Lunes de senderismo, 7 de abril. Un vez más hemos estado abonados a "los lunes al sol". Un día espléndido para la inauguración de una nueva ruta por Elorrio. La profusión y la variedad de fotos dan fe del nivel de disfrute del personal en la jornada. Conocíamos perfectamente la línea de bus por ser la misma de la vía verde de Atxondo. Esta vez también iniciamos la ruta desde el mismo punto de salida en Apatamonasterio. Nada más empezar la vía verde tomamos la desviación a la izquierda que nos metía en Elorrio. La iglesia de S. Agustín y la factoría de Eroski nos dieron la bienvenida al municipio. La carretera de entrada está flanqueada por cerezos pero no pudimos disfrutar del esplendor de sus flores porque solo quedaban los restos.

Ya entrando en el núcleo urbano nos topamos con uno de los varios Krutziaga, de los que presume este pueblo, cubiertos con con un tejado sustentados por columnas de la misma época y estilo. A la otra parte de la calzada estaba la primera ermita a la que no pudimos hacer caso por estar en la primera rotonda de entrada. Paramos para reagruparnos porque comenzábamos a callejear y era fácil despistarse. Al llegar a la segunda rotonda no hicimos caso de la señales que marcaban dirección Argiñeta, que era nuestro principal destino, y tomamos otro camino que pasaba por algunas casas y luego desembocaba en la parte alta de la carretera de subida. Al llegar a la base de la necrópolis se avisó al personal que la senda final de subida era muy empinada y que estaba la posibilidad de seguir por la carretera con una ascensión más suave. Solo cuatro o cinco personas optaron por esa segunda, aunque alguna de las que se decidieron por lo difícil tuvo que tomar resuello a mitad de subida.

Los pórticos de la ermita nos acogieron gustosos para darle a la mandíbula, aunque la brisita que corría invitó a retomar la ropa que habíamos guardado al calor del sol y de la subida. El personal disfrutó contemplando la necrópolis y al final acabamos haciendo la foto de grupo detrás de las estelas funerarias. Nos costó arrancar pero ya llegamos agrupados al barrio contiguo de Zenita. En él fuimos admirando unos caseríos imponentes con unos portalones en arco de diversas medidas. En uno de ellos se vendía de todo, pero no estábamos para hacer mercadillo. Nos encontramos con un pequeño molino del siglo XVIII ya inutilizado y, a continuación, nos dejamos sorprender por la fuente de aguas sulfurosas que espandían un olor tan desagradable, como la cantidad de propiedades benéficas que contienen.

Saliendo de Zenita bajamos por una senda hasta el antiguo balneario, reconvertido en un centro escolar concertado. Al dejarlo atrás llegamos a otro Krutziaga que nos marcaba la calle que debíamos seguir para completar el recorrido por una zona campestre, pletórica de prados, huertas, arroyos y buen ganado de todo tipo, incluido un corpulento buey que exhibía indiferente, mientras pastaba, sus poderosas dotes procreativas. Seguimos admirando más caseríos y un molino en ruinas de gran tamaño. Cercana a él había una pequeña cascada que llamó la atención de parte del personal.

Al poco llegamos a la carretera que lleva a Mondragón y tuvimos que hacer una parada para reagruparnos y pasar la carretera juntos. Enseguida se entra al centro de la población y llegamos con tiempo de sobra para coger el bus de la una y diez. Diecinueve personas se quedaron a comer en un restaurante cercano y se fueron a dar la tourné turística. Los que se quedaron han dado buena fe a través de sus fotos de que les dio tiempo para todo y disfrutaron lo suyo con el turismo urbano y con las terracitas que no pueden faltar en estas ocasiones.
Al final nadie optó por quedarse a comer en plan bocadillo. Mientras esperábamos dimos una vuelta por el parque de enfrente y descubrimos unos sitios cubiertos con abundantes mesas y sillas, que tenían relación con un bar que estaba en la planta baja de un edificio azul muy elegante y con ascensor externo. Dimos la vuelta para rodearlo por completo y descubrimos que dicho bar se trataba del "Jubilatuen taberna". O sea, que para próximas ocasiones sabemos que contamos con un sitio ideal para comer en grupo el bocata, o compartir viandas, al aire libre o bajo techo... y a precio de jubilados.