miércoles, 10 de diciembre de 2014

Violencia de género: "deabru belarrak"

Después de una semana, y de un año, sangrante en lo que se refiere a las mujeres víctimas de la violencia de género, me sigo preguntando sobre los orígenes de estas reacciones violentas que, con o sin malos tratos previos, llegan a extremos que siguen resultando inaceptables, sea cual sea la cultura de la que procedan los maltratadores. Todos los recursos y leyes que se dicten al respecto siempre serán necesarias, pero nunca serán suficientes. Su función será paliar los daños en la medida de que lleguen a tiempo. Las medidas preventivas que se están haciendo desde Educación y desde las áreas de los servicios sociales son imprescindibles, pero sus resultados son a largo plazo. A pesar de todo, es inevitable que siempre aparezca algún cordón umbilical que alimente e imposibilite arrancar de raíz esta plaga.De vez en cuando echo la vista atrás y rememoro casos en los que hemos intervenido y me sigo haciendo las mismas preguntas de entonces con más perplejidad si cabe, como en el post que subí hace poco. También recuerdo lo que comentábamos mi amigo Jesús y yo cuando trabajábamos juntos en la construcción. Las broncas del arquitecto o del aparejador siempre las paga la mujer de algún peón, que es la última de la fila, o, en caso de que el peón no esté casado, la contratada de turno. O sea, debe ser un tanto corriente que los cabreos y las frustraciones de los varones los acaben pagando las mujeres y, a veces, con facturas inasumibles.


Paz era una chica de 13 años, que acogimos en el hogar porque su padre repartía estopa a discreción e intentó suplir con ella lo que no hacía con la madre, que estaba reducida a ser el saco de las ostias. A todo esto, su hermano Pedro le plantó cara para defender a la madre y, al final, tuvieron que intervenir los servicios sociales y alejar al energúmeno del hogar. Años más tarde Pedro estuvo una temporada trabajando con nosotros en Emaús y luego encontró trabajo y se casó con una chica encantadora con cara de muñeca. Un día, años después, me crucé con ella y, además de notar un velo de tristeza en su mirada, saltaba a la vista que llevaba un ojo morado. Me estoy arrepintiendo todavía de no haberme parado a hablar con ella.

Jon era el mayor de cuatro hermanos de una familia un tanto caótica. Su padre fue peón de los que repartían leña y se bebían el sueldo. También Jon se enfrentó a su padre y llegó a pegarse con él. No aguantó nada ni en el instituto ni cuando le acogieron en un hogar de Diputación. Se las arregló por su cuenta trabajando en la construcción, como tantos otros. Luego se casó con una viuda que ya tenía una hija. La conocí porque tuvimos que intervenir a raíz del absentismo grave de su hija en el instituto. También como otros muchos Jon se quedó en paro. He visto varias veces a su mujer con la cara marcada y amoratada.


Andrea era una mujer joven cuando la conocí. A pesar de su edad tenía tres hijos y acababa de salir de un programa de protección de maltrato. El energúmeno de turno estuvo a punto de matarla y había acabado en prisión. Nos llegaron denuncias desde el colegio por la situación de los niños. Algo iba mal. Andrea se había echado una nueva pareja que repetía el mismo rol que el de la cárcel, solo que esta vez lo hacía extensivo a los niños, y ella se lo permitía. Años después conocí a los dos hermanos mayores más de cerca porque eran absentistas. Uno intentó suicidarse cuando le dijeron que tenía que salir del hogar de acogida y volver a su casa. Sé que el otro ha acabado en algún piso de reforma por sus agresiones una tanto violentas y por sus fechorías de predelincuente.

Estos son unos pocos ejemplos cogidos a vuelapluma, pero que dan sentido al título que le he dado a este texto: "deabru belarrak", las hierbas del diablo. Así llamaba mi amigo Txikuri a esa hierbas que tienen toda una red de raíces y que van invadiendo poco a poco los alrededores, acabando con la vida de las demás hierbas. Por más que las arrancas o les echas venenos, siempre queda alguna raíz que logra, más tarde o más temprano, reproducirlas. Las conductas violentas que se reproducen en los hijos, la falta de cultura de convivencia, la ausencia de respeto en la relaciones familiares, la falta de resistencia a la frustración, la tolerancia al maltrato o su búsqueda inconsciente, la mala situación laboral, los problemas económicos, la prepotencia machista, la dependencia económica de la mujer... O varias juntas, hasta que afloran en cualquier momento y ya es tarde ¿Cómo se va a llegar a arrancar todas esas raíces? ¿Hasta cuándo va a durar esa tarea, si es que la tomamos en serio? Esa es la cuestión.



lunes, 8 de diciembre de 2014

Risto, te has pasado

En el último chéster, entre los tomas y dacas con el actor de turno, el señor Mejide afirmó con total contundencia que el fenómeno del papa Francisco es una operación de maquillaje de la iglesia, sin dejar la más mínima duda al respecto. Haciendo mía su propuesta de hablar sinceramente, he de decir que me he sentido aludido y ofendido, tanto por la afirmación en sí como por el tono y el contexto en el que se trataba. En esta materia, como en otra cualquiera, para hacer una afirmación tan tajante creo que se debe ser un conocedor profundo de la misma o, al menos, estar debidamente informado por fuentes fidedignas. No sé si el señor Mejide estuvo, o contó con algún confidente, en el cónclave que eligió al cardenal Bergoglio. Tampoco me consta, que puede que sí, que haya estado de corresponsal de prensa en el Vaticano, como para conocer los entresijos secretos de las altas jerarquías curiales. Me resulta extraño que el señor Mejide considere seguro que los que cortaban el bacalao en Roma, bajo el paraguas de los anteriores papas, tuviesen preparado un plan de maquillaje que haya comenzado por segarles la hierba debajo de los pies a los más interesados en mantenerse en el poder. Me extraña, por otra parte, que con su agudeza no se haya percatado de la movida de sillones en la conferencia episcopal española y de la incomodidad que se deja traslucir en el mundillo de los mitrados españoles. No creo que un simple maquillaje resulte tan incómodo.

Es probable que el señor Mejide no haya leído o escuchado las declaraciones del actual papa o se piense que sus actitudes y su modo de vida no supongan una ruptura con la línea de los anteriores y resulten ser simple puesta en escena. No valora tampoco que, por fin, haya por primera vez un papa no europeo que hable el lenguaje de la América del Sur y ponga en valor la existencia y las demandas de los pueblos desfavorecidos. Claro, tanto el señor Mejide como su interlocutor, resumieron el problema de la iglesia en que tendría que vender los tesoros artísticos del Vaticano para hacer obras de caridad o similares. No se han parado a pensar todo el camino que habría que recorrer hasta llegar a ahí, como si eso fuese algo que se decide en un abrir y cerrar de ojos o fuese lo más fácil de conseguir.

Señor Mejide, somos muchos los creyentes que hemos tenido que estar ivernando o tapándonos la nariz mientras Juan Pablo II desmontaba piedra a piedra el Vaticano II y Ratzinger defenestraba teólogos y le daba la puntilla. Romper el restauracionismo inmovilista en el que se había instaurado la jerarquía, ese sí que era el problema. Y lo que este papa está haciendo es marcar el rumbo en dirección contraria con las palabras y con los hechos que están a su alcance. Puede que eso para usted sea maquillaje, pero para muchos es esperanza y movilización. 

