sábado, 25 de diciembre de 2021

La mosca y la abeja


Mi suegra solía echarme en cara que yo siempre veía la media botella llena, mientras ella solo tenía ojos para la mitad vacía. Creo que esta cuestión entra dentro de las entretelas de los diversos caracteres, historias y tendencias que vienen grabados en el genoma humano. Hace unos días asistí a una video conferencia de la Fundación Vicente Ferrer. Uno de los ponentes citó una fábula que yo no conocía y que me pareció clarividente, como es natural en las fábulas. Ésta me ha dado pie para hacer una de esas reflexiones que sobreabundan por estas fechas. Se trata de que una mosca y una abeja se hacen amigas y se van a dar una vuelta por el mundo. Al terminar se despiden y la mosca le dice a la abeja ¿has visto la cantidad de mierda que hay? A lo que la abeja respondió entusiasmada que ella había visto muchas flores. Mejor expresado, imposible. Cada cual miramos al mundo y actuamos en él según nuestra carga genética, contando también con la mochila 
que se nos ha ido cargando de las
 experiencias tenidas a lo largo y ancho de nuestra historia y, cómo no, con nuestros intereses particulares, ideología y objetivos personales. Según esto, estamos predispuestos a ver el mundo y la vida del color de nuestro cristal, según nos aleccionaba un viejo refrán.

Es un mal común el dar más importancia y relieve informativo a las noticias negativas o con más carga de morbo o a las catástrofes, que a las positivas. Como si éstas fueran de por sí lo que tiene que ser o suceder, por lo que suelen pasar desapercibidas o reducidas a un pequeño entorno. En mis anteriores entradas he estado hablando de la corrupción y de la impunidad de los imputados o de la facilidad de los mismos para escurrir el bulto. También tengo que reconocer que hay otros políticos, jueces o representantes de instituciones que trabajan con honestidad y responsabilidad. En otra entrada felicité a Otegi por el paso que había dado y ha resultado que en ese mundo se ha dado otro paso importante