viernes, 23 de agosto de 2019

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Eso, setenta y uno. El 14 de agosto de 1948 aparecí en este mundo, mejor dicho en un mundo que solo tiene que ver con el actual la titularidad territorial y un poquito más. Según mi hija, es que vengo del plesoceno. En este año ha habido una novedad importante en mi vida: la jubilación en enero de María. Está siendo bonito aprendernos de nuevo en un modo de vida sin obligaciones laborales, pero con muchos espacios abiertos para la creatividad. Como se suele decir, no me he enterado de que ha pasado un año. Tengo las mismas sensaciones y los mismos planes.
Monte de Hijedo
Sin embargo he recibido unos cuantos avisos que me hacen recordar las limitaciones propias del paso del tiempo. Vamos que no hace falta enumerarlas, porque no son exclusivas para mí y no dejan de ser de chapa y pintura, sin llegar a mayores. Al cumplir los setenta me avisaron que tenía que dejar el monte y durante este año me estoy conformando con colinas y con paseos de senderismo. Espero que al acabar éste no tenga que haber abandonado este sustitutivo, pero a todo se tiene que hacer uno en la vida, qué remedio.


No he podido escribir esta entrada hasta hoy, porque la fecha me ha pillado en Quintanilla, y allí con tener cobertura en algunos sitios vamos que ardemos. Lo bueno fue la celebración del cumpleaños. Recibí felicitaciones por washap, por facebook, por email y algunas llamadas hasta de personas que no me esperaba. Hizo un día espléndido y nos echamos a la carretera por el Alto Campoo. Visitamos el centro de interpretación del románico y algunos templos, además de disfrutar de los paisajes y de algunos rincones desconocidos. Al final acabamos en Cervatos una pequeña localidad del Campoo de Enmedio, con cuya colegiata quedamos gratamente impresionados. Es famosa porque, entre las figuras típicas del románico que sirven de adorno, algunas de ellas gozan de gran fama por su carácter erótico, según las llaman los guías. Lo que llama la atención es que algo tan explícito esté en la fachada de una iglesia importante, financiada por monjes y con la moral -al menos la  oficial- de la religión de aquélla época. Se admiten especulaciones sobre los motivos de algo tan chocante. De todos modos me gustó mucho el conjunto arquitectónico, sobre todo el ábside que es una joya del siglo XII bien conservada. Comimos en Reinosa y aprovechamos para comprar dulces de la zona que nos sirvieran para cerrar la celebración por la noche. Una buena inauguración de año, que espero dure lo más posible.