Es probable también que entre los televidentes que siguen su programa haya creyentes que están de acuerdo con estos mensajes del papa Francisco y, a la vez, estén dando todo de sí por causas más que justas y altruistas. No creo que, aunque usted no comparta sus ideas o creencias, dude de su talla ética. Pienso, por tanto, que con afirmaciones de ese tipo desvaloriza, no solo lo que está haciendo el papa Francisco, sino también la labor y el empeño de estos creyentes de a pie que comparten su mensaje. Puede que más de uno se haya sentido ofendido, igual que yo, por afirmaciones tan frívolas como la suya. Por otra parte, además del poco respeto mostrado  al habernos tomado por maquilladores o vendedores de humo a los creyentes, me da la impresión de que usted mismo ha insultado  a su propia inteligencia, que no es pequeña al igual que su descaro, al emitir afirmaciones simplistas que responden más a prejuicios que a razones debidamente contrastadas. 

lunes, 24 de noviembre de 2014

El idiotismo hispano

Hemos andado a vueltas con el funeral de la famosa duquesa de Alba. Ahora todo lo informativo está impregnado del glamour que se le ha otorgado a esta señora. Algunos prefieren cebarse en su parte débil y se han estado riendo de ella con imitaciones grotescas, pero la inmensa mayoría de la población de la piel de toro está expectante ante la despedida de uno de los iconos de la nobleza hispana. Será por su peculiar personalidad, será por todos lo saraos impropios de la gente de su casta que ha montado, será porque acabó hecha un adefesio, será vaya a saber usted por qué, pero esta mujer ha estado siempre en el candelero del papel cuché y ha servido toneladas de morbo al populacho ávido de carnaza. Ha muerto llena de títulos, podrida de millones, vestida con un patrimonio artístico que para sí quisieran muchos museos. El funeral por todo lo alto, el ayuntamiento de Sevilla a su disposición, la catedral, el arzobispo... toda una pompa propia de un personaje importante para la nación.

Rivalizando portadas con la duquesa, aparece la Pantoja, que de cantaora lisa y llana fue subiendo de estrados con un historial turbulento de matrimonios, separaciones y demás saraos familiares. Todo ello le llevó a compartir cama y cartera con uno de los ladrones de guante blanco más destacado del patrio suelo, que ya hace falta mano para llegar a esas alturas. 
Ahora resulta que tiene que pagar por ello con la cárcel, como tendría que ser para todos, por lo que se benefició de la tal coyunda, que debió ser cantidad interesante. Pues hala, portadas, debates televisivos, revistas enteras, encuestas populares...

Y, por si fuera poco, aparece un chichilicuatre que se saca unas fotos comprometidas y tiene de coronilla a la vicepresidenta del gobierno y hasta la casa real. Aparece en todas las redes sociales y, de paso, ofrece entrevistas a televisiones y, además de haberse hecho famoso, se estará forrando con lo que le habrán pagado por sus exclusivas. Tiene cara de no haber roto un plato en su vida, pero de la misma es capaz de soltar las mayores mentiras sin mover una pestaña. O sea, que ya se ha buscado la vida sin necesidad de titulaciones y con un único máster en cara dura, que para más coña no necesita el pago de créditos.

Y yo me pregunto si estos son el tipo de personas y de modelos que se necesitan para sacar este país adelante en una situación como la que estamos viviendo. No entiendo qué méritos han podido tener personas así para ser objeto de toda clase de rendivús y de benemerencias por parte no solo  del mundo del famoseo -que lo veo lógico-, sino del ámbito político e institucional y de grandes masas populares que sorben los vientos por poder meter las narices en sus vidas. No sé qué les vamos a poder decir a las próximas generaciones sobre sus posibilidades de ganarse la vida o sobre los valores que se necesitan para manejarse dignamente en ella. Pero si resulta que a lo que aspira la mayor parte de los hispanos es a ganarse la vida, como los ídolos arriba citados, chorizando, viviendo del cuento o de las rentas y sin pegar un palo al agua, tendré que acabar dando la razón a mi hija cuando suelta aquello de "vaya país de mierda".

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Días de monte 18

En realidad tendría que poner 20 en vez de 18, porque las anteriores salidas se quedaron sin reportaje gráfico por los despistes de última hora: Peña Mayor de Mena y Lekanda en el parque del Gorbea. Esta vez nos atrevimos con el Udalaitz, 1.092 mts, subiendo desde Kampazar. Hacía muchos años que ninguno de los dos nos habíamos acercado a esta roca imponente y aérea. O sea, que éramos jóvenes cuando la subimos y no nos estábamos dando cuenta que, como digo yo, con los años las cuestas se empinan más. La cantera, una más de la zona, que se está comiendo el monte nos despistó un poco al iniciar el camino, pero luego encontramos sin dificultad el sendero. 

La subida es desde el principio empinada y, a medida en que se avanza, se convierte en despiadada. El terreno es incómodo y en muchos tramos no se asegura bien la pisada. Siguiendo las indicaciones que traía Juanjo, empezamos bien pero llegó un momento en que el sendero marcaba dos opciones y seguimos, sin saberlo, a la que nos llevaba a la subida en plan de trepada. Creo que fue en el momento en que Juanjo me sacó la primera foto del álbum que adjunto. A partir de aquí nos encontramos primero una senda de cabras casi imperceptible entre piedras, pero con una caída vertical en la que veíamos al fondo los camiones de la cantera. Reconozco que hubo tramos en los que tuve que tragar saliva. Después de más de media hora, a pocos metros de la cumbre, no quedaba otra que ir a cuatro patas y agarrándose bien. Vaya trepadita. 

Me quedé alucinado al llegar arriba. El día era claro y el viento no muy molesto. Al estar aislado de las cadenas montañosas se convierte en un auténtico puesto de vigilancia de largo alcance: el mar, Vitoria, el Serantes, Aralar, S. Donato y los montes de la muga con Francia. A la vez, su altura permite contemplar el entorno como estar mirando una maqueta de las poblaciones y de los montes de alrededor: Mondragón, Elorrio, Durango, Amboto, Mugarra, Gorbea, Oiz, Aketegi, Erlo, Txindoki... Todo un banquete de panoramas, a excepción del destrozo de la última autopista a Vitoria. 

Poco a poco la cumbre se fue animando con la llegada de más montañeros en un magnífico ambiente de cordialidad. De todos modos yo mantenía el temor de que iba a resultarnos imposible hacer el descenso por el mismo camino de la subida. Dos chicos jóvenes que habían subido por el mismo sitio nos orientaron para bajar por el camino "normal", como lo llamaron. Bueno, lo de normal sería porque no había que trepar, pero resultó tan despiadado como el otro por su verticalidad y las malas condiciones del terreno. Así en un descenso que nos pareció eterno, tras las inevitables culadas y resbalones, llegué destrozado como nunca al coche. Eso sí, tanto Juanjo como yo estamos pensando usar dos bastones para las bajadas.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

¿De qué estamos hablando?

Estamos viviendo uno de esos momentos en los que nos martillean los oídos y con imágenes con asuntos monotemáticos. Además de resultar ya cansino estar todos los días con la corrupción y con la independencia a vueltas, resulta que se habla y se discute sobre ella pero sin definirla. Ha habido cantidad de discusiones sobre independencia sí o no -si se tiene derecho, si se queda en Europa, si la liga de fútbol, si la economía...- pero sin hablar de la independencia en sí.  Parece ser que la única definición que se está dando es la separación de España, y eso también sirve para el independentismo de aquí. En ese caso caso hay que hablar y definir todo lo que supone una independencia total, no vaya a ser que pase como cuando los jóvenes dicen que se independizan de sus padres y luego están un día sí y otro también comiendo en casa de la madre y llevándole la ropa para planchar. 

