroscadas en la arena de la playa y rompían al fondo, saltando por encima del muelle. Un regalo de postal para el final del recorrido. Los que optamos por no quedarnos a comer tuvimos que añadir otra cuesta a paso ligero y unas carrerillas por las callejas del casco viejo del pueblo para no perder el bus. Andábamos preocupados por la huelga del transporte, pero, tanto nosotros como los de la comida, tuvimos suerte porque los de esas horas eran servicios mínimos. El de vuelta ponía por autopista pero hasta que llegó a Durango... O sea, que esta es una salida con más tiempo en bus que andando, pero la disfrutamos un montón.



viernes, 4 de noviembre de 2022

Queipo de Llano

 


Hoy he desayunado con una excelente noticia: se han exhumado los restos del carnicero de Andalucía, general Queipo de Llano, de la basílica de la Macarena, en cuyos muros aún se pueden ver los agujeros de los proyectiles de los fusilamientos. Ya era hora. A Mola y a Sanjurjo ya les habían sacado del mausoleo de Pamplona y a Franco del valle de Cuelgamuros. Por fin  ha llegado el momento de hacer justicia a las miles de familias andaluzas que tienen a alguno de sus antepasados en la lista de las atrocidades de este genocida, muchos incluso sin poder localizar sus restos. Ya era hora también de que la iglesia española vaya cerrando el capítulo de colaboración con el franquismo o del nacionalcatolicismo que tanto daño ha hecho a la sociedad española y que ha sido fuente de la mayor parte de la indiferencia religiosa o del desprecio de la religión y de la fe en grandes sectores de la población .


Pero como no hay dicha completa, uno también tiene que escuchar las declaraciones de Vox, que apoyan el recuerdo y el homenaje a este tipo de personajes y solo les falta salir cantando el Cara al sol. Aún más alarmante es escuchar al señor Núñez, jefe de la oposición, que ha prometido suprimir la ley de memoria democrática en cuanto llegue al poder. Solo se le ocurre decir que dejemos a los muertos en paz. Cómo voy a dejar en paz a mi difunto tío Fernando, si ni siquiera sé dónde fue fusilado, y como yo tantas familias más. No se entiende en Europa que, tras un período tan largo de represión y dictadura, aún haya políticos que justifiquen o se pongan de perfil ante los desaparecidos, los símbolos o la pasividad ante manifestaciones propias de aquella época.  


Es preocupante esta negación de la ley de la memoria democrática, no por la ley en sí, que podrá tener su mejoras, sino por lo que supone de peligro de la democracia y del sentido de la justicia. En este momento histórico en que Europa está siendo testigo del auge de la extrema derecha o que en Estados Unidos estén temblando por si reaparece Trump en plan Marzinger Zeta a poner patas arriba todo el sistema o que en Brasil los camioneros o los férvidos de Bolsonaro se crean con más legitimidad que las urnas y quieran echar al presidente elegido antes de haber asumido el cargo, hay que tener cuidado con cualquier gesto o discurso de menosprecio de la democracia, porque no sabemos a dónde nos pueden conducir esos sujetos. Mejor dicho, igual sí nos podemos imaginar, en parte, en dónde podríamos acabar. Según un eminente economista, España es un estado fracasado por culpa de la abrumadora distancia entre los que acumulan mayores riquezas y los más pobres. Si estos partidos llegan al poder comenzarán a suprimir leyes democráticas, sociales y a desmontar el estado de bienestar, con lo que van a conseguir que, en vez de una brecha social, se dé una sima de consecuencias insospechadas para los más desfavorecidos. Como dije en una entrada reciente, estos acabarán siendo como Queipo y sus colegas, pero van a acabar con gran parte de la población no con fusilamientos o bombardeos indiscriminados, sino con un sistema cruel que solo va a propiciar una vida miserable e indigna a la mayor parte de la población con recursos limitados.



martes, 1 de noviembre de 2022

Una jornada de convivencia y senderismo

  El miércoles 26 de octubre disfrutamos de la salida anual en la que el ayuntamiento financia el viaje para que  podamos hacer senderismo más allá de los territorios habituales. Lógicamente compartimos esta jornada los compañeros y compañeras que hacemos las rutas los lunes y los martes. Ha sido uno de esos días en que volvemos a encontrarnos con conocidos de toda la vida, pero que, por la necesidad de haber dividido el grupo global, hemos perdido de vista habitualmente. También estas jornadas resultan interesantes para aquellas personas que se han incorporado recientemente, así pueden tener una visión general del total de senderistas.


