viernes, 27 de noviembre de 2009

CAVETE EPISCOPIS


En uno de mis anteriores posits traje a colación alguna de las impresentables intervenciones del episcopado español y muy especialmente de Martínez Camino. Hete aquí que atacan de nuevo con renovado denuedo y, esta vez, no contentos con proclamarse los salvadores de la humanidad desentierran antiguos látigos de herejes repartiendo anatemas y excomuniones contra todo aquel descarriado que ose no acatar sus directrices. Como comenté en lo que escribí cuando su santidad decretó que el condón fomentaba el sida, de nuevo constato que sigue en vigor entre muchos de nuestros obispos la hybris, o sea, la soberbia de creerse en posesión de la verdad y de estar investido por Dios para imponersela a todo el mundo.


Nadie niega a los monseñores que manifiesten sus opiniones sobre asuntos como el aborto. Nadie se extraña de que no estén de acuerdo con su práctica, como es de esperar. Lo que sí nos sigue decepcionando a muchos es su forma de reaccionar en este tema o en otros parecidos. En primer lugar, no creo que a nadie le guste abortar y si alguien se ve avocada a tomar una decisión tan traumática será porque hay otros males aún mayores que tiene que evitar. En segundo lugar, aunque todos pensemos que lo mejor es no llegar a este extremo, por desgracia, se van a seguir dando abortos. Como es una facultad en toda sociedad democrática, el poder legislativo puede garantizar que éstos se realicen en unas condiciones dignas y con unas garantías mínimas que amparen a la mujer en todos los aspectos personales y sociales. A la vez, desde los poderes poderes públicos y desde muchas instituciones se potencian las medidas educativas tendentes a prevenir situaciones como éstas. En este aspecto, como en el de la droga o el sida, todos los esfuerzos que se hagan son pocos, tanto para evitarlos como para ayudar a los que han tenido que padecerlos. Se podrá estar o no de acuerdo con unos aspectos de la ley, se preferirá un tipo de ley más que otro, se querrá eliminarla y volver a la ilegalidad... Todas las opciones se debaten y se votan, son las reglas del juego.


Lo que no se puede permitir es que venga un grupo de presión y, por decreto de su religión, pretenda prohibir a toda la sociedad que se dote de esa ley ¿Quiénes son los obispos para erigirse en los rectores de los destinos de la sociedad española, por muy católica que la quieran pintar? ¿De qué cueva salen ahora amenazando, tachando de asesinos y usando el aborto como arma arrojadiza en el terreno político? De todos modos para mí hay otro aspecto tan denunciable como éste, al menos desde la prespectiva de un creyente. Se supone que a estos señores se les ha puesto en ese cargo para ser pastores de su pueblo creyente, pero parece que algunos han hecho de su cayado un bastón de mando y de su diócesis un cortijo en el que hacen y deshacen por decisión divina. Creo que, en vez de lanzar excomuniones y prohibiciones, estaría más acorde con su misión potenciar la mejor educación de los jóvenes católicos desde sus catequesis, sus movimientos apostólicos o fomentando iniciativas tendentes a colaborar con las familias en la nada fácil labor de orientar a sus hijos. También podrían potenciar iniciativas sociales o institucionales que ayuden con medidas de otro tipo a aquellas mujeres que no puedan o no quieran tener ese hijo. Pero lo más sangrante es que están estigmatizando a personas en vez de acogerlas y ayudarles a superar el trauma que supone una decisión tan cruda como es la de abortar.


Según estoy escribiendo esto, me vienen a la mente parábolas y pasajes de los evangelios. Me pregunto cómo puede leerse con esas actitudes la parábola del pastor que va en búsqueda de la oveja perdida porque es la que más le importa o la del padre que acoge al gandul del hijo que le ha fundido la herencia... y así otras. Pero no dejo de representarme cómo sería hoy la escena de la mujer adúltera condenada a lapidación. Entonces los obispos preguntarían a Jesús "ha sido sorprendida en aborto, según nuestra doctrina debe ser excomulgada ¿Tú qué opinas?" Y El diría aquello de que el que esté libre de pecado que tire la primera piedra. Luego comenzaría a escribir en el suelo y poco a poco se irían marchando todos empezando por los más ancianos. Cuando se quedarían solos Jesús le diría a la mujer"nadie te condena, yo tampoco".

Mª JESÚS LANZA


Hace 15 días tuve el honor de asistir a la entrega del premio "Barakaldo solidario" que otorga la Fundación Miranda y el Ayuntamiento a una persona entrañable en este pueblo por la labor que desarrolló y la entrega con la que la llevó a cabo: Mª Jesús la eterna asistente social de Cáritas cuando no había ningún otro sitio donde acudir. Esta mujer me ha parecido desde siempre la síntesis encarnada de una profesional como la copa de un pino y, a la vez, voluntaria y militante hasta la médula. Me he alegrado infinito por este reconocimiento que hace un poco de justicia a su trayectoria y al triste final de su carrera, en el que fue defenestrada sin ningún miramiento por el fundamentalismo ilustrado del clero local. Hace un año escribí la presentación de su candidatura a este premio y hoy la adjunto aquí.