El que propone una independencia no puede atenerse simplemente a los sentimientos, tanto positivos como negativos de la gente, y a unos supuestos históricos que abalan dicha opción. Hay que ser serios, porque, como decían las abuelas, con las cosas de comer no se juega. La opción independentista tiene que hacer valer su voto, lejos de discursos enfáticos y, a veces, simplistas, en unos programas y planes concretos para salvaguardar o mejorar la convivencia y el bienestar social y económico de la ciudadanía, que es de lo que se trata. Deberá explicar con qué recursos se va a contar para atender aspectos como la energía, la moneda, la seguridad y el orden público, el mantenimiento de las pensiones y de las prestaciones sociales... O cómo se van a regular las relaciones laborales, el tema de la banca, el sistema fiscal, las relaciones internacionales, las fronteras... No se puede decir que por ganar unas elecciones o un referendum se proclama unilateralmente la independencia de la noche a la mañana: eso supondría dejar al país con el culo al aire y el pobre tardaría décadas para curarse y recuperarse de semejante constipado.

Es cierto que el estado de las autonomías no da más de sí y que el nacionalismo español sigue siendo una rémora que lastra los gobiernos centrales y los partidos mayoritarios. Se ha cercenado descaradamente el estatuto catalán a golpe de tribunales, se tiene sin cumplir aún el estatuto de Gernika y se juega al gato y al ratón con las competencias y con la financiación de las autonomías. Esto está provocando, junto con las consecuencias de las políticas de recortes sistemáticos del gobierno central apoyado en el absolutismo parlamentario del PP, un rechazo a todo lo que suene a centralismo y una identificación de España con lo que están haciendo esos señores y señoras. Se cae entonces en el discurso fácil de que damos más que recibimos o pagamos para que otros hagan el vago y cobren, luego si no tenemos que darlo nos arreglamos mejor con lo nuestro, o similares. Claro que eso hay que demostrarlo y sacar las cuentas antes.

Personalmente no creo en los saltos cualitativos sino en los procesos. No es prudente pretender dar un paso más largo que la pierna, por el riego de descoyuntarse que implica. Es imprescindible modificar y mejorar la constitución para permitir que la diversidad de personalidades de los pueblos de España tengan una capacidad de autogestión plena, sin renunciar a la cobertura de una gobernanza común en intereses de tipo supranacional que nos afecten a todos. Llámese federalismo, unión de estados, reino unido o como sea la fórmula que se quiera adoptar, se necesita en principio compartir responsabilidades que entre todos nos resulten más eficaces y no renunciar a seguir disfrutando de la riqueza que tiene este estado en la diversidad de tierras y de gentes que lo componen. A partir de ahí, el personal ya estaría mejor preparado y con más conocimiento de causa para optar a  la separación total de su territorio. En mi modesto entender creo que por ahí puede venir una solución, si no con el rompe y rasga de unos y el palo judicial de los otros, esto se está convirtiendo en una marcianada de pantalones largos de la que vamos a salir todos perjudicados. Y vista la predisposición de diálogo que exhibe cada bando, no nos va a quedar otra que encender velas a Santa Rita, patrona de los imposibles.

lunes, 10 de noviembre de 2014

De dos en dos


Ayer fui a visitar a mis compañeras de trabajo y, cuando ya me iba, apareció él con su pinta de siempre, desaliñado y con cara de buscar algo, porque solo se acuerda de nosotros cuando truena y necesita ayuda, ordinariamente urgente. Esta vez se trataba solamente de una fotocopia  para una gestión administrativa. A todo esto le preguntamos por sus hijos, porque el muy capullo acababa de tener mellizos. O sea que en total tres porque su pareja ya tenía otra preciosidad de cría, más lista que el hambre. Así que sin cortarse un pelo apareció con los críos y con su compañera. Quién me iba a decir que aquel crío desarraigado, que no daba pie con bolo en los estudios, que era incapaz de estar un minuto sentado sin armar una, al que tenía que perseguir para que comiera algo, al que le tuve que limpiar el colchón un montón de veces, que no se dormía si no me ponía a su lado y le contaba algo... se iba a meter, sin pensarlo claro, en una movida así. El mismo que cuando en la adolescencia dejó de estar en hogares de protección acabó trapicheando, metido en movidas violentas, mercadeando con costo, entrando y saliendo en medidas judiciales y reproduciendo la historia delicuencial de su familia, se nos presentaba como padre felisín. Tuvimos que tragar saliva y hacer fiestas a los peques y darle chuches a la mayor, que se sentó muy convencida hasta acabar con todas las de la caja, como si de la comida principal del día se tratara. La chica parecía mayor que él, pero su aspecto exterior no desdecía del de nuestro chaval. Según comentó a una compañera viven de la renta de garantías. Claro que él no va a encontrar trabajo nunca, a no ser que sea verdad el que ha estado en alguna vendimia o recogida de frutas. Es de suponer que seguirá con sus trapicheos, aunque siempre irá con el "no tengo dinero" por delante. Yo no hacía más que mirar a las criaturas y, casi inconscientemente, estaba ya visionando la película de su futuro, y no me salía nada halagüeño.

Hoy he tenido que hacer unas pequeñas compras. Al salir de la tienda el viento era infernal y casi no se podía tener los ojos abiertos. De repente una mujer me para, me llama por mi nombre y me suelta un par de besos. En un primer momento me quedo perplejo porque la cara me resultaba familiar pero no me encajaba de qué la conocía, hasta que me percaté de que iba con otros hermanos a los que sí reconocí, a pesar de que el mayor estaba muy deteriorado. Pertenecen a una familia muy maltratada por el alcohol. Al padre lo había conocido mucho antes cuando trabajé en la construcción, porque hacía de guarda en una obra en la que coincidimos, y era reconocido por su fama de bebedor y pendenciero. La madre y el hermano mayor estuvieron acogidos en Emaús. Venían con ellos dos niños que resultaron ser mellizos, que por su edad no pegaban como hijos de ellos. Enseguida la otra hermana me dijo que eran del menor de la saga y, quitándole las gafas al chico me mostró que éste era una foto de su padre cuando era niño. Este pájaro era el que más relación tuvo conmigo porque lo saqué de la calle ya que no iba ni al colegio. Casi sin cumplir los 16 lo pusimos a cargar  y descargar. Lo primero que hice al poco de estar trabajando con nosotros, fue quitarle una navaja automática de dimensiones peligrosas, que aún conservo. Luego se olvidó de ella. Le daba mucha rabia no saber fumar porque veía a sus compañeros más mayores y quería aprender para poder echar algún peta que otro. Al cabo de unos años le vi trabajando en una empresa de pintura de fachadas y me alegré mucho. Al preguntar por él las hermanas me dieron a entender que lo habían perdido de vista y que estaba mejor así. O sea que los niños apenas le conocían y, al escucharme, dieron muestras de que no querían ni oír hablar de él. Al menos éstos cuentan por ahora con unas tías que se preocupan por ellos y la película final puede que no sea tan negra.



Hay días, como éstos, en los que parece que el pasado resucita y abre la puerta sin avisar. Le devuelve a uno alguna historia que pasó hace tiempo -y en la que tuvo algo o bastante que ver- a través de las realidades en las que se ha convertido hoy. Han sido dos historias que me ha tocado compartir en momentos muy distintos de mi vida de educador social: el hogar Murrieta y los traperos de Emaús. He de reconocer que en mi nueva situación de jubilado esas bocanadas del pasado impresionan pelín más. En primer lugar porque le escupen a uno a la cara los años que tiene, aunque aún no los note mucho, y, en segundo lugar, porque se siente más impotente, aún si cabe, ante las calamidades que se le presentan y las que prevé. Después de haber dejado la piel, la salud y las fuerzas para sacar adelante a aquellas calamidades, se encuentra uno con que la historia no solo se repite sino que se reproduce y en estos casos, por si fuera poco, de dos en dos. En realidad creo que uno se tiene que acostumbrar a sentir las cosas de otra manera, ya que no le han encargado que las resuelva, aunque, dado que le tocan en lo más hondo de sus entrañas, aún le queden muchas ganas de tener algo que aportar. 