A las ocho en punto de la mañana estábamos todos en la parada del bus de Landeta, pero sin bus. Un atasco más grande de lo habitual tenía bloqueada la circulación de la zona en todas las direcciones. Por suerte, nuestro autobús pudo llegar a la parada sin mucho retraso. La entrada resultó un tanto trabada porque cada cual tenía que buscar el número de asiento que aleatoriamente se nos había adjudicado según llegábamos. No se sabe si fue porque los números no estaban muy visibles, o porque no se llevaban las gafas de leer puestas, o porque ya estamos un poco torpes y nos aturrullamos con facilidad o por todo ello junto. En fin, pasados estos primeros momentos un tanto ajetreados, el personal se fue tranquilizando a lo largo del viaje.

Por fin en Suances, aterrizamos en la mismísima playa desde donde parte la senda del Besaya, que era el objetivo de nuestro viaje. Pero... un problema acuciante e irreprimible agitó al personal nada más poner pie en tierra. El baño de la playa no podía dar abasto a semejante afluencia de contenciones en el límite de aguante. Así que un buen número tomó por asalto los baños de los restaurantes colindantes, otros, cautelosamente, buscamos la manera de acceder a los bajos del muelle, aprovechando la marea baja y no faltaron algunas que estuvieron esperando su turno en el baño playero con suma paciencia. 


Una vez resuelto el problema inicial, nos pusimos en marcha. Lo de haber coincidido con la bajamar fue un regalo para la vista y para la sensación de vernos envueltos en el ambiente de la bellísima marisma del Besaya. Los que no la conocíamos quedamos gratamente impresionados. Ciertamente, había sido un acierto haber elegido el recorrido en ese paraje. Al principio, el grupo estuvo compacto, aunque los cabeceros de siempre enchufaron la directa y el grupo se fue alargando, hasta que se consiguió que se pararan para hacer el hamaiketako. Se aprovechó un espacio en el que había un pequeño refugio para la observación de aves y allí nos encontramos con el primer edificio industrial que iba a marcar el paisaje de la segunda parte del recorrido. Uno de los chicos que estaban observando aves nos sacó la foto de grupo, así Enedina y los demás fotógrafos de los grupos pudieron salir, todo un punto.


La segunda parte del recorrido se fue haciendo más pesada por momentos. Habíamos dejado la marisma atrás y caminábamos al borde de la ría con un paisaje lleno de plumones pampeños y restos industriales. El sol ya pegaba más fuerte y la marcha se ralentizaba porque había que hacer paradas para no dejar colgado a Joselu, que anda aún bastante tocado de sus dolencias. Llegados a Torrelavega se planteó una disyuntiva en un cruce, hasta que por fin se tomó la decisión de optar por una dirección única que, desgraciadamente, nos llevó a una encrucijada de la que no sabíamos salir. Algunos comenzaron a caminar por una parte, otros decían que había que cambiar de acera y la mayoría no se movió porque no sabía qué hacer. Así que Patricia tomó la calle de en medio y llamó al conductor. Tardó un buen rato en llegar y otro buen rato en salir de la población, por aquello de las direcciones prohibidas, que le obligaron a dar mil vueltas hasta enfilar la carretera que nos llevaba a Cartes donde nos esperaban para comer. Ya se les había avisado que andábamos con retraso.


Nos sirvieron la comida en el restaurante La Nave, que lo es en efecto, porque está enclavado en un polígono industrial y ocupa una de las naves del mismo. La comida en sí pareció del agrado del personal, aunque, según se comentó, algunas raciones pudieron quedar algo escasas. El servicio fue atento y no se hizo esperar, a pesar de que tenían que hacer continuas bajadas y subidas por las escaleras. ¡Menos mal que eran gente joven y lo llevaron con gallardía! Como estaba previsto, después de comer nos llevaron a Cabezón de la Sal a disfrutar de la joya de la corona de este viaje: el bosque de secuoyas. Un sorprendente paraje por lo inusual de ese tipo de árboles en este territorio. Solo se conocen las secuoyas por haberlas podido ver en algunos jardines de casas de  indianos o de mansiones de potentados del siglo pasado. El personal disfrutó de lo lindo abrazándose a los árboles, contemplando las copas tan altas, sacando todo tipo de fotos, a cual más simpática, y dejándose envolver por una atmósfera especial de calma y de luz queda, como quien se refugia del mundo agitado y adverso con el que tenemos que lidiar cada día. Después vuelta a casa y hasta la próxima ocasión en que podamos disfrutar de jornadas así. 

