lunes, 2 de febrero de 2015

¿Y cuando pare el tic-tac, qué?

El movimiento que está provocando Podemos es ineludible, aunque algunos interesados no lo quieran ver. Está cambiando las relaciones de fuerza entre los partidos políticos, lo que me parece, en principio, positivo, más aún teniendo en cuenta que estamos atravesando este desierto de mayoría absoluta, que se está haciendo interminable. Parece que lo que se avecina pretende ser, más que un simple cambio, algo así como una segunda transición. En la primera se pusieron las bases de un régimen parlamentario enfocado a estabilizar la situación y garantizar la alternancia bipartidista. Se dejó a los partidos minoritarios y nacionalistas la noble misión de comparsa con derecho a pataleo y, cuando se les necesitaba para alcanzar mayorías, se les concedía el grado de bisagra o alguna migaja de beneficio local. Vistos los resultados a día de hoy, está claro que ese juego electoral no da más de sí: corrupción, clientelismo, alejamiento de la ciudadanía, mayorías absolutas... Cuando concluya este último periodo de absolutismo partidista nos vamos a encontrar, con la disculpa innegable de la crisis, con todos los derechos ciudadanos patas arriba: los trabajadores indefensos, el precariado instituido, los recursos sociales eliminados, la enseñanza devaluada, la universidad para los ricos, el paro y el hambre en aumento, la fractura social, la sanidad reducida, la cultura arruinada y ninguneada... Y encima sale un señor dándonos las gracias: será por lo bien que les ha venido nuestro aguante, para campar a sus anchas y engordar a los suyos.

Ante este panorama cobra todo el sentido la manifestación del 31E y otras mil más del mismo pelo. La chispa saltó con la indignación del 15M y creo que ha sido positivo que alguien haya alentado el rescoldo de aquella movida hasta que haya cuajado en Podemos. Hasta aquí todo bien, pero nos queda por definir en qué va a consistir la segunda transición propuesta y cuáles van a ser las mejoras constitucionales imprescindibles, como la ley electoral por ejemplo. Podemos ya ha conseguido lo que en su día propuse como un primer objetivo: poner nerviosos y desestabilizar a los dos partidos egemónicos y dar alas a los minoritarios, para cambiar el panorama y tener posibilidades de hacer cambios sin contar con los de siempre. Pero luego queda la incógnita de cómo vertebrar lo que se quiere hacer o qué parte de lo que se quiere hacer se va a poder hacer o van a permitir hacer. A ver quién echa para atrás todos los privilegios que el PP ha dado a los suyos, léase empresarios, bancos, privatizaciones, pelotazos... Y luego llegarán los mercados, las políticas europeas... Estoy de acuerdo que lo importante es hacer política por encima de los intereses economicistas de la usura internacional. También creo que se pueden ir ganando batallas en este pulso, pero eso va a exigir más sacrificios y, lógicamente, se les pedirán a los que ya han tenido que sufrir el azote de la austeridad. Alguien deberá explicar muy bien a la "gente" que esos sacrificios o dificultades insoslayables están orientados a sacarles del hoyo y no, como los anteriores, a chuparles la sangre.

Digo esto, porque algunos quieren enterrar sin más la transición del 78, como si tuviera la culpa de las tropelías y de lo que se han beneficiado las siguientes generaciones de apoltronados. Antes de darla por superada convendría recordar cómo lo pasó el pueblo llano con la crisis económica que se desató, el paro que se disparó, los desajustes institucionales... Tampoco conviene olvidar muchas frases de las que se oían en los tajos, en los bares o en las tertulias: para esto queremos la democracia, con Franco no pasaba esto, antes vivíamos más tranquilos... y consideraciones de ese pelo. Yo, al menos, no solo las escuché sino que tuve discusiones incluso a voz en grito con compañeros de trabajo.
Resulta muy bonito recordar el espíritu de los pactos de la Moncloa pero hasta que se llegó ahí tuvo que pasar de todo. Pero, por encima de todo, la gente que participa o que apoya todo este movimiento debe tener en cuenta aquello de "contra Franco estábamos todos unidos". Ahora es contra la casta y en eso estamos de acuerdo, pero si se llega a conseguir ese cambio, espero que no se monte un guirigay similar al que se produjo entonces. Conviene tener en cuenta la historia y tomar nota para saber lo que nos depara el futuro antes de enterrarla, porque la historia nunca muere y a veces se presenta sin avisar aunque sea con otra vestimenta.