Lunes 31 de marzo, sanqueremos y bienvenida a la primavera. Se me acaban los adjetivos para definir la mañana de la que disfrutamos en todos los sentidos. Un ambiente campestre, con luz, buena temperatura, quietud, vegetación abundante, prados y un río que nos fue melodiando el paseo con sus pequeños saltos de agua. Una colección de edificios dignos de admiración, que culminó con el imponente palacio de Urdandegi, con sus dos llamativas torres perdido al fondo de aquel pequeño y pintoresco valle.
Así lo pudimos comprobar, porque a partir de allí la carreterita rural se convirtió en pista de piedrillas, con pequeñas torrenteras que nos obligaron a dar saltitos, que nos condujo hasta el cañón formado por el río Ayega y que divide en dos partes la sierra de Trasmosos. En este punto el río corta el paso por la pista que sube hasta Zalla porque la abundancia y la fuerza del agua se ha llevado las piedras que estaban puestas para pasar. Así que vuelta para atrás.
Una vez pasada la ermita de Santiago, donde habíamos efectuado la parada y fonda y la foto general, tomamos la subida a la ermita de S. Esteban que está dominando el barrio de Irazagorria desde su colina. Allí comprobamos que estaba el frontón, que no puede faltar en todo pueblo de este país que se precie y otro palacio, éste en un estado calamitoso y rodeado de vegetación que no permitía observarlo bien. También nos encontramos allí con la torre abandonada que no vimos en nuestro anterior paseo. Bajamos a la plaza del barrio, pero como nos sobraba tiempo de espera fuimos caminando por la senda del río Herrerías hasta la parada siguiente.
Las cotas de montaña se solventaron con gallardía y el resto del recorrido fue un paseo tranquilo. Contamos con nuestro invitado de otras ocasiones que siente curiosidad por todo lo que le suena a nuevo. En la espera del bus de línea tuvimos un episodio de desvanecimiento, suponemos que provocado por el sol. A pesar de que entre nosotros no estaban ninguna de nuestras sanitarias, la atención de los y las compis fue eficaz y nada más recuperarse pudo subir y hacer el viaje con todos.
Al final del recorrido también hubo otro amago de mareo, porque en el bus hacía calor y la mujer de al lado de la compañera estaba mareándose y amenazaba con arcadas, pero todo se arregló porque ya estábamos entrando en Basurto y la compañera afectada se bajó y fue al metro. Eso sí, por último hay que resaltar que en esta ocasión se pidió la parada para ir a comer a "ca la rumana" en el momento exacto.
Muy muy bien comentado el recorrido
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