miércoles, 24 de noviembre de 2010

MERECE LA PENA...

Estamos acostumbrados a ver noticias de chicos latinoamericanos en plan pandillero y con fama de pendencieros y de que no quieren dar un palo al agua. Es verdad, existen. Más aún, son más de los que nos gustaría y es muy difícil trabajar con ellos. Sin ir más lejos, en la entrada de nuestro garaje que está en un parque acabo de ver a un tropa de cuidado con cara de estar liando alguna y envuelta en un ambientador canutero más que cantoso. Muchos de ellos y de ellas viven a costa de los mal pagados trabajos de sus padres o, sobre todo, de sus madres. Esto no quiere decir que entre el resto de nuestros adolescentes no pase lo mismo.




De todos modos, siempre se puede encontrar alguna historia que nos ayude a no perder la esperanza y a ver que merece la pena invertir nuestros esfuerzos, nuestras programaciones, inversiones ... y todo lo que haga falta porque al final alguien sale adelante gracias a ellos. Algunos no nos dejan rastro de su trayectoria, pero viene de perlas encontrarse con casos como los de E para saber que no todo son catástrofes y que lo que estamos haciendo tiene sentido y unos objetivos correctos. E es un ecuatoriano pequeñito y delgadito que puede pasar desapercibido porque hasta la voz es suavecita y, más que hablando, expresa todo con su cara, sobre todo con su sonrisa tímida. Es lo que se suele decir una hormiguita laboriosa que no para y lo tiene todo organizado. A propósito, me encantaba cómo ponía el café ya desde su primer curso.




Nuestro amigo terminó el programa del CIP el curso pasado, con prácticas incluidas en las cocinas de uno de los mejores hoteles de Bilbao. Nada más terminar las prácticas le contrataron. Al poco tiempo le pusieron a cubrir la baja del jefe de cocina. En estos momentos le están ayudando a cualificarse en la escuela de alta cocina de Artxanda. Supongo que esto no se lo han regalado sabiendo cómo se las gastan en el sector de la hostelería y más entrando en ciertos niveles. Pero eso no es lo mejor. Cuando tiene días o ratos libres se presenta en nuestra cocina y colabora con sus antiguos profesores. Ha dado charlas orientativas a los actuales alumnos y les ha enseñado a hacer recetas especiales.



Este lunes pasado le he visto cuando hemos bajado a tomar café y he sentido un cosquilleo de emoción en la tripa. Daba gusto verlo allí con una pose segura en medio de las miradas atentas de los aprendices y cómo le trataban luego sus propios profesores, como si fuese ya uno de ellos. Claro que no hay muchos como él, por desgracia, pero su ejemplo es importante para hacernos ver la cara positiva de nuestro trabajo. Así pues, traigo en la foto a los 43 componentes de la primera promoción de PCPI de nuestro CIP. De ellos 23 han accedido a grados medios de formación profesional y otros 13 tienen un primer contrato. Al resto les seguiremos ofreciendo ayuda para buscar empleo. Aunque es probable que todos no tengan la misma suerte que E, sí les deseo que tengan su mismo empeño y su buen hacer para abrirse camino en la vida. No hay que dar nada por perdido, merece la pena.