María ha juntado todas las fotos compartidas en el washapp con las que hizo con su cámara en este vídeo, como recuerdo para todos y todas de este bonito día.




lunes, 31 de octubre de 2022

Lunes senderismo 9

 


La semana pasada tuvimos sesión doble de caminar, dado que al miércoles siguiente íbamos a disfrutar de  la excursión anual conjunta del programa de senderismo municipal. Para el lunes y el martes se había seleccionado un recorrido suave, como por andar en casa, por aquello de no cansar al personal: de Barakaldo al Puerto Viejo de Algorta, pasando el transbordador. Comenzamos en Sta. Teresa y no tuvimos que esperar mucho para arrancar. Acudimos 24, más de los que se esperaba, y pudimos ver también las caras de nuevas incorporaciones. Al llegar a Portugalete se hizo la parada de rigor en el edificio de la antigua estación de ferrocarril, que está dotado de unos baños curiosos. 


Una vez pasado el transbordador, nos dirigimos directamente al 
monumento a Churruca de Las Arenas. Dimos una vuelta al parquecito que hace de muelle para separar la playa de la ría, contemplando el panorama y admirando la cantidad y el tamaño de las lapas que tiene en sus bloques de refuerzo, una buena razón para haber llamado de siempre a ese sitio la mejillonera.  En medio de nuestro buen ambiente paramos a morder algo junto al monumento y antes de reemprender la marcha hicimos la foto de grupo. 

En ese tramo del camino nos fuimos dispersando. Al llegar al puerto viejo se esperó a estar reagrupados. Nos pareció que habíamos andado poco y que era pronto para dar por terminado el asunto. Se barajaron varias opciones. Por una parte los habituales de los restaurantes optaron por reservar plaza en la escuela de hostelería de Santurtzi, así podían darse un paseo antes de comer. La sección Cruces no pasó el transbordador y fue a coger el metro. El resto decidió volver por donde había venido -¡quién dijo cansancio!- y no se resistió a posar en la eterna peineta nervada que está junto a la factoría de la ACB. El tiempo acompañó al principio en una mañana luminosa y espléndida, aunque al final el sol se puso pesado, como ha sido habitual en esta prolongación de verano que estamos padeciendo. Así que todos contentos y cada mochuelo a su olivo.



domingo, 23 de octubre de 2022

25 años de Guggenheim

 

Carta abierta al señor Vidarte


Muy señor mío:

Estamos en plena celebración del 25 aniversario de museo Guggenheim de Bilbao y, como director y representante oficial que es del mismo, deseo felicitarle por la labor que la fundación que dirige en Bilbao ha hecho en pro del desarrollo de la cultura y de la apertura al mundo de nuestro territorio. Siempre fui defensor de esta iniciativa desde un principio, en contra del provincianismo, del papanatismo de no pocos nacionalistas y de la miopía cultural de entidades, políticos y ciudadanos en general que se reían de semejante bilbainada. No faltaron quienes aprovecharon para hacer de él un objeto arrojadizo para lanzar consignas o reivindicaciones de todo tipo, incluso sindicales, contra las autoridades que apoyaron el proyecto. No pudo faltar ETA en la movida ya que intentó reventar la ceremonia de inauguración, y se cargaron al hertzaina que les pilló. Algunos artistas, a los que he respetado de siempre, me sorprendieron con declaraciones un tanto agresivas, de las que uno no sabía si lo pensaban de verdad o es que temían que les ocuparan su territorio. 


