lunes, 24 de noviembre de 2014

El idiotismo hispano

Hemos andado a vueltas con el funeral de la famosa duquesa de Alba. Ahora todo lo informativo está impregnado del glamour que se le ha otorgado a esta señora. Algunos prefieren cebarse en su parte débil y se han estado riendo de ella con imitaciones grotescas, pero la inmensa mayoría de la población de la piel de toro está expectante ante la despedida de uno de los iconos de la nobleza hispana. Será por su peculiar personalidad, será por todos lo saraos impropios de la gente de su casta que ha montado, será porque acabó hecha un adefesio, será vaya a saber usted por qué, pero esta mujer ha estado siempre en el candelero del papel cuché y ha servido toneladas de morbo al populacho ávido de carnaza. Ha muerto llena de títulos, podrida de millones, vestida con un patrimonio artístico que para sí quisieran muchos museos. El funeral por todo lo alto, el ayuntamiento de Sevilla a su disposición, la catedral, el arzobispo... toda una pompa propia de un personaje importante para la nación.

Rivalizando portadas con la duquesa, aparece la Pantoja, que de cantaora lisa y llana fue subiendo de estrados con un historial turbulento de matrimonios, separaciones y demás saraos familiares. Todo ello le llevó a compartir cama y cartera con uno de los ladrones de guante blanco más destacado del patrio suelo, que ya hace falta mano para llegar a esas alturas. 
Ahora resulta que tiene que pagar por ello con la cárcel, como tendría que ser para todos, por lo que se benefició de la tal coyunda, que debió ser cantidad interesante. Pues hala, portadas, debates televisivos, revistas enteras, encuestas populares...

Y, por si fuera poco, aparece un chichilicuatre que se saca unas fotos comprometidas y tiene de coronilla a la vicepresidenta del gobierno y hasta la casa real. Aparece en todas las redes sociales y, de paso, ofrece entrevistas a televisiones y, además de haberse hecho famoso, se estará forrando con lo que le habrán pagado por sus exclusivas. Tiene cara de no haber roto un plato en su vida, pero de la misma es capaz de soltar las mayores mentiras sin mover una pestaña. O sea, que ya se ha buscado la vida sin necesidad de titulaciones y con un único máster en cara dura, que para más coña no necesita el pago de créditos.

Y yo me pregunto si estos son el tipo de personas y de modelos que se necesitan para sacar este país adelante en una situación como la que estamos viviendo. No entiendo qué méritos han podido tener personas así para ser objeto de toda clase de rendivús y de benemerencias por parte no solo  del mundo del famoseo -que lo veo lógico-, sino del ámbito político e institucional y de grandes masas populares que sorben los vientos por poder meter las narices en sus vidas. No sé qué les vamos a poder decir a las próximas generaciones sobre sus posibilidades de ganarse la vida o sobre los valores que se necesitan para manejarse dignamente en ella. Pero si resulta que a lo que aspira la mayor parte de los hispanos es a ganarse la vida, como los ídolos arriba citados, chorizando, viviendo del cuento o de las rentas y sin pegar un palo al agua, tendré que acabar dando la razón a mi hija cuando suelta aquello de "vaya país de mierda".

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