sábado, 28 de febrero de 2009

"Memento homo quia pulvis es et in pulverem reverteris"



Entramos en la cuaresma, esto es, cuarenta días de preparación para celebrar el resurgir de la vida. En lenguaje técnico y laico equivale a cuarentena. Es un momento privilegiado la de este año para reflexionar porque, a mi entender, estamos bajo una cuarentena universal: la crisis del sistema en todos sus aspectos financiero, productivo, humanitario, sostenible... Según nos cuentan, parece ser que lo de cuarenta días se queda un tanto corto. Esperemos que no sean cuarenta meses o años.


Hoy me ha parecido más oportuna que nunca la fórmula antigua del ritual católico de la imposición de la ceniza, con la que titulo el post: "recuerda hombre que eres polvo y al polvo vas a volver" Chistes malos aparte, creo que es un buen criterio a la hora de recordar a todo el mundo que somos parte de la Tierra, esto es, hemos surgido de ella y nuestra existencia no se puede dar sin las condiciones de vida que nos proporciona. No podemos seguir pensando en volver a una economía basada en la producción contaminante sin control, en la ocupación de espacios naturales para explotaciones urbanísticas, en la depredación de selvas y humedales, en la consecución del máximo lujo sin medir sus consecuencias, en el abuso de mano de obra en condiciones esclavistas, en mantener a la mayor parte de la humanidad con hambre y miseria... Sería seguir el camino hacia la sentencia de muerte del planeta.


El polvorín de la crisis estalló, dicen, por culpa del sistema financiero que se había descontrolado. A mi entender, no era un problema de descontrol, sino que había llegado a las últimas consecuencias de sus reglas de juego, basadas en la usura oficialmente reconocida. Se ha jugado con el dinero como en una descomunal partida de poker, en la que se han llevado la pasta gansa los que más trampas han hecho y han dejado al resto en una ruina total. Claro que no se habían dado cuenta de que la misma ruina, que habían provocado, les iba a dejar también a ellos sin cartas.


Hay una manera muy extendida y, creo yo, errónea de entender la resurrección como un volver a la vida tal como era antes de haberse muerto. La resurrección es un paso a una vida nueva más allá de las limitaciones de la presente. En estos momentos todos los gobiernos y grandes corporaciones dicen estar tomando decisiones transcendentales para salir de esta situación. Me temo que algunos de ellos pretenden resucitar el sistema tal como era antes. Igual les hacen prometer a los predadores financieros que no van a ser tan malos. De esta forma, no nos va a servir de nada positivio esta terrible cuarentena global a la que están sometiendo a los más desfavorecidos.

Celebrar la resurrección en la próxima Pascua tendría que suponer empujar al mundo hacia un cambio también global de sistema. Esta cuarentena también debemos aprovecharla los acomodados ciudadanos de los países del norte. No estaría mal que, además de palparnos los bolsillos, revisáramos los criterios de consumo, el despilfarro de las energías o de los bienes fundamentales, las pequeñas o grandes inversiones de nuestros ahorros, la educación de nuestros hijos, las exigencias de bienestar, la indiferencia ante la gestión pública... y todas esas cosas a través de la cuales todos podemos empujar algo para que en vez de re-surrección se dé una in-surrección hacia un mundo sin monstruos.