Actualmente pertenezco a la familia de amigos del museo y ya que, en una parte mínima, me considero partícipe del desarrollo del mismo, me gustaría hacerle unas consideraciones a raíz de las celebraciones de las bodas de plata del museo con Bilbao. Estoy de acuerdo con las iniciativas y las actividades previstas para la ciudadanía. Me han parecido de lo más apropiadas para favorecer su conocimiento entre los de casa, porque me queda la impresión de que aún lo aprecian más los de fuera. En lo referente a las ceremonias oficiales creo que ha habido una laguna, a mi modo de entender, importante ¿Dónde estaban en ellas tantos trabajadores que estuvieron colgados mientras soldaban, o los que fueron montando desde su imponente esqueleto hasta los que atendieron los últimos detalles? ¿Y los que sufrieron accidentes más o menos importantes? No me consta que hubiera ningún representante de ellos en la recepción, en caso contrario le agradecería me lo indicara.


Se ha dicho que el Guggenheim ha conseguido que  Bilbao resurgiese de sus cenizas como el ave Fenix. El mismo museo no deja de ser fruto de dichas cenizas. Aunque acabábamos de asistir a un desmantelamiento sistemático de la industria, que había siso el sostén y el paisaje de esta tierra, quedaban unos obreros cualificados, un instinto empresarial y un sentido de apostar a lo grande que fueron la base y la garantía de que un proyecto tan arriesgado saliese adelante perfectamente en tiempo y forma. Por mi parte cuento con la amistad de uno de tantos soldadores especializados que trabajaron en su obra y he escuchado en repetidas ocasiones sus recuerdos de aquella experiencia, por lo que también estaba familiarizado con el proceso de construcción del museo. Así pues, le sugiero que haya también alguna recepción que cuente con los de abajo, con los que no figuran en ningún cartel pero, como suele suceder en este mundo, son los imprescindibles para que algo se haga. A la espera de que se tenga en cuenta mi sugerencia le saluda atentamente 

Luisfer

jueves, 20 de octubre de 2022

¿Otegi lehendakari?

 


He de reconocer mi despiste y mi descuido informativo, agravado por mi estancia en agosto en Quintanilla, y es que allí ni los telediarios. Resulta que María me puso hace poco un audio que le había llegado y escuché un discurso lúcido y contundente. Me preguntó si me había gustado y si sabía quién era el que hablaba. Yo me imaginaba que era, por el acento, algún líder sudamericano perteneciente a alguna plataforma ecologista o similar. Me quedé sorprendido cuando me dijo que era el nuevo presidente de Colombia, Gustavo Petro, que había tomado posesión de su cargo en agosto. 

Entramos en internet para saber algo de su personalidad y me quedé gratamente sorprendido. Es una persona con una formación envidiable y con un historial de quitarse el sombrero. Era evidente su compromiso con el pueblo colombiano demostrado en las diversas formas de militancia a lo largo de su vida. Lo que más me ha impresionado ha sido el hecho de que perteneció al M19. Estuvo en la cárcel y fue una persona importante en los tratados de paz.


Es el ejemplo perfecto de lo que se puede pedir en casos de guerrillas o de terrorismo político: que dejen las armas y actúen a través de los procesos democráticos. Y eso es lo que precisamente ha hecho él. Ha movilizado al electorado colombiano con su programa político y ahí está rigiendo la gestión de su país sin renunciar a sus convicciones.  

Este ejemplo me ha sugerido la pregunta que encabeza este texto. Sí, por qué iba a haber algún problema si Otegi fuera elegido lehendakari. Una vez más los tambores de guerra de la caverna mediática redoblarían sin descanso, aireando el pasado etarra de Otegi para condenarle al fuego eterno y, detrás, a los filoetarras que le acompañan e, incluso, a los que le hayan votado. Habría que organizar solemnes actos de desagravio por la grave ignominia que iban a sufrir las víctimas. El PP, por su parte, lanzaría discursos encendidos en los parlamentos, pero por dentro se frotarían las manos porque habrían recuperado uno de sus reclamos electorales más habituales.


El año pasado por estas mismas fechas edité una carta dirigida a Otegi, y a los otros dirigentes de su formación, felicitándole por las declaraciones que hicieron celebrando el décimo aniversario de la desaparición de ETA. En esa ocasión también hice referencia a las repercusiones lamentables que habían tenido por parte de políticos, medios y asociaciones. Se les pedía hechos y, a mi modo de entender, es lo que están respondiendo los dirigentes de Bildu, haciendo política en los parlamentos y en las instituciones en las que participan, desde su programa de izquierdas e independentista. 