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Una mujer fuerte

Daba vértigo tan solo observarla, avanzando con sus dos muletas y haciendo funambulismo con su única pierna. Llevaba sistemáticamente dos bolsas, cada una sujeta a una muleta: una que parecía el bolso normal y la otra la de la basura. Era tan atrevida que a veces atravesaba la calle entre los coches sin usar el paso de cebra. Se acercaba a los contenedores y, no sé cómo se las apañaba, levantaba la tapa a pulso con la única mano disponible y, a la vez, echaba la basura. El contenedor dispone de un pedal para abrir la tapa, pero ese artilugio le resultaba imposible, lógicamente. Al retirarse del contenedor tenía que sortear el borde de la acera en un palmo de distancia, lo que le estorbaba para darse la vuelta, pero, no sé cómo, conseguía clavar las muletas en lo alto y subir a pulso su única pierna hasta la acera. Luego se volvía hacia el paso de cebra y se daba una vuelta por los soportales de enfrente hasta llegar al portal de su vivienda. Lo repetía casi todos los días. Daba la impresión de que era un ejercicio que se imponía como disciplina para probar sus posibilidades y superar los graves límites de su invalidez. 

Es una mujer de complexión robusta, sin estar gorda. A primera vista diría que está en los cincuenta bien entrados o en los sesenta recién estrenados. La expresión de su cara deja entrever una personalidad decidida y enérgica. No sé quién es e ignoro el motivo que le ha llevado a sufrir esa situación, solamente la identifico ahora por haberla observado desde mi ventana. Probablemente, cuando andaba normal, nos habremos cruzado un montón de veces sin conocernos, ya que vivimos en la misma calle. Es inevitable que una desgracia de este tipo marque a una persona, no sólo en su personalidad y en su equilibrio psicológico, sino también socialmente. En un ambiente de pueblo pequeño o de barrio marginal se habría quedado con "la coja" para el resto de sus días.

Hoy es la segunda vez que le veo andar con sus dos muletas y con dos piernas. Se ve claramente que se está familiarizando con la prótesis que le han implantado. También ha ido estos dos días a echar la basura, con un bolso en la otra mano y manteniendo el mismo ritual. Eso sí, se la ve más segura y ha cambiado la indumentaria. Antes aparecía con un chambergo, como quien se pone algo encima para bajar y subir de un recadito. Estos días, sin embargo, salía vestida de calle. Hoy de manera especial. Ha estado un buen rato esperando en pie hasta que ha llegado un coche y un caballero la ha recogido. No le ha ayudado a sentarse, simplemente ha cogido las muletas y las ha dejado en el asiento trasero para que no molestasen.

Me quito el sombrero ante personas así con ese tesón y esa fuerza de superación. Lo habitual sería que se eche mano de la silla de ruedas, que es lo más cómodo y lo más seguro, pero lo que crea una total dependencia. Una vez más me ha hecho pensar si estamos preparando a las generaciones futuras para asumir estos valores de esfuerzo y de superación ante las contrariedades o las adversidades de todo tipo. Socialmente nos hemos pasado facilitando todo y creo que ya va siendo hora de cambiar el registro y volver a la cultura del inconformismo ante lo que nos viene dado, aunque sea algo tan irremediable como quedarse sin una pierna.

martes, 21 de octubre de 2014

PODEMOS... qué?

Muchos estamos expectantes ante lo que pueda suceder con el nuevo fenómeno de Podemos. Es muy positivo el que este movimiento haya levantado a tanta gente con ganas de generar las condiciones de un cambio social y político, en un país donde reinaba la sensación de que ya no quedaba nada por hacer, ni merecía la pena tomarse la molestia de intentarlo. Sin embargo, no podrá eludir la espada de Dámocles que se cierne sobre su cabeza, esto es, que si no consigue lo que proclama, no solo se van a hundir ellos, sino que se va a quemar a mucha más gente y se va a vacunar a la sociedad de volver a tener ganas de nuevos cambios. En mi modesto entender, creo que hay que tener bien claro lo que se pueda conseguir en el presente, sin dejarse llevar por los calentones y los subidones de moral del momento. He escuchado al señor Iglesias defender la necesidad de un solo secretario para ganar las elecciones. Creo que ni con uno ni con veinte, porque pretender que el adversario vaya a caer ko al primer golpe me parece muy ingenuo o muy iluso, igual que lanzarse a unas elecciones municipales sin unos cuadros ni unas estrategias previamente estudiadas. Hace falta tiempo y mucho trabajo callado, además de los movimientos públicos, y no hay que perder de vista lo que nos decían las abuelas: las prisas son malas consejeras. Me parece que lo máximo a lo que Podemos puede aspirar es, en primer lugar, a poner nerviosos a los partidos mayoritarios forzando que pierdan base electoral y, después, a desestabilizar el sistema político actual en su conjunto: relación de fuerzas, mayorías, alianzas, controles, revisión de la ley electoral... A partir de ahí tendrá tiempo de afinar y de afianzar sus propuestas y, sobre todo, su organización para ganar las elecciones y para ser eficaces en su gestión, que de eso se trata. No vaya a ser que nos vuelva a pasar como cuando se decía que contra Franco se luchaba mejor: manifestaciones, fervor revolucionario, fuerza sindical, unidad de acción... llegaron las elecciones y ganaron los de siempre y eso es lo que tenemos ahora.

En esto de la organización puede tener Podemos el tendón de Aquíles que le haga acabar con sus pretensiones o esfumarse como flor de un día. He participado en movimientos asamblearios durante bastante tiempo y he podido comprobar que todos tienen fecha de caducidad, si no se les dota de una organización estable que vaya más allá de la vida o de la resistencia moral de los líderes que los pusieron en marcha. Sin embargo, me ha preocupado la propuesta de organización que propone el señor Iglesias: un comité central, un secretario general, unas agrupaciones -llamenselas como se quiera- y unas masas que dicen que votan programas, pero ¿cómo pueden controlar lo que se haga después?... Este esquema tiene un alarmante parecido con aquel que produjo en el siglo pasado bastantes líderes supremos, de los que aún nos quedan vestigios en el presente, además de unos cuantos desaguisados históricos, que no es el caso que se vuelvan a repetir. Para el futuro es preciso crear un nuevo sistema que equilibre la eficacia organizativa con la participación ciudadana y para eso, además de los entusiasmos y el empuje, hace falta hilar fino y tener creatividad, porque hasta ahora no se ha conseguido. Pienso que es el gran reto de Podemos porque es el único movimiento que ha aglutinado a la ciudadanía indignada después del detonante del 15M.

jueves, 9 de octubre de 2014

La Lobera de Wert

El ministro de Educación del nuevo gobierno de Suecia, impulsará una nueva ley para subir la edad de la educación obligatoria de los 16 años actuales a los 18. Igualmente aumentará el salario de los profesores y disminuirá el número de alumnos por aula. "No podemos transmitir a nuestros jóvenes la idea de que encontrarán trabajo si no tienen una potente formación". Nos encontramos ante un plan que es diametralmente opuesto a los nuevos planes impuestos por el absolutismo parlamentario del Partido Popular. Puede que todos los términos del plan expuesto por el ministro sueco no tengan que ser necesarios para el objetivo que propone al final. Puede que se diga que decisiones de ese tipo conllevan un presupuesto más que considerable, y que no están las cosas para ese nivel de gastos. Sin embargo, debajo de esa declaración de intenciones podemos descubrir una forma de abordar la situación de crisis actual alternativa al purgatorio que nos están haciendo pasar aquí. Es probable que los suecos cuenten con una economía menos deteriorada que la nuestra, pero no se libran de la crisis por la que se está pasando en la zona. Se cuente con mucho presupuesto o se cuente con poco, lo importante es a que se da prioridad a la hora de hacer los presupuestos. El PP entiende que la educación es un gasto y corta por lo sano. El nuevo gobierno sueco la considera una inversión para resolver la salida del futuro de las generaciones jóvenes, que es a su vez el del país. No se puede dejar éste en manos de unas generaciones desmotivadas, mayoritariamente mal formadas o sin cualificación alguna. 

