viernes, 5 de enero de 2024

2023, un año especial

     


Es posible que del año 2023 no recordemos ya gran parte de las salidas realizadas, sobre todo las correspondientes al curso 22-23. Me ha parecido importante hacer una reseña de este año 2023 porque marca un antes y un después en el programa general de senderismo. En primer lugar, se fue asentando el programa con los dos grupos que habían sobrevivido a la pandemia. En segundo lugar, se formó, despacio y con buena letra, el tercer grupo compuesto por senderistas nuevos en su totalidad, con la suerte de que cuentan con cuatro responsables y guías. 

  

 Finalmente el ayuntamiento ha ido admitiendo nuevos compañeros y compañeras de viaje a cada uno de los tres grupos. En lo que a nosotros respecta, los hemos recibido con los brazos abiertos y, lo que es más importante, ya son unos más de los nuestros: se van sintiendo en su propia casa, como se suele decir, con el aliciente de que van descubriendo nuevos sitios, nuevas costumbres y, sobre todo, nuevas amistades. También se agradece esas nuevas presencias, porque a algunos de nuestros miembros más antiguos ya comienzan a flaquearles las fuerzas o, a estas alturas no pueden con las goteras que les han tocado.

    

El 2023 ha marcado también un antes y un después en el tema de reforzar y mejorar la organización de las actividades comunes a los tres grupos. Cerramos el curso en junio en la cervecera de Mendikosolo donde nos trataron de maravilla. Después tuvimos una impresionante excursión patrocinada por el ayuntamiento al increíble espacio natural del nacedero del Urederra que culminó con la comida en el camping de Iratxe y la visita paseo por Estella. Por último, cerramos el curso con la comida de Navidad en El Regato, después de una visita guiada en el CIHMA. En estos últimos eventos echamos de menos a Patricia, la responsable municipal de nuestro programa, a la que dedicamos un brindis por su pronta recuperación. Al parecer, la delicada operación a la que fue sometida tuvo buen resultado.

  


 Otra novedad curiosa, que proviene de un imprevisto, fue la lesión del guía, que, de entrada, pudo provocar despistes y desconcierto. Pero no hay mal que por bien no venga, así que enseguida surgieron nuevas iniciativas y propuestas para no quedarse en casa o poder salir de Barakaldo. Algunas fueron espontáneas -puerto viejo, Aizkorri...- y otras más programadas -Castro, Artxanda, Santurtzi...-. Lo importante es que hemos dado un paso adelante y seguimos haciendo propuestas de nuevos trayectos. Es una bonita manera de que haya más guías. 

    


Hablando de novedades, la primera del año fue a raíz de la celebración de Sta. Águeda se consiguió una visita guiada a las escuelas históricas de Larrazabal, que nos transportó a nuestra infancia. En este año hemos hecho oficiales tres nuevas salidas: Mioño a Otañes, Lekubaso a Lemoa y Gordexola. Esta última no pudimos completarla porque nos encontramos con un cierre del camino, por lo que tuvimos que hacer un pequeño bucle para llegar a una parada de bus. A ver si en este nuevo año podemos repetirla para hacerla completa. No faltaron las rutas más míticas: Otsarreta, la vía de Atxondo, el puente de Balmaseda o el castillo de Butrón. También acabamos llamando la ruta maldita a la que sigue las balizas rojas a partir de Peñas Negras. Por fin conseguimos hacerla en un sanqueremos, tras dos intentos fallidos, con un buen susto incluido.

    


No creo que valga la pena recurrir a aquello de "qué le pedís al nuevo año" o qué novedades esperáis del 2024. Lo importante es contar con lo que hemos conseguido hasta el presente y, a partir de ahí, consolidarlo para que no decaiga y, en todo caso, sigamos mejorando en salud, iniciativas y convivencia. Lo dicho, que disfrutemos como hasta ahora con las nuevas propuestas para este año 2024.

 

 

martes, 2 de enero de 2024

Adiós 2023


 Al final no fue tan fiero el león como lo pintaban y, aunque el 31 amaneció con el suelo mojado, el frente había pasado de puntillas y no hubo tanta lluvia ni viento. De todos modos, creo que la jornada del 30 fue un acierto, aunque hubiésemos tenido la osadía de adelantar la despedida ¡Qué demonios, que nos quiten lo bailado! Un paseo con el suelo alfombrado de otoño, con un ambiente fresco dentro de una vegetación generosa, con un sol radiante y un cielo azul brillante, con un ambiente inmejorable de humor y compañerismo y todo ello firmado con una jamada de pantalones largos. Se puede comprobar en la nube de fotos con que se ha ido cargando nuestro grupo de whatsapp, incluidos los marcos especiales "made in Lucía".


    Fuimos doce -un número muy apostólico, pero solo cuatro varones- los que tuvimos la posibilidad de librarnos de obligaciones o compromisos para poder disfrutar de la jornada. Bueno, puede que alguien también se quedara en casa por pereza. Con puntualidad británica llegamos a la parada de Abando para coger la línea 9 de Bilbobus. Llegados a Sta. Marina, y con el respeto debido al ambiente hospitalario, iniciamos la subida a El Vivero. Tuvimos que andar con cuidado por la nube de ciclistas que nos fuimos cruzando en todos los trayectos del camino, en ambas direcciones. A las once pasadas ya estábamos arriba. Es una subida bastante tendida sin fuertes desniveles o repechones. 


    El grupito de rapidillos ya nos tenía seleccionada mesa nada más llegar. La zona elegida era la que está a la parte trasera del bar y de los servicios del área recreativa y, por supuesto, a pleno sol. En un abrir y cerrar de ojos organizamos el zafarrancho. Había dos mesas contiguas, así que en la primera dejamos mochilas, bastones o abrigos. En la segunda se fueron desplegando las tarteras, los paquetes, los platos y el resto del ajuar de campo. Pero... ¡Oh despiste! Varias personas dijeron que habían pensado en llevar mantel... menos mal que Fernan sacó un periódico, que hizo esa función. Ni tan mal, porque, con la llovizna de la tarde anterior y el relente de la noche, tanto la mesa como los bancos estaban empapaditos. No quedó otra que hacer el picoteo de pie, que, por otra parte, da más juego para convivir, pasarse cosas y moverse.


Creo que nos quedamos mirando la mesa repleta por todas las viandas, sin contar los postres y que más de una pensó que a ver qué se iba a hacer con las sobras. Infeliz, ni las raspas: se dio buena cuenta de todo, salado y dulce, dos botellas de vino, una de cava y el botellín de pacharán más la petanca con orujo de Fernan, que pretendía que bajáramos rodando. 

    Para terminar el evento siguieron los cantos animados por nuestro cantor oficial, incluso nos vinimos arriba con un par de villancicos, como consta en los vídeos del grupo. Nada, que no terminábamos de arrancar de lo a gusto que se estaba: más fotos personales, por parejas y, sobre todo, se repitió las de mujeres y hombres separados, como en la mina Picui.

    Calculamos que llegaríamos sin necesidad de correr al tren de las dos y pico. La bajada a Lezama fue tranquila y amenizada, como en ocasiones anteriores, por los fieros perillos  del casoplón que tiene la casita de juguete. Tuvimos que esperar solo un cuarto de hora, o así, pero en el metro tuvimos más suerte y la espera fue corta. Como siempre, nos fuimos despidiendo en las diversas estaciones y hasta el año próximo en el que habrá "más pero no mejor, porque eso es imposible", como suele decir Guayomin.   


domingo, 31 de diciembre de 2023

Deconstruir la Navidad

 


¿Realmente sabemos qué estamos celebrando en la Navidad? ¿Qué queda de lo que nos enseñaron a los mayores en nuestra infancia o de las costumbres que teníamos entonces? Ahora estamos perdidos en medio una mezcolanza de personajes, ritos, tradiciones de otras culturas y que todos han sido fagocitados por el "becerro de oro" al que el mundo entero rinde pleitesía y asiste asiduamente a sus disparatados rituales consumistas, camuflados bajo vistosos ropajes de paz, familia, felicidad, alegría... Todo sirve para hacernos consumir y cuanto más consumas, más vales, mejor vives, más luces ante los demás... Al niño Jesús le traen regalos los Magos de Oriente y, de paso,  Santa Claus, San Nicolás, Papá Noel, Olentzero traen regalos, principalmente para los niños. Al final esto acaba convirtiéndose en un intercambio y, claro, nadie quiere ser menos ni quedar como un miserias. La mayor parte de la gente miramos con terror al calendario porque se acerca la Navidad y acabamos medio locos pidiendo su final cuanto antes, soñando con la reanudación del curso, porque se suele acabar agotados si tenemos responsabilidades familiares


Antiguamente se consideraba una fiesta cristiana. Ahora ya ni se sabe. En su día los que escribieron esos relatos mitológicos en los evangelios no tenían intención de hacer historia, sino de avisarnos de la importancia de la vida, de los hechos y de la doctrina del protagonista, porque iba a ser el mesías salvador -un personaje portentoso cuya venida esperaban los judíos de aquel entonces-. Algunos siglos después de que fueran escritos, el cristianismo tuvo la desgracia de convertirse, por decreto imperial de Constantino, en la religión oficial del imperio romano y se convirtió en cristiandad, porque era obligatorio acatarla. Claro los evangelistas no tenían la culpa de que en la posteridad se tomara al pie de la letra lo que escribieron y que era obligatorio creerlos como hechos que se habían dado realmente.

En la extensa geografía del imperio, el cristianismo se fue encontrando con los ritos o festejos propios del solsticio de invierno: el mito del árbol con sus personajes en los países nórdicos, eslavos o con las fiestas familiares de los romanos. Todos ellos fueron quedando debidamente bautizados bajo la celebración de tan importante nacimiento, aunque, en realidad, en sus fiestas se mantuvieron las costumbres ancestrales: los regalos misteriosos y los encuentros familiares y es lo que nos ha llegado hasta nuestros días, con las variantes particulares de cada zona. 

En ese contexto de bondades, es propio de estas fechas navideñas que se hagan colectas de apoyo a las asociaciones que se dedican a ayudar a gente necesitada, que se multipliquen los llamados a la paz y a la convivencia, que se intente hacer visibles a los colectivos más desfavorecidos, a ser acogedores con los inmigrantes, de intentar acompañar a personas que soportan soledades no deseadas... Vamos, que parece penoso, para la gente de bien, que alguien tenga que pasar estas celebraciones solo o sola. Debajo de estos buenos sentimientos, o mejores deseos, que para un sector de población no dejan de ser ñoñeces, hay un trasfondo válido. Los valores y derechos humanos proclamados por Jesús de Nazaret, y luego transmitidos por sus discípulos, pueden ser tan válidos para ateos como para creyentes de cualquier religión. 


Es este sustrato lo más importante de la Navidad, porque ésta lo hace aflorar de una forma especial aunque sea una vez al año. El problema que se nos plantea ahora, es que los medios para su celebración se han convertido en fines y eso está conduciendo a una perversión  de estas fiestas, que podrían ser entrañables y sanadoras para la sociedad y para las familias. Sin embargo, llevan camino de acabar siendo desquiciantes y fuente de situaciones absurdas, de las que resulta fácil quejarse o criticar, pero que seguimos cometiendo el mismo error de repetirlas y de favorecerlas, cada vez con más fuerza.