Es de destacar el nivel intachable de las intervenciones y de las negociaciones que están llevando a cabo tanto en el parlamento central, como en el apoyo a las medidas sociales que favorecen a las clases sociales desfavorecidas de todo el estado. Un año más tarde de ese aniversario, el señor Núñez y otros dirigentes del partido popular aún siguen escupiendo muletillas como perdigones referentes a ETA y sus alrededores, como si aquí no hubiera pasado nada. El señor Otegi tenía razón: a éstos la convivencia y la normalización política no sólo no les importan, sino que no quieren aceptarla.



miércoles, 12 de octubre de 2022

Lunes de senderismo 8

Decía mi difunto abuelo Pepe que los gitanos no quieren los hijos con buenos principios. Algo de eso nos tocó el lunes diez de octubre. Ya antes de iniciar, nos llevamos la primera sorpresa. Como gente avezada en eso de dejar las cosas preparadas de víspera para no andar corriendo a última hora, habíamos consultado a AEMET: no iba a hacer frío e iba a estar despejado, pero a partir de mediodía habría lluvia. Cuando abro la ventana lo primero que me da en la cara es ver la calle mojada. Caía algo de roña de esa que algunos abren el paraguas y a otros no les molesta. En efecto, fue una mañana de las de abrir y cerrar el paraguas o ponerte y quitarte la capucha o el plástico. Lo espectacular fue que a partir de las doce despejó y acabamos todos en camiseta. Al revés de lo previsto.


El segundo lío lo montamos nosotros solitos cuando bajamos a coger el metro que venía lleno y con el andén petado. Algunas que se habían quedado atrás bajaron por otra escalera y los que formábamos el grupo no las vimos, por lo que optamos por esperar al siguiente metro. Tampoco aparecieron, por lo que me quedé solo, comiéndome los nervios, esperando a las supuestas descarriadas, que habían sido las primeras en llegar a S. Ignacio. Los demás sí cogieron el metro para no hacer esperar a los que habían ido por su cuenta. En fin, que de todos modos estábamos puntuales a las nueve  como habíamos quedado. Me había hecho a la idea de que, después de haber hecho las nuevas incorporaciones al grupo,  habría bastante gente, pero solo nos presentamos dieciséis valientes. Era de suponer que el tiempo había echado para atrás a más de uno o de una, a parte de médicos, lesiones y de las que andan por ahí de viaje. Las circunstancias mandan y eso que los jubilados ya no tenemos obligaciones, como dicen las malas lenguas. 

Al comienzo tuvimos un despiste que nos hizo dudar, pero no hay despiste que no se pueda arreglar con las indicaciones amables de los lugareños. Llegamos a las peñas de Sta. Marina a la hora de hacer la parada. Al pie de las escaleras de subida a la ermita hay un área de descanso, pero lloviendo no daba la oportunidad de quedarse. No hubo nadie que mostrase interés de trepar por aquellas escaleras. Así que optamos por dirigirnos al pórtico de la iglesia. Cuando bajamos hasta el pueblo, nos percatamos de que estaba todo lleno de obras, lo que nos obligaba a dar una vuelta para poder llegar a la entrada del templo. Pero, en frente del hospital, nos topamos con unos bancos que estaban a cubierto y allí nos aposentamos. Al marchar descubrimos que teníamos al lado el acceso al parking del hospital que contaba en la entrada con "alicatados" de verdad.



Cruzamos sin dificultad Urduliz y localizamos el arranque del tramo de bosque que nos iba a llevar hasta Plentzia. Al comienzo nos hicimos la foto de grupo, dado que ya no llovía. El recorrido resultó exigente por ser un poco rompe piernas con bajadas y subidas cortas pero bastante empinadas. Había tramos resbaladizos por la lluvia de la mañana, pero solo tuvimos que lamentar una caída, que no resultó grave, precisamente en la última zona asfaltada. En fin, que los malos principios no pudieron con nuestro humor y tuvimos la oportunidad de conocer sitios que la mayoría no habíamos pisado nunca. Como es de rigor en la despedida, nueve se quedaron a comer y el resto cogimos el metro al vuelo. En el transbordo también hubo suerte, así que no tuvimos que esperar nada.