viernes, 22 de marzo de 2024

Kolitza

       


Ayer consulté los augurios de Aemet y visto que, a pesar de las tormentas de víspera, eran propicios para pasar una buena mañana de monte, quedé con Orencio para hacer una de nuestras salidas. La semana pasada estuvimos en La Garbea, subiendo desde la misma Balmaseda. Desde esa cumbre estuvimos fijándonos en las laderas de enfrente que hacían un cordal que parecía arrancar de la base del Kolitza. Intrigados hemos decidido hoy ir a buscar caminos para ver la posibilidad de cumbrear dicho cordal. 

    Como siempre hemos quedado a las nueve y nos hemos encontrado con atasco en la salida hacia la autovía. Era la hora de entrada del simposio de empresas del sector eólico en el BEC. Para remate vimos que en la zona del garbigune había un gran revuelo con coches aparcados, otros de la policía y dos ambulancias. En la comida María me ha comentado que, al parecer, alguien había atacado a un policía con un arma blanca, que para defenderse ha tenido que usar la pistola y ha habido heridos.

    


En Balmaseda he cometido el error de indicarle a Oren que por detrás de la iglesia había una salida hacia Pandozales, que es el pueblito desde donde arrancan varias rutas montañeras. La primera en la frente: habían bloqueado la pista. Hemos tenido que retroceder y gracias a un paseante amable, que nos ha indicado por dónde teníamos que hacer la maniobra, pudimos acceder a la dichosa carretera. Hemos ido recordando cómo estaba la zona la última vez que estuvimos por allí, por lo visto debió de ser hacía demasiado tiempo. Poco a poco no hemos ido guiando por las señales del GR123, que parecían recién pintadas, y hemos acabado en la fuente que está al pie del último tramo vertical del Kolitza. A todo esto no estábamos viendo nada por la niebla cerrada que estaba cubriendo las zonas altas, aunque de vez en cuando dejaban pasar algún rayito de sol.

    Llegados a este punto, como no nos hacíamos a la idea de por dónde nos podíamos orientar para hacer lo que nos habíamos propuesto, nos hemos lanzado por esa vereda más que empinada y hemos acabado en la ermita que lo corona. En la subida habíamos estado protegidos por el arbolado y por estar en la cara norte al socaire. Nada más hacer cumbre hemos recibido un bofetón gélido de viento, que, dada la sudada que llevaba, me ha hecho sentir una sensación como de cuchillo. Nos hemos puesto a refugio en el pórtico. Menos mal que aquí no ha pasado como en otras ermitas que los cierran con candado. Nos hemos podido proteger para comer algo y visitar las últimas mejoras del edificio.

    
    


    Mira por donde, cuando ya habíamos terminado y nos estábamos echando las mochilas al hombro, se ha despejado la niebla de los alrededores y nos ha permitido disfrutar de gran parte de la espléndida visión de esa cima, que no en balde es la bocera encartada. Hemos hecho propósito de la enmienda de volver con mejor tiempo para contemplar el panorama completo, y seguir intentando cumplir nuestro primer propósito. Para bajar hemos tomado la pista de los coches porque la senda de la subido vertical no me ofrecía garantía de llegar entero al final. Sin mayor dificultad hemos encontrado las señales del GR y enseguida al coche.

  
    Ha sido una mañana magnífica. Se podía contemplar los brotes tiernos de las primeras hojas de distintos árboles. Hemos visto cuatro fuentes a lo largo del camino a pleno rendimiento y, lógicamente, hemos echado unos buenos tragos. Nos hemos cruzado con una interminable hilera de procesionarias y, lo mejor: dentro del concierto continuo de los pájaros hemos escuchado por primera vez el canto del cuco y llevábamos dinero en el bolsillo, cosa importante para no acabar arruinados, según avisa la tradición popular. Solo nos hemos cruzado con cuatro bicis  y con unos pottokas que pastaban cerca de la ermita. Para mí ha resultado ser una experiencia tremendamente terapéutica. Ir sorbiendo naturaleza en estado de ebullición, lejos de la basura política y del ambiente enrarecido de todo tipo de violencias que nos acogotan últimamente, no tiene precio. También necesitaba desintoxicarme de los follones sufridos en la impresentable asamblea de socios de Gure Toki, así que bendita niebla y bendita equivocación que nos han permitido hacer monte como Dios manda: esfuerzo y disfrute.