Las escasas expectativas de empleo no ayudan a motivar la cualificación o los estudios superiores, a lo que hay que añadir que la cacareada mejora en el empleo solo hace referencia a contratos de corta duración, sin ser de jornada completa y con unos salarios al nivel del mínimo interprofesional, que es, a todas luces, una manera de generar trabajadores empobrecidos y sin recursos para mantener una familia. Previamente se había dejado a los trabajadores sin los recursos legales de protección y sin los convenios colectivos, por lo que a lo poco que pueden aspirar los privilegiados, que aún mantienen el puesto de trabajo, es a que no les rebajen más el sueldo. Es en este contexto donde hay que encuadrar los planes de enseñanza que está imponiendo el gobierno, que sí tiene un gran plan para la sociedad, debidamente camuflado con la crisis: desmantelar los servicios públicos, destruir empleo público, crear una gran masa de trabajadores necesitados que se tengan que agarrar a cualquier miseria que se les ofrezca... Para este tipo de sociedad fragmentada, al que nos están llevando impunemente, se programa una educación netamente elitista, camuflada bajo la búsqueda de la excelencia, pero reservada, en realidad, a las clases pudientes que la pueden pagar, y orientada a formar a las nuevas élites del futuro, en el que las diferencias sociales se habrán agrandado aún más. El resto de la población que se las arregle como pueda, tengan el talento o las capacidades que tengan.


Es así como, en el nuevo currículo de la enseñanza obligatoria, se va haciendo una criba implacable y, en vez de procurar apoyos a los más débiles, se les va apartando del proceso normal y se les  conduce a un callejón sin salida. Cuando llegan a los 18 años se encuentran sin oficio ni beneficio y, no pocos, con un nivel de analfabetismo funcional alarmante. O sea, me imagino ese callejón al estilo de las antiguas loberas que proliferaron en nuestros montes y de los que aún quedan restos. Al final de sus muros, preparados en forma de embudo, el lobo se encontraba con un foso donde esperaban escondidos los cazadores y del que no había salida. En estos momentos se están ampliando unos muros de los que será casi imposible salir y, al final, esos jóvenes se van a encontrar con un foso en el que solo cabe esperar el fracaso y, posiblemente, la pobreza y la exclusión. He aquí un buen plan para asegurar el nuevo tipo de trabajadores que se precisan: los que no van a tener otra que aceptar lo que sea y en las condiciones que sea y, aun así, puede que no les dé ni para sobrevivir. Creo que el gobierno, dentro de sus previsiones, no ha calculado qué margen de actuación les va a quedar cuando la cantidad de miseria que se vaya acumulando en el foso supere sus muros y a las organizaciones humanitarias, tanto laicas como religiosas, no les lleguen ya los paños para enjugar tantas lágrimas.


domingo, 28 de septiembre de 2014

"Otro bloque en el muro"

He tomado este símil en el título de uno de los discos más famosos de los Pynk Floid. Decía Jhon A.T. Robinson que muchas veces las religiones se podían convertir en muros impenetrables que nos impedían llegar a Dios, cuando su misión supuestamente era la contraria. Uno de los factores que conforman ese impedimento es la intolerancia, que lleva a la exclusión de todos aquellos que, por debilidad o por discrepancias, no aceptan o no cumplen las normas que sus jerarquías dictan, tanto en el campo moral y social como en su credo. En España la iglesia católica cuenta con una jerarquía que se marca como principal objetivo sobrevivir, convirtiéndose en un grupo de presión -financiación pública, privilegios fiscales, influencias políticas, clases de religión...- e intentando erigirse en normativa moral para toda la población. De este modo, se está encontrando con que solo puede conseguir un rechazo mayoritario de ésta, una pérdida cada vez mayor de fieles, así como restar credibilidad a aquellos sectores de las comunidades creyentes que están comprometidas en la atención a los más necesitados. 

Esta jerarquía está aún viviendo de las rentas o de los rescoldos de un pasado en el que el catolicismo era como una parte más de la identidad española. Pero aún no ha comprendido que la misión de una religión, ante todo y sobre todo, es facilitar a los hombres el camino hacia el encuentro con Dios, hacia su propia felicidad y hacia la convivencia justa entre todos, cosa imposible de conseguir por imposición, por dogmatismos o por liturgias vacías de contenido, aunque se les pretenda vestir de mucha pompa. Un ejemplo lamentable es el del obispo de Alcalá de Henares cuyas intervenciones públicas, ya sean homilías, declaraciones a la prensa o escritos episcopales, suponen cada una de ellas "otro bloque en el muro" del autoritarismo jerárquico. Sin ir más lejos, algo de su última declaración:
"Ha llegado el momento de decir, con voz sosegada pero clara, que el Partido Popular es liberal, informado ideológicamente por el feminismo radical y la ideología de género, e “infectado” como el resto de los partidos políticos y sindicatos mayoritarios, por el lobby LGBTQ; siervos todos, a su vez, de instituciones internacionales (públicas y privadas) para la promoción de la llamada “gobernanza global” al servicio del imperialismo transnacional neocapitalista, que ha presionado fuerte para que España no sea ejemplo para Iberoamérica y para Europa de lo que ellos consideran un “retroceso” inadmisible en materia abortista."


No se puede ir, en un mundo pluralista y globalizado como éste en el que vivimos y nos movemos, condenando, desprestigiando y faltando descaradamente al respeto a todos aquellos que o no piensan o no viven como él decide que hay que hacer. Si debe responder a la misión de mostrar el camino que se considera auténtico, habrá que hacerlo acompañando, acogiendo, entendiendo y "poniéndose los zapatos "de aquellos a quienes pretende "salvar" o liberar de sus errores. Pero no se puede echarles al infierno a patadas y, menos aún, pretender que sus fieles les traten con esa misma actitud. Creo que, antes de nombrar a alguien obispo, habría que hacerle un examen de aptitud, basado en su sensibilidad, en sus cualidades y en las actitudes propias para ser pastor -que para eso se le nombra-, más que por sus títulos académicos y por sus simpatías o influencias en la curia.

lunes, 15 de septiembre de 2014

"La caída de los dioses"

Ha sido el notición de la semana: Emilio Botín ha muerto de un ataque fulgurante al corazón. Daba la impresión de que este hombre había hecho todo bien, hasta la forma de morirse. Incluso, como suele decir un amigo mío, tenía el apellido más apropiado para un banquero. Lo que me pareció sorprendente es que estaba aún caliente, como se suele decir, y ya era más importante para los informativos saber quién iba a heredar su puesto que la noticia de su muerte. Me acordé entonces de la célebre frase "el rey ha muerto ¡viva el rey!", en este caso la reina. No es que comparta con el difunto ninguna afinidad ni ideológica, ni social, pero de todo lo que se comenta de su personalidad me ha llamado la atención un par de aspectos. Dicen las malas lenguas que no era un persona despilfarradora, incluso podía parecer tacaño por lo poco que gastaba. Es interesante que el propietario de una de las mayores fortunas del país no encuentre su satisfacción en el dinero, más bien debía de hacerlo en el trabajo y en la expansión de su obra y así de bien les ha lucido a su banco y a sus mecenazgos. Unido a esto, define bien su personalidad el hecho de que su plato favorito eran las sardinas, y cuando ya no eran de temporada comía las de lata. Tela, un magnate de las finanzas a nivel mundial cenando un bocata de sardinas en lata, mientras nos venden en los medios como personajes importantes a un montón de mercachifles luciendo el palmito en restaurantes refinados. 

