miércoles, 9 de noviembre de 2022

Lunes de senderismo 10

 


El pasado lunes día 7 tuvimos una salida que siempre suscita mucha expectativa: Lekeitio recorriendo la senda que acompaña al río Lea. Pero, como pasa siempre, lo que más se desea lleva consigo alguna dificultad, algún esfuerzo o, cuando no, un mal trago: un viaje de bus que se antoja interminable con incontables curvas, revueltas, subidas y bajadas ¡Qué bien hizo Emilio quedándose en casa! Al menos sirvió para que el personal descubriese la gran producción de kiwis de la zona de Arrazua. Estuvimos atentos al ordenador de a bordo para anticiparnos a la llegada y acertamos con la parada. Al bajar todo fue comentar lo mal que se sentía el personal y se veía que la mayoría andábamos como patos mareados. Para rematarlo el inicio del camino estaba totalmente embarrado porque había servido de depósito de troncos y ya se sabe cómo dejan los camiones el suelo. Así que comenzamos caminando como buenamente podíamos sobre restos de cortezas y ramas de pinos para no dejar el calzado sucio desde el principio.


El primer espectáculo que se nos ofrecía era el viejo molino y la primera de las presas de las muchas que jalonan el recorrido del río. La pequeña cascada que formaba daba una sensación de ambiente umbroso, que luego siguió presente a los largo de la primera parte de la marcha. A pesar de que era un día  en que se había anunciado subida de temperaturas, no nos quitamos las prendas de abrigo hasta bien entrada la mañana. A poco paramos a comer algo en unas ruinas de un molino que tiene una minúscula área de descanso. Llevábamos poco tiempo andando, pero era ya tarde y habíamos desayunado pronto. La forma de la senda ayudaba a caminar con soltura y el grupo se fue estirando progresivamente. Esta vez hemos aprobado la asignatura de esperar en los cruces para que los de atrás no se pierdan. En una de esas paradas, además de sacar las típicas fotos acompañadas de burritos, algunas empapuzaron a un simpático poni con los pellejos de los plátanos que habían servido de hamaiketako. De todos modos descubrimos que la senda está muy bien señalizada, cosa que no recordaba de la vez anterior que la hicimos, y por partida doble, porque coincide con las señales de un GR y en el tramo final con las de un PR.


En la medida que nos acercábamos a Lekeitio los espacios se fueron abriendo y el recorrido pasa acompañando o cruzando tramos de carretera. Aquí ya, con la presencia del sol, nos fuimos despojando de las primeras capas de la cebolla. Al poco pudimos observar que el agua comenzaba a ir hacia arriba, lo que indicaba que habíamos llegado a la zona de ría previa a la desembocadura. Y ahí llegaron unas empinadas subidas y bajadas que hicieron resoplar a más de uno y de una. Pasamos por el almacén o dormitorio al aire libre de las barcazas usadas en los gansos de los sanantolines, esperando a las fiestas del próximo año. La llegada al final con la marea subiendo, el espacio abierto marcado por los muros del molino de mareas resulta espectacular. Además salíamos de un recorrido encajonado y umbrío, en su mayor parte, y de repente llegábamos a ese espacio tan amplio iluminado con la luz del mediodía. El personal se dedicó a hacer todo tipo de fotos, hasta que conseguimos que nos juntáramos al lado del edificio del molino para la foto oficial.


Pero ese no fue el mejor espectáculo. Al entrar en Lekeitio nos encontramos con un Cantábrico embravecido. Las olas entraban enroscadas en la arena de la playa y rompían al fondo, saltando por encima del muelle. Un regalo de postal para el final del recorrido. Los que optamos por no quedarnos a comer tuvimos que añadir otra cuesta a paso ligero y unas carrerillas por las callejas del casco viejo del pueblo para no perder el bus. Andábamos preocupados por la huelga del transporte, pero, tanto nosotros como los de la comida, tuvimos suerte porque los de esas horas eran servicios mínimos. El de vuelta ponía por autopista pero hasta que llegó a Durango... O sea, que esta es una salida con más tiempo en bus que andando, pero la disfrutamos un montón.