"Proponemos a la baracaldesa Mª Jesús Lanza candidata al premio como reconocimiento a la trayectoria de su vida profesional y personal dedicada enteramente a la promoción y a la ayuda de familias y personas desfavorecidas, lo que la convirtió en toda una institución de este pueblo en momentos difíciles y escasos en recursos sociales.

Con esta presentación pretendemos, en primer lugar, hacer un reconocimiento público de su gran talla humana y profesional y, así, hacer visible el agradecimiento de todos los que estamos en deuda con ella por lo que hemos aprendido de su dedicación incondicional y de su buen hacer en el trabajo social. En segundo lugar,creemos que no se pueden dejar perder en el olvido a profesionales como Mª Jesús a la que tantas familias deben el haber sobrevivido en situaciones de penuria y de sufrimiento, aunque su trabajo no apareciera en la primera página de los periódicos porque siempre lo fue haciendo con suma delicadeza y sin hacer ruido.

Mª Jesús comenzó su trayectoria en la adolescencia participando en la asociación católica de las Hijas de María. En el contexto de los compromisos propios de esta asociación, sus miembros visitaban enfermos, acompañaban a ancianos, ayudaban a familias pobres... Estas actividades supusieron su primer contacto con ese mundo que la mayoría prefiere no ver o imaginarse que existe sólo en las películas, el mundo de los desfavorecidos. Esta experiencia marcó su vida porque a través de ella encontró la vocación que ha orientado su trayectoria y a la que ha sido fiel hasta el último segundo de su trabajo.

Pero sus inquietudes le llevaron a no conformarse con unas meras actividades. Comprendió que se necesitaba dar respuestas adecuadas y dignas a esas personas y por ello debía formarse. Así consiguió profesionalizarse sin perder el sentido y la dedicación del voluntariado. De hecho rechazó ofertas profesionales de algunas empresas importantes del entorno bastante más sustanciosas y aparentes que su trabajo social. Ella siempre declaraba que su vida estaba dedicada por entero a los desfavorecidos.

Mª Jesús perteneció a ese grupo de trabajadoras sociales que en su época vieron la necesidad de ir más allá de las donaciones o ayudas benéficas. En ese sentido fue una incansable luchadora para que las instituciones públicas asumiesen la obligación de crear recursos sociales cuando nadie hablaba de eso. En ese aspecto se mostraba infatigable ante los responsables institucionales planteando iniciativas de tipo económico y exigiendo mejoras sociales.

A este respecto, estuvo presente en la promoción de recursos para los minusválidos psíquicos, en la creación de guarderías, en las primeras respuestas a la virulenta aparición de la droga en Barakaldo, en dignificar la atención de los primeros casos de sida, en organizar colonias de verano para los niños de familias sin recursos... En el momento en que comenzó la gran amenaza del paro con los primeros despidos masivos de grandes empresas tuvo una intuición que supuso una primera piedra para la consecución del salario social. En aquella época las familias afectadas solamente contaban con unas subvenciones municipales muy limitadas. Mª Jesús consiguió que Cáritas creara una bolsa económica para completar dichas subvenciones. Cada familia recibía regularmente su cheque y así se podía asegurar lo mínimo para sobrevivir con dignidad.

Otra de las facetas más importante de su labor fue la movilización de voluntariado. Siempre procuró que los voluntarios y las voluntarias estuviesen debidamente coordinados con profesionales. A la vez tuvo sumo cuidado en mantenerlos unidos y procurando que entre ellos reinase la armonía y buen ambiente. Ella, a pesar de las condiciones en que trabajaba y los graves dificultades con que se encontraba, nunca dejó de realizar su tarea con alegría y esperanza contagiando de optimismo a sus colaboradores o las jóvenes que hacían prácticas con ella. Era raro que se diese por vencida. Este contagio ha sido la formación más importante que ha transmitido a las trabajadoras sociales que se formaron o trabajaron con ella.

En todas estas actuaciones podemos percibir los primeros pasos en la modernización del trabajo social a la hora de superar el concepto paternalista y decimonónico de la beneficencia pública y del caritativismo eclesiástico. A través de ellas podemos vislumbrar mejoras que han sido asumidas posteriormente: trato digno a las personas desfavorecidas, evitar a toda costa la estigmatización de los minusválidos o de los afectados por adicciones, creación de recursos sociales públicos y accesibles para todos, promoción y formación del voluntariado...

A todo esto queda por añadir lo que más admiración nos ha causado a todos los que la hemos conocido de cerca: su entrega y dedicación total e incansable. Nunca tuvo horarios ni tuvo en cuenta sus propios intereses. Podía estar atendiendo a cualquier necesitado a las tantas de la noche incluso en su propia casa. Así puso en riesgo incluso su propia salud. Más que poner semillas para favorecer el buen hacer del trabajo social, ella misma ha sido la semilla con su dedicación oculta y silenciosa pero, al final, fructífera.

Por todo ello, como expresábamos al principio, consideramos a Mª Jesús Lanza digna merecedora de este premio, que viene a ser un reconocimiento público de este pueblo a una hija suya que le ha dedicado su vida con entrega incondicional e intachable profesionalidad."