Para rematar las noticias de la semana ha fallecido también el señor Alvarez, presidente de El Corte Inglés. Otro empresario de alto nivel como corresponde a esa empresa. Me encuentro con que también era una persona sumamente trabajadora, exigente con el detalle y la atención. El máximo dirigente de ese gigante de ventas se iba a pasear por los diversos centros para observar en persona cómo se trabajaba o se iba a comer a los restaurantes que suele haber en los mismos, sin que se le cayeran los anillos.
Lo que más me ha llamado la atención de su política empresarial, es el hecho de que el número de trabajadores de su empresa es similar ahora al que tenía antes de que comenzara la crisis. Recortes los han tenido todos, si no ha recortado en plantilla es que lo ha hecho en beneficios, lo que es de agradecer en estos momentos, sabiendo cómo se las gastan en este país la mayoría de las grandes empresas a la hora de librarse del personal. Otro hombre que ha ido creciendo desde abajo y que nunca ha metido ruido ni ha estado apareciendo en los medios, siendo otra de las grandes fortunas del país. 

Hay una característica que define el perfil de estas dos personas: recibieron una empresa familiar y la han hecho crecer hasta conseguir, cada una a su nivel, que estuvieran en primera línea de la economía española y tuviesen una proyección internacional. Austeridad o sencillez y trabajo, debe ser una buena fórmula para conseguir tirar del carro de la recuperación, pero me temo que no quedarán muchos así en el ámbito de los dirigentes empresariales o en las altas esferas. Parece que la sucesión de ambos sigue ceñida al ámbito familiar, una hija y un sobrino. Según están dando a entender éstos en sus primeras declaraciones, quieren seguir la línea de trabajo y de política empresarial de sus antecesores. El tiempo lo dirá, porque los que somos padres tenemos claro que nunca sabremos por dónde nos van a salir los hijos.

A mí particularmente me hubiese gustado que toda la fuerza y el saber de estos hombres se hubiesen empleado en empresas dignas de mejor causa que la banca y el negocio privado. Sin embargo, aunque hayan sido unos millonarios y nos parezcan gente de otro mundo, nos han dejado una buena lección sobre algunos valores, como los comentados anteriormente. Entonces me caben unas cuantas preguntas que no se saben nunca responder ¿Por qué no existen -o al menos no se les conoce por escasos o raros- políticos de estas características? ¿Los hace amantes del dinero, servidores del ego, trepas irredentos, caraduras o cínicos profesionales el sistema de partidos o vacían el sentido de los partidos los que van aterrizando en ellos con la aviesa intención de buscar un sillón o sacudirse sus miserias personales y van echando a los pocos que aún quedan con criterios de servidores públicos? ¿Todos los que están dispuestos a trabajar por causas altruistas tienen claro que la buena voluntad no vale si no va acompañada de una buena preparación y si no cuentan con una organización bien engrasada? ¿Las entidades que tienen empresas o iniciativas sociales de promoción y desarrollo o de ayuda social cuentan con una planificación empresarial que garantice la eficacia de su labor? ¿Se ofrecen estos valores a las generaciones jóvenes como garantía de futuro para ellos y para el país o se les invita a soñar con resolverse el futuro saliendo en la tele, jugando al fútbol o buscándose la vida por enchufes y vivir sin dar un palo al agua?

sábado, 6 de septiembre de 2014

El otro cáncer de la enseñanza pública

Hace tiempo escuché una conferencia de una de las profesoras que participaron en la programación de la LOGSE. Me llamó la atención el que, a la hora de hablar de las dificultades que se habían encontrado al desarrollarla, señaló entre las principales el estatus del profesorado. Es verdad que la enseñanza pública tiene, ante todo, otro tipo de amenazas, por si ésta fuera poco, que le viene de fuera -el pitorreo de los cambios de leyes, la falta de respeto y de consideración sociales, los ratios, los sistemas de adjudicaciones...- pero no se puede reducir la problemática a temas de este estilo, ni parapetarse en ellos para no querer ver lo que pasa por dentro. Después de una buena cantidad de años trasteando entre institutos y colegios de primaria, facilitado por el trabajo que he estado desarrollando, me he ido percatando de que esa "dificultad" está tomando carácter de un cáncer, que amenaza con irse comiendo poco a poco las células vivas del mundo de la enseñanza y que acabe con la viabilidad de la misma, si se la suma a las amenazas externas.

En todo lo que voy a decir no intento englobar al profesorado en general. No hace falta ser ningún perito en pedagogía para distinguir los tipos de profesores o de maestros y maestras. El problema está cuando se van dando una serie de condiciones que consiguen que los sectores pasivos y recalcitrantes de dicho profesorado vayan bloqueando a los que siguen con ilusión su profesión e intentan innovar y mejorar sus funciones educativas. Citando al profesor Santos, de cuyo blog soy seguidor, suele contar en sus conferencias que cuando llega uno o una al equipo y comienza a hablar de mejorar, de nuevas iniciativas ... de inmediato se encuentra con 27 puñales preparados para acabar con él o ella. Y no es broma. El funcionariado, como casi todo en la vida, no es ni bueno ni malo en sí, sino cómo lo ejerza la persona que lo tiene. Ofrece una seguridad y unas garantías para conseguir profesionalidad y estabilidad en la enseñanza, pero se puede hacer de estas virtudes un escudo para poder abusar de los privilegios que confiere y darse, lo que se suele decir, la buena vida: vivir de las rentas, a mí que no me metan en líos, en mi clase lo que me dé la gana, a mí que no me vengan los padres... 

Algunos ejemplos. He podido escuchar a profesoras decir sin el menor rubor que lo de las nuevas tecnologías no va con ellas y que no piensan molestarse en aprenderlas ¿Es posible que sigan en una escuela para el siglo XXI? Otra frase recurrente, que me ha tocado escuchar en demasiadas ocasiones como declaración de intenciones, es "la escuela no es mía"... Tras lo que puede ser algo cierto, se detecta un desapego larvado a su trabajo, al cuidado de los alumnos y a la asunción de responsabilidades. Todo un lastre que cada vez se deja notar más. En ese plan, ¿cuántos van a quedar para tirar adelante con el carro de la organización, de la mejora del servicio, de la innovación? He podido tener acceso a programaciones impresentables carentes de orientaciones y de objetivos claros, fruto más del corta pega y corrige fechas que de resultados de evaluaciones de mejora. Me da la sensación, a través de los comentarios escuchados, de que las horas que teóricamente se tienen que dedicar a la formación y actualización del profesorado se usan para otras cosas porque éstas tienen poco gancho... y se podría seguir con más detalles 

Otra lacra del mal uso del funcionariado, que está arropada por el corporativismo y la ley de mirar para otra parte, es la falta de control o la permisividad a la hora de ausencias, salidas y entradas a deshora. A esto hay que añadir que existe un sector al que se le permite utilizar arbitrariamente los derechos laborales -que los tiene que haber- sin intentar compaginar sus consecuencias con las necesidades concretas y reales del alumnado. Esta es otra de las situaciones que más favorecen la extensión de este cáncer: la enseñanza en estos momentos - y esto no me lo puede negar nadie- está programada, en un tanto por ciento altísimo de centros, en base a los intereses del profesorado y no pensando en el beneficio de los menores, cuando por ley, y por la lógica más elemental, el bien del menor siempre tiene que prevalecer.

Mi última preocupación es que dicho cáncer está desarrollando metástasis ¿Me puede decir alguien a qué se debe la pléyade innúmera de universitarios que se quiere dedicar a la enseñanza? ¿Cuántos de ellos y de ellas pasarían los filtros que exigen, por ejemplo, en el exitoso plan de estudios de Finlandia? Mi hija tiene muy clara la respuesta por lo que se comentaba en los corrillos del bachillerato: "es una carrera fácil y te puedes hacer con un puesto fijo de por vida y, viendo a muchos de los que nos han dado clase, se puede vivir sin dar un palo al agua, pero están locos porque no saben en la que se van a meter" ¿Qué se puede esperar para mejorar el futuro arrancando con estas motivaciones básicas de la "vocación" de enseñante -porque ni me atrevo a decir de educador? Espero, de todos modos, que haya también otros y otras convencidos de lo que van a coger entre manos.


miércoles, 3 de septiembre de 2014

De aquellos polvos, estos lodos

Ayer lo medios de comunicación de Euskadi destacaron el informe de la Ertzaintza sobre las estadísticas de maltrato de hijos a padres, sobre todo madres. Hablaban de cerca de 400 casos denunciados, lo que hace prever que los ocultados, por vergüenza o miedo, podrían superar ese número con creces. Es cierto que en diversos municipios del país se ha comenzado a poner en marcha programas para tratar estos casos, aparte del uso inmoral que hacen de los mismos las televisiones basura. Dichos programas pueden aspirar a paliar la situación de sufrimiento de esos padres, los jueces pueden tomar medidas de alejamiento ...pero el problema de fondo va a ser casi imposible de solucionar. Esos chicos y chicas, que según parece éstas van en aumento, necesitarían todo un tratamiento del nivel de los que se aplican a los toxicómanos en las comunidades de desintoxicación, sin perder de vista el seguimiento posterior. Dentro de su agresividad y su violencia puede resultar que sean los más débiles porque les faltan recursos elementales para desarrollar una vida digna y feliz: no tienen resistencia a la frustración, se creen dueños de sus vidas y no saben y no admiten que les digan qué pueden hacer con ellas, no tienen referencias positivas lo que les hace tomar decisiones alocadas y peligrosas para ellos mismos y para quienes les rodean. Necesitan un tratamiento de choque para que puedan adquirir bases de resiliencia que les empujen para salir de ese infierno en el que viven y que en el que envuelven a los suyos. En realidad puede que sean los más infelices y los que más sufren, porque en la medida en que se siguen saliendo con la suya aumenta su ansiedad y la espiral de su violencia acabará por hundirles en un remolino autodestructivo.

Es fácil decir que esto se venía venir. En mi reciente entrada sobre Roy expuse un caso en el que el maltrato tenía otras connotaciones y se daba en otros contextos, como consecuencia de la violencia machista  vivida en el hogar. Este tipo de maltrato psicológico y físico, tanto contra las personas como contra los bienes familiares, tiene otro cariz y, como tantas cosas de la vida, se van cociendo poco a poco pero luego salen a flote y ya es tarde. Con la llegada de la democracia se decía que nos hallábamos con la ley del péndulo, antes estaba todo prohibido así que luego todo permitido. Era un tópico, pero el tiempo nos ha hecho ver que tuvo sus consecuencias, sobre todo en la plaga de drogadicciones que se produjeron. Luego han venido los tiempos de vacas gordas y se ha tenido la sensación de que había que aprovechar la vida y que podíamos con todos los caprichos de los pequeños. Poco a poco nos fuimos dando cuenta de que iba in crescendo la falta al respeto a los mayores, a los espacios y al mobiliario públicos, a los profesores y profesoras... hasta que se está llegando al fondo de la cuestión cuando se destapan las agresiones parentales. 

Antes de escribir esto me he dedicado a repasar todos las entradas de mi etiqueta dedicada a la educación y de algunas historias de mi vida y me ha resultado ver que las inquietudes que reflejaba en ellas han ido cristalizando en situaciones de este tipo.  No se puede reducir la escusa a lo que he leído en algunos medios de comunicación de que, como se deja la educación a la escuela, la familia se lava las manos y luego pasa lo que pasa. Voy a intentar a hacer un decálogo de las observaciones, que he ido apuntando a lo largo del blog, para predecir posibles maltratos del tipo que nos ocupan y otros, no menos dolorosos aunque no se les dé esa categoría.

1.- No lo diga nunca que no
2.- Adelántese a sus caprichos para que no haya conflictos ni llore
3.- Acostumbre a su criatura a estar rodeada de muchos adultos adorándole y riéndole todas las gracias por muy desagradables que sean
4.- No le acompañe en sus juegos ni se preocupe de cómo ni con quién los hacen
5.- Permítale que insulte y pegue a los adultos que osen no hacerle caso o darles lo que quieren
6.- Si las maestras o maestros le llaman al orden o le imponen sanciones por su comportamiento, vaya usted a denunciarles
7.- Dele todo el dinero que le pida y no controle en qué se lo gasta
8.- Permítale que  tenga llave de casa y que la utilice habitualmente sin su presencia
9.- No le acostumbre a hablar las cosas en familia y a dialogar entre todos, porque igual se aburre.
10.- Mándele cosas y luego no le importe el que las cumpla o no
11.- De los horarios de entrada y salida ni se discute.
12.- Procure estar discutiendo con su pareja, y su familia correspondiente, sobre quién está maleducándolo
13.- Al primer grito que le dé usted achante, porque como no se puede hablar con él o ella no queda otra que aguantar, además si le planta cara igual le puede denunciar.
14.- Ante los primeros problemas que le empiecen a superar no se le ocurra acudir a los servicios públicos socioeducativos, porque qué van a decir de nosotros.
15.- Si no quiere estudiar o ir a clase qué le vamos a hacer
16.- Téngale a la última en modas de ropa y de aparatos electrónicos...

Y así, poco a poco y suma y sigue, hasta que se vea metido hasta el cuello en unos fregados y en unos callejones sin salida que acaban estallando en la cara de los más cercanos, que para eso están. Lo dicho de aquellos polvos, estos lodos.

viernes, 29 de agosto de 2014

66

Los planes de verano, las idas y vueltas pendientes de nuestros mayores y de la menor han conseguido que no haya escrito una sola línea en todo el mes de agosto. Pero no puedo pasar por alto que en este mes paso la hoja del calendario anual que me recuerda que mi nacimiento queda cada vez más lejos en el tiempo. Este año no podía faltar a esta cita por que, aparte de lo bonito o de lo simbólico que pueda parecer la cifra, cumplo mi primer año de jubilado. No deja de ser un aniversario curioso, porque me da la impresión de que eso sucedió el mes pasado, o así. y resulta que ya han pasado doce. 

Éste ha sido un año de experiencias contrastadas, desde el despiste del inevitable ¿Y ahora qué? hasta la posibilidad de llevar los asuntos domésticos con toda la calma del mundo o disponer de más tiempo para leer o para el deporte. A decir verdad llevaba varios años preparando lo que iba a hacer cuando me llegara la hora, pero he de reconocer que en esto de la jubilación pasa lo mismo que en la carrera: uno aprueba lo que pone en los libros, pero cuando se topa con la realidad se da cuenta de que sabe bien poco o casi nada. O sea que tenía muchos planes pero, a pesar de lo que te dicen todos, tienes el mismo tiempo de siempre: 24 horas que se esfuman a la mínima de cambio en cuanto te despistas y para cuando quieres ponerte a ellos resulta que ya no te llegan las horas.

Ante todo, sin embargo, he de reconocer que recibí con júbilo mi nueva etapa vital y que ese júbilo se ha ido prolongando a través de este primer año. He podido disfrutar de una mejor relación familiar, me he sorprendido retomando viejas amistades que tenía medio empolvadas, he comenzado a explorar nuevos territorios en los que invertir mis empeños o mis inquietudes... Ahora me queda para las próximas ediciones el concretarlos o ampliarlos, por aquello de que lo que no avanza retrocede, nunca se queda igual.

Otro aprendizaje de este primer año ha sido el ser consciente de que han aumentado considerablemente los despistes, los olvidos o similares. No creo que sea su causa el que haya pasado un año, sino más bien la ausencia de la tensión que los horarios y que la responsabilidad del trabajo nos crean en los hábitos y en la organización de la cabeza y de los espacios de la vida. Otro aprendizaje que me queda pendiente para la mejora personal y, sobre todo, para la supervivencia de la convivencia de los que me rodean.

Sin embargo he tenido muy presente la dedicatoria que una de mis compañeras de trabajo escribió en la típica tarjeta de despedida que firmaron los del departamento y algún allegado más. "Aquel que tiene un porqué para vivir se puede enfrentar a todos los cómos". En ello estoy y espero mantenerme en ese desafío. Sin ser un iluso pero sin renunciar a tener nuevas ilusiones. Tengo también en cuenta lo que he leído recientemente de Estrada "los deseos irreales, que no abren posibilidades de vida, se vuelven contra el hombre reactivamente y lo destruyen". Está claro entonces que las ilusiones que merecen la pena, por muy difíciles que parezcan, son las destinadas a crear o propiciar vida en los propios y en los ajenos, así la mejoría de la propia vida queda asegurada.

jueves, 24 de julio de 2014

El viejo fresno

Me contaron los mayores del lugar, que, con toda probabilidad, el fresno de la parte posterior de la iglesia tendría una edad parecida al roble centenario que tanta fama ha adquirido con los anuncios de la Junta -ese que aparece en la portada de este blog. Era frondoso y de una altura considerable, pero un rayo lo rasgó y un ventarrón terminó la faena, dando con su enorme tronco en el suelo. Varios vecinos se encargaron de aprovechar su sólida madera, tanto para leña como para trabajos artesanales. Solamente quedó en pie la base del tronco hueca por dentro y con unas cuantas ramas, de esas que salen en la parte baja de los árboles.

Hace poco nos dimos cuenta de que del hueco de los restos está surgiendo un retoño, un árbol nuevo. María y yo nos quedamos admirados de la fuerza que tienen los seres vivos por mantener y recrear la vida. A pesar de que se le había dado por muerto, comenzó a dar señales de revivir cuando en la primavera siguiente las ramas del maltrecho tocón volvieron a llenarse de hojas. Después fueron saliendo más ramas de su supuesta copa. Pero ahora, no contento con eso, nos está dejando muy a las claras que está reinventándose de nuevo: de su seno, ahuecado por el rayo, está brotando su nueva vida. Será impresionante contemplar en el futuro el conjunto de un fresno nuevo insertado en los restos de sí mismo, como si éstos fueran el tiesto en el que se ha ido formando.

A veces en la vida nos encontramos con casos de personas, más o menos cercanas, que han sufrido accidentes o desgracias con graves secuelas físicas y/o psíquicas. Es fácil darse por vencido o que los demás solamente tengamos para con ellos consideraciones compasivas: póbrecito, qué pena, qué mala suerte... La vida que llevamos dentro también tiene esa capacidad de hacernos surgir de nuestras cenizas, de cicatrizar heridas y de reinventar una nueva forma de vida a pesar de los destrozos que se hayan padecido, como se ve en el viejo fresno. Eso sí, si se cuenta, como es su caso, con unas raíces profundas y bien arraigadas que posibiliten el recrearse de nuevo. Esas raíces que se hunden en un terreno fecundado por las ganas de vivir, por la capacidad de lucha y, sobre todo, por los lazos afectivos. Ese resurgir necesita tanto de la fuerza personal como de la atención y del empeño del entorno, más allá de la compasión. Y lo más maravilloso que tiene esa colaboración es que, además de no dar por perdida o por inútil una vida, consigue que los de su entorno, dando lo mejor de sí, generen más vida también para ellos mismos. El viejo fresno es un vecino magnífico y vamos a seguir con atención, paso a paso, año a año, el desarrollo de su nuevo ser.

domingo, 6 de julio de 2014

Roy, la cara de hielo

Son muchas las veces que algunos me saludan y no recuerdo el rostro o no lo asocio a ningún sitio, colegio, lugar de trabajo, vecindad... Sin embargo con Roy me pasa lo contrario. El ya no se acordará de mí, pero su cara es de esas que no olvidas nunca. Además, fue uno de los primeros casos en los que trabajamos en nuestro programa y al final se nos escurrió de entre las manos. Casos así con tantas horas empleadas y fallidas son difíciles de olvidar. Últimamente me cruzo con él a menudo. Como cuando era un chaval, me sigue impresionando esa mirada fría, vacía y punzante, que sus ojos azul claro hacen semejar al hielo. Vamos, la viva fotografía de la mirada con que Pérez Reverte describe la de su capitán: glauca. A veces anda en una bici destartalada y siempre suele estar solo, dando la impresión de que canturrea o habla para sí mismo. Ya de pequeño tenía una complexión fuerte y ahora, le faltará poco para los treinta, pasa sobradamente del metro ochenta y tiene una musculatura contundente y bien definida, que exhibe ordinariamente, pues solo usa camisetas de manga corta.

Roy era hijo de un camionero y de una sufrida ama de casa, que llevaba en la cara dibujada la palabra víctima. El padre debía repartir estopa a diestro y siniestro.
Contando que el 90% de la misma recaía sobre ella, la madre consiguió que los servicios sociales le ayudaran a cambiar de domicilio y de localidad para huir del energúmeno y poder seguir viviendo con sus dos hijos. La mayor trabajaba de dependienta y ella limpiaba casas o lo que le mandasen, porque había que sacar al pequeño adelante. Al estar ausentes del hogar sus mayores, Roy se dedicó a trastear por la calle con un colega que le inició en la aventura de pequeños hurtos en supermercados y otras gracias similares, que acabaron haciendo recaditos a un exitoso camello del momento. Lógicamente, no iban a renunciar a su tiempo libre para llevar a cabo tan arduo trabajo, por lo que lo hacían en horario escolar, como debe ser.

Un día se presentó la madre con una hermana suya en el ayuntamiento para pedir ayuda. No podían con el chaval y no conseguían que fuera al instituto. Fue así como tomamos contacto con la familia y comenzamos nuestra intervención. Enseguida nos dimos cuenta de que no solo no podían con él, sino que le tenían auténtico pánico. Siempre sospechamos que se había encargado de mantener viva la costumbre paterna, pero, cuando hurgábamos un poquito en el tema, la puerta se cerraba. Le buscábamos en la calle y en los lugares que frecuentaban, teníamos charlas con él y su colega, pero todo fue inútil. La familia del colega, por su parte, era un caos y les importaba un pimiento lo que hiciera el hijo. Estaban bastante ocupados en ligar cada uno por su cuenta tras su separación. Finalmente denunciamos el caso al Gobierno Vasco, pero aún no estaba bien asentado el programa oficial de lucha contra el absentismo escolar y todo quedó en agua de borrajas.

Hace un par de días lo vi en uno de los comercios de Ballonti, cuando acompañaba a María y a Irene en las inevitables rebajas. Llevaba una sillita con una pequeña que no llegaba a los dos años. Parecía que miraba como ausente en dirección a los probadores y de vez en cuando le daba una vuelta a la niña moviendo la sillita. Al rato salió una mujer de los probadores y él la siguió. Al salir del comercio le puso la mano que tenía libre por encima de los hombros e inclinaba algo la cabeza para poderle escuchar. Ella le llegaba justo al hombro, pero todo lo que le faltaba de estatura, le superaba en años de más. Estaba visiblemente embarazada. Lo siento, se me dispararon todas las alarmas y en un momento se me pusieron los pelos de punta. Me vinieron a la mente la foto de sufrimiento y de miedo de su madre, de su hermana y de su tía. Igual puede que haya encontrado a alguien que le reconduzca. De no ser así, será uno más de los que salen en las noticias. Espero de verdad equivocarme.