sábado, 10 de febrero de 2024

Adiós gasolino

 


Ha llegado la hora de despedir al que se ha llamado desde tiempos inmemoriables el gasolino de Erandio. A decir verdad, los de la otra orilla dirían gasolino de Barakaldo. Fue un medio imprescindible para comunicar ambas orillas a falta de puentes. Tanto Erandio como Barakaldo han intercambiado vida a través de los gasolinos, el de la dársena de Portu y el que unía las Lutxanas. Por él hemos pasado para ir y volver del trabajo, para coger los trenes y buses de la margen derecha y para relaciones familiares. En este último caso me incluyo. Mi padre era nacido en Erandio y mi madre en Barakaldo. Cuando se casaron se establecieron aquí en La Familiar. Así que desde pequeño tuve que usar habitualmente el gasolino para relacionarme con la familia paterna. Ya de adulto también estuve unos años utilizándolo para ir al trabajo. También tengo el entrañable recuerdo de las excursiones parroquiales de S. Vicente a Plencia en las que se les hacía trabajar a destajo, mientras el famoso cura D. Ramiro daba órdenes organizando el paso con su potente chorro de voz.


Mis primeros recuerdos están ligados a la parada que estaba en el Galindo enfrente a otra en Sestao, donde están ahora las instalaciones del Kaiku. La usábamos preferentemente porque nos venía mejor bajar desde la La Familiar por "el corte de la ría" -como llamábamos a la orilla del Galindo-. A veces con la marea baja no se podía utilizar por el fango y los restos industriales que perfumaban el ambiente gris del momento. Era impresionante su aspecto en las horas punta lleno hasta el carel con gente subida en las escaleras de acceso o colgados en los aledaños de la cabina. Y eso que excepto en fiestas o en momentos bajos siempre había dos botes de servicio.


Yo tenía miedo, mejor dicho pánico, cuando veía que la ría venía revuelta. Entonces la boca exterior estaba menos protegida y cuando venía mala mar las olas llegaban con fuerza hasta el interior, con lo que castigaban el costado del bote y le balanceaban de babor a estribor. Ese movimiento me daba la impresión de que nos iba a escupir por la borda y me ponía histérico. En alguna ocasión mi madre me tuvo que dar un buen  cachete a ver si reaccionaba porque le estaba dejando en ridículo. Lo que me encantaba era ver las maniobra que hacían los remolcadores en las pleamares para enderezar el rumbo de los barcos atracados en los muelles interiores de Bilbao aprovechando la desembocadura del Galindo No me perdía detalle.

Y ahora nos toca decirle adiós. Es un paisaje más del Barakaldo industrial que muere de muerte natural. El ecosistema de los pueblos y el modo de vida de los ciudadanos de ambas orillas ha cambiado totalmente y en ellos ya no tiene más sentido que un entrañable recuerdo de algo que fue. En el momento en que ese recuerdo no se puede alimentar por sí mismo pierde vida y desaparece. Ya hay puente en Rontegi, metro y más puentes que nos van a poner. Y es que acontecimientos como éste nos golpea para hacernos echar la vista atrás y percatarnos todo lo que ha cambiado nuestro entorno y lo que hemos cambiado nosotros mismos con él en tan poco tiempo. Como suelo decir yo, y eso que ninguno, o mejor dicho ninguna, hemos cumplido cien años. Claro, pero eso no deja de ser historias  del siglo pasado que quedarán para las chapas de los abuelos cebolletas, y ni eso porque igual en Google se ven mejor y los nietos de hoy en día no están por la labor de aguantarles. Agur viejo amigo.




jueves, 8 de febrero de 2024

Sta Águeda 2024

 


Un año más una de las tradiciones más arraigadas en nuestro pueblo nos ha servido para celebrar la unión de los tres grupos de senderismo municipal de Barakaldo. Esta vez, como en los años anteriores, hemos retrasado la fecha un par de días para evitar la dispersión del grupo en medio del barullo del los días señalados y poder así celebrarlo "en estricta intimidad". Esta jornada podemos considerarla el pistoletazo de salida del décimo aniversario de la creación de este programa del que estamos disfrutando todos sus miembros. Así pues, conviene que  tengamos en cuenta que todas las celebraciones y encuentros comunes de este año queremos que sean especiales.
La coordinadora

A este respecto, desde los coordinadores del programa se ha hecho llegar al ayuntamiento una petición también especial para la jornada anual en que nos financia el viaje: a ver si, con motivo del aniversario, puede ser de dos días. Lo hemos pedido con tiempo porque ya se sabe que en esto de preparar presupuestos las prisas son malas consejeras.

La veteranía

Tal como estaba anunciado, a las 9 horas nos hemos puesto en marcha desde la plaza Bide Onera. Ha habido alguna protesta porque no se han respetado los minutos de cortesía. El primer chasco ha sido el encontrarnos cerrado por obras el paso inferior de la autovía que da acceso a la subida a Cruces. Hemos tenido que hacer el trayecto por las escaleras de "los gaiteros" hasta el polígono. Lógicamente esto ha supuesto un retraso y nos hemos encontrado con el grupo de Cruces que ya estaba impaciente y sorprendido al vernos llegar por la otra esquina de la plaza. Nos hemos reagrupado para iniciar la subida, pero nos avisaron que un grupo ya se había adelantado.

La nueva savia

Una vez en la ermita se ha estado compartiendo comida y bebida en un ambiente alegre. Naiara, la sustituta de Patricia, nos ha acompañado y ya tenía pedida la llave del templo. Hemos podido visitarlo, con tranquilidad y sin aglomeraciones en su interior, los y las que hacía mucho que no entrábamos. Nos hemos encontrado gratamente sorprendidos al ver lo bien reformado y sumamente cuidado que está en su interior. A decir verdad, no pocas han aprovechado para utilizar el servicio de la iglesia y no para fines litúrgicos precisamente. Nos ha costado reagruparnos de nuevo para el momento cumbre de cantar a la santa. Musicalmente hemos afinado mejor que el año pasado, impulsados por nuestros magníficos coralistas, pero se ha dado un pequeño detalle que ha desajustado el coro: las chuletas con el texto de la canción unas eran de ternera y otras de cerdo...


Finalmente llegó el rito que da cierre a estas jornadas. Primero la foto de familia y luego, por aquello del décimo aniversario, otras fotos significativas: los veteranos que participaron en el inicio del programa, los y las nuevas participantes y el grupo de coordinación. Lógicamente, quien más quien menos ha echado en falta a personas que han sido constantes en  las salidas. Y es que los jubilados de hoy en día tenemos una apretada agenda de compromisos sanitarios, familiares e, incluso, sociales. Hay otros que ya están dejando de asistir, por aquello de la salud o de los años -que no perdonan- y, sin embargo, quieren seguir en contacto con el programa a través de los mensajes y las fotos. Igual habría que crear la figura del "Senderista emérito". A partir de aquí, se inició el regreso en grupos, algunos de ellos bien ambientados entre irrintzis y canciones y es que el humor ha sido el protagonista hasta el final. Y colorín colorado hasta el próximo año.