martes, 22 de septiembre de 2020

El paraíso neoliberal

Paraísos no hay, ni puede haber en la tierra mientras exista el género humano. Ni siquiera aquel con el que nos aleccionaron sobre el bien y el mal, y lo malas que eran las mujeres que nos tentaban y tal. Aquel paraíso fue una bella lección contada a través de una fábula preciosa con un trasfondo muy profundo, pero los traspiés de la historia lo estropearon. En vez de sacar las lecciones que querían enseñar los que lo redactaron, los próceres de la religión obligaron al personal a creer, a pies puntillas, que aquello existió y que los seres humanos se formaron así. Y mira por dónde, aún quedan grandes corrientes creacionistas. El otro paraíso que nos quisieron vender en el siglo pasado tampoco coló. Resulta que buscaba la igualdad de todas las personas y mientras tiraban satélites y fabricaban bombas atómicas, el campesinado se moría de hambre y de frío y los obreros se tenían que conformar con unas viviendas y unos recursos lamentables. El otro paraíso comunista ha resultado ser el mayor capitalista del planeta, sin meterme en mayores lindezas y atropellos que han cometido. 

Pero hete aquí que ahora aparece una prócer neoliberal que está ofertando a toda España una alternativa total para que se pueda vivir sin necesidad de sufrir las ataduras del antiguo régimen del bienestar social. Madrid es un espacio de libertad en medio de toda la nación, donde no te acribillan a impuestos. Madrid te da todas las oportunidades para hacer todo tipo de negocios, hagas lo que hagas y caiga quien caiga. Claro que la inmensa mayoría de la ciudadanía madrileña no tiene su bolsillo preparado para eso. Las oportunidades que se pueden permitir no les llegan para conseguir trabajos decentes, o para hacerse con una vivienda sin que esté con la espada de Damocles del desahucio, o para elegir los mejores colegios porque los públicos están sin recursos, o para pagarse unos seguros médicos en sus fabulosos hospitales privatizados porque la sanidad pública está recortada. Y aquí también podríamos añadir otras cuantas lindezas que quieren tapar a toda costa.

Ahora el bichito ese que nos trae de coronilla pone todo patas arriba y, en medio de otras muchas cosas, también las faldas de la señora Ayuso que, lo reconozca o  lo intente tapar, se ha quedado con el culo al aire. Sus pupilos salieron a la calle clamando contra la injusticia de que no les dejaban divertirse como a ellos les gustaba. Montaron caceroladas para protestar por la falta de libertad. Algunos aliados suyos han presentado denuncias por esa misma razón ante el tribunal supremo. Cuando se fue desinstalando el  estado de alarma todo el mundo veía claro que la situación de Madrid no les permitía bajar la guardia. Pero, ¡qué es han creído, cómo se iba a quedar ella detrás del resto! ¿Y sus negocios, su prestigio? Claro, es que el gobierno socialcomunista tiene madridofobia y les quiere castigar obligándoles a que estén más tiempo encerrados.

La segunda hola de contagios ha puesto las cartas sobre la mesa. Habían forzado el pasar de fases sin estar en condiciones de hacerlo. No habían preparado los servicios sanitarios y educativos para el envite que todos veíamos que se echaba encima: ni médicos, ni rastreadores, ni nuevas UCI... Están achacando el problema a los inmigrantes, a las víctimas de la precariedad laboral porque viven en barrios asquerosos, en pisos pequeños muy hacinados que contagian a la gente importante y hacen que Madrid esté hecha unos zorros... Y ahora resulta que necesitan al estado porque no les da para controlar la que se les viene encima y el presidente va y les dice que sí.  Se traga el sapo, se tapa la nariz y se presenta en la Puerta del Sol. Resultado: bien para los madrileños, mal para le resto de españoles que tenemos que pagar con nuestros impuestos el agujero que han dejado sus políticas neoliberales y su ineptitud en la gestión política y sanitaria. 


Señora Ayuso, de paraíso nada, ni siquiera fiscal. El neoliberalismo que ustedes practican machaca a los seres humanos tan despiadadamente como los de su signo contrario, solamente que, en vez de hacerlo a lo bestia, lo hacen con guante blanco. Claro, para no mancharse, que los pobres son un tanto asquerositos y muy pesados que solo saben protestar y pedir. Ah, otra cosa. Si, como usted dice, Madrid es España, me está dando un motivo más para pensarme lo del independentismo.