lunes, 2 de marzo de 2009

POLITIKA.2

He estado leyendo todo lo referente a la "polírica" en el blog de Agirregabiria lo que me ha llevado a enterarme de la movida blogera de Politika.2. Veo que también otros blogueros aportan más nombres como "polépica". A mí se me ocurre otro, como "civética" de cives (ciudadano) en vez de polis (ciudad), por aquello de potenciar la participación ciudadana desde cualquier estructura asociativa. Me ha parecido una iniciaiva interesante y constructiva. Por mi parte, intentaré estar al tanto de lo que vaya apareciendo en ella y si veo que tengo un lugar me apuntaré a participar en la medida en que se me permita. Me ha dado la impresión de que se trata de una iniciativa asociativa de participación abierta, esto es, sin etiquetas, a lo que doy mucha importancia porque en este país es un bien escaso y se agradece infinitamente encontrarlo tan a mano.


A este respecto, este tema me trae a la memoria el libro de Toti, El señor de la guerra. Con su lectura me reafirmé en mi personal percepción de la historia de este país. Estamos marcados los vascos por dos paradigmas que para mí están visualizados en Gernika: el árbol y la estatua de D. Telmo. El arbol de las juntas,o los pórticos de las iglesias, vienen a ser la expresión de la participación representativa de los ciudadanos en los asuntos de interés común y un método democrático y modélico de resolver las diferencias y abordar las dificultades. El otro paradigma, de corte cainítico, es de los oñacianos y los gamboínos: cañonazos, espadazos y tente tieso. Cada cual está marcado por su linaje o por sus opiniones y, quiera o no, pertenece o se le hace pertenecer a un bando y ese estigma le acompañará con todas sus consecuencias.


Hoy en día la política y gran parte de la sociedad vasca, a mi modo de entender, están marcadas por este segundo paradigma. Menos mal que es sólo una parte minoritaria la que aún lo conserva en su plenitud a base de tiros, bombas y amenazas. Cada cual mira a su contrario desde su torreón: el batzoki, la herriko taberna, la casa del pueblo, el elkartetxe... En las cuadrillas, en los equipos, en las sociedades, en los portales se sabe muy bien, sobre todo en pueblos, quién es quién y las distancias que se deben guardar. A veces da la impresión que toda la vida de este país está teñida de política partidaria, de sus tensiones y lo más curioso resulta ser que una de las frases más usadas es de política no se habla.


Por su parte, los dirigentes políticos,y los aparatos de sus partidos, se creen ungidos para regir no sólo los destinos del país sino el desarrollo de toda la vida social, económica, cultural, productiva, comercial... como si el tejido ciudadano que sustenta la sociedad solamente fuera una marioneta suya. Se arrogan el protagonismo de los éxitos o de los progresos sociales y adjudican a sus adversarios la paternidad de los fracasos. Me parece una tarea cada vez más urgente hacer real el paradigma del árbol de juntas y de los pórticos que generaron las anteiglesias. Ya es hora de que lo recuperemos y lo hagamos real con el protagonismo de las fuerzas sociales, culturales y asociativas y deje de ser un cuento cuasi mitológico como algunas tradiciones nos lo han querido dibujar. Tengo ganas de que pasen a la historia tantos dogmas doctrinarios, y sus enconos partidistas correspondientes, que han estado condicionando, desde hace décadas, la vida y el futuro del país. El nivel de hartazgo que pueden llegar a producir a esta altura de la historia nos va a resultar insufrible.