miércoles, 10 de marzo de 2021

Justicia o venganza

He escuchado, una vez más, al incansable Joseba Azkarraga clamar en el desierto contra la dispersión de presos y denunciando las condiciones vejatorias a las que se les está sometiendo a algunos de ellos en ciertas cárceles. Creo que a veces puede parecer que es un sonsonete más de tantas consignas que se nos hacen llegar desde al izquierda abertzale. Sin embargo creo que debemos considerar insostenible de todo punto de vista esta situación de los presos y de sus familias. No solo por lo que les puede afectar a ambos, sino porque creo que es una llaga que no va a permitir llegar a pacificar definitivamente nuestro país, hasta que no se cierre y se cure también por dentro. Ya sé que un gran sector de la población se pone de perfil ante el problema o puede pensar que son unos pesados y pesadas quienes mantienen esa causa. No faltarán los que no se corten un pelo en pensar y en decir sin sonrojo, que se jodan o que se pudran porque tienen que pagar lo que hicieron.

Creo que están pagando lo que hicieron dentro de un sistema que, sobre el papel, es democrático y mantiene unas leyes independientes de ideologías o intereses partidistas. En este sistema jurídico existen unas leyes que contemplan claramente del tratamiento del régimen carcelario. A la vez, mantienen un objetivo básico que consiste en conseguir que, a la vez que se cumplen las penas, los presos lleguen a reinsertarse en la sociedad. Es en este contexto donde se ve necesario que se cumplan las condenas cerca de sus familiares o de la sociedad en la que luego van a volver. En base a esto, es incomprensible de todo punto de vista esa política de dispersión que se salta la legislación vigente, cuando para más inri ETA ha dejado de existir hace tiempo.


Siempre sale a luz, como razón para mantener dicha dispersión, la consideración de las víctimas o los que no condenaron a ETA, filoetarras en su argot. En estos días ha vuelto el tema a la palestra a cuenta de la pisonadora encargada de machacar las armas confiscadas a ETA y a los Grapo. Una vez más la derecha española se aprovecha de la circunstancias para airear sus consignas y sus soflamas, porque se les agota el discurso político si se les priva de este tema. Alguna de las asociaciones de víctimas del terrorismo mantienen las espadas en alto para que no se les conceda ni agua a los presos. También existen otras víctimas que han accedido a entrevistarse con los victimarios y esa postura siempre me ha conmovido y la considero una pauta imprescindible para recuperar la plena convivencia en nuestro país. 

Por supuesto que lo dicho no quiere decir que yo soy de los de borrón y cuenta nueva. Ellos tienen que cumplir su condena, sí, pero dentro del marco jurídico con todos sus puntos, y no se puede permitir que esa otra justicia que se reclama, se salte la vigente y mantenga heridas abiertas para satisfacer el rencor y las ansias de venganza de algunas asociaciones de víctimas o de intereses partidistas. Tampoco se tiene en cuenta que dicha venganza se extiende hasta sus familias, que son tan víctimas como los mismos presos. Les ha tocado sufrir todo tipo de desplantes, de vejaciones, de dificultades e, incluso, han dejado vidas en las carreteras. Viene a cuento una de las últimas reflexiones del libro que acabo de terminar: "La misma exigencia de la ley establecida, con la que se responde a la agresión, esconde el rencor del agredido, ojo por ojo y diente por diente. Se recurre a la ley cuando falta la ética y se carece de la capacidad de perdón. Detrás del resentimiento que se esconde bajo la ley, está la fijación en el pasado que se proyecta sobre el presente y el futuro. La memoria de la afrenta lleva a revitalizarla constantemente y al no poder olvidarse, se mantienen  abiertas la heridas causadas." (J.A. Estrada)