jueves, 24 de febrero de 2022

23F


 ¿Dónde estabas tú el 23 F? Este año me he vuelto a hacer esa pregunta para recordar aquel lío absurdo que nos montaron algunos militares que no aceptaban verse fuera del pedestal en el que estaban colocados después de la guerra civil. No sé si algún día sabremos toda la verdad de los entresijos que urdieron aquella movida. Sobre todo después de comprobar las últimas muestras de desfachatez del que consideramos el salvador del golpe. El caso es que hoy nos encontramos algo tan absurdo y tan desfasado como que un autócrata megalómano  se quiere comer un país vecino por no sé qué de la Madre Rusia. El último que comenzó haciendo algo así fue un dictador que por aquello de la raza aria superior acabó destrozando Europa. O sea, que este aperitivo de guerra mundial me ha despertado la memoria de aquella bufonada que nos trajo de coronilla un día entero.

Por aquel entonces yo participaba en una de las fanfarrias de las fiestas de Bilbao, en Txomin Barullo. Se nos había propuesto preparar los carnavales con una serie de canciones y temas nuevos revindicando algún no sé qué, bajo el lema "Euskadi jazz y libertazz". Estábamos en una  lonja de un edificio de oficinas y almacenes de la calle Gordóniz ensayando. Yo tocaba -más bien metía ruido- el trombón de varas. El trombonista de verdad era un alemán, profesor del colegio alemán, que colaboraba en grupos de jazz. El caso es que llegó media hora tarde y, según desenfundaba el instrumento, contó en alto que había escuchado en la radio, según venía en el coche, que los militares habían entrado en el congreso. Lo dijo en plan de guasa, pero lo que no se esperaba fue la reacción del personal, que, a la consigna "que nadie duerma en su casa", desalojó el local en tiempo record sin decir ni adiós.


Aquella comparsa era un nido de rojos que se habían batido el cobre en la clandestinidad. Un buen número habíamos pasado por los calabozos de la comisaría central de Gordoniz y algunos de los más históricos habían pasado por las manos de "Mariflor", que era el mote de uno de los torturadores de Bilbao, luego muy bien visto por Barrionuevo y compañía. Después de aquello tuvimos que seguir improvisando en los carnavales, como era habitual, porque de los ensayos nada más se supo. 

Yo estaba fichado en los registros de la "policía social", pero no me iba a presentar en casa de mi madre así de golpe. Cuando llegué a casa me encontré que habían venido a cenar unos invitados de los que yo ya me había olvidado. Teníamos la radio puesta, pero ellos no callaban. No recuerdo qué querían, solo que le echaban mucho calor al asunto y no se daban cuenta de que mis compañeros y yo estábamos pendientes de la radio y no les estábamos haciendo ni caso, solamente respondíamos con monosílabos. Tiempo atrás sé que el mayor de los dos dijo que Tejero había hecho más por España que los gobiernos democráticos. Tela marinera, ya nos podemos imaginar a quién habrá votado ese buen señor, del que no me consta su defunción aunque hace años que nos sé nada de él. Me ha dado por pensar que igual él y los suyos echan de menos a Tejero y a su tropa en versión siglo XXI.