martes, 21 de junio de 2022

La Sierra de la Culebra RIP

 


Esta mañana me he encontrado con mi colega y guía de montaña Orencio. Antes de que yo le preguntara me ha contado que se ha quemado su pueblo. La casa de sus padres se ha mantenido bien, pero la del vecino ha ardido toda. La vegetación y los árboles de alrededor de las casas han quedado calcinados. La mayor parte de las casas se han salvado porque allí se había instalado un retén de bomberos, pero han quedado como perdidas en medio de un desierto de ceniza. Ahora no se puede ir porque no hay ni agua ni luz ni seguridad. Están preocupados porque su tío mayor ha dicho que de allí no le mueve nadie, pero allí ahora no se puede vivir. Por lo que estamos viendo no pueden vivir tampoco la fauna ni la ganadería que se han quedado sin pasto. 


Hace años ya tuvieron en su pueblo  un incendio bastante importante en la zona sur. Parece ser que entonces pudieron controlarla mejor, aunque también supuso un desastre sin ser de las dimensiones actuales. Esta zona quemada ha sufrido menos con el incendio actual porque aún no había recuperado toda su espesura. Ya entonces Orencio, que esta vez sí había acudido al pueblo para cuidar la casa, me comentó que era un clamor entre los paisanos la protesta por el abandono y la falta de cuidado del bosque. Habían advertido, ya desde entonces, que esto iba a pasar, pero las decisiones se toman desde lejos, no solo en distancia kilométrica sino, lo que es más grave, en distancia de interés y no se escucha a los de abajo. Estas tierras estaban declaradas espacio protegido, reserva de lobos y de otras especies, sin embargo no se han mantenido cuidadas. En su día se abusó de la repoblación con especies coníferas, 
que ofrecen menos resistencia a las llamas, sustituyendo a las podas incontroladas de los robles y los castaños autóctonos.


A la hora de la verdad les ha pillado desprevenidos, sin recursos suficientes y, los que ya tenían, algo anticuados pues no se coordinaban bien con las ayudas recibidas de otras comunidades. Ahora entiendo mejor los abucheos con que han recibido a las autoridades al acercarse a las zonas afectadas. Es fácil decir que habrá menos impuestos, es fácil decir que se da libertad, pero se ocultan los recortes de los servicios y la falta de inversión en sectores delicados, pero que, de entrada, no llaman la atención. No se ha mantenido una política apropiada de protección medioambiental, no se la ha dotado de los recursos suficientes y ahora se enfrentan al problema de una posible desertificación o a la contaminación de los ríos y manantiales, o a una mayor despoblación de una zona que forma parte de la España vaciada, por si fuera poco. Se han quedado de la noche a la mañana sin recursos agrícolas y ganaderos, el negocio floreciente de las casas rurales se ha ido a pique... Solo nos falta esperar a ver qué historias se inventan, o cuántas promesas hacen, para irse de rositas y para mantener tapado este desastre. Ahí es nada 30.000 hectáreas calcinadas, sobre un total de 70.000 del parque, que tiemblen las que aún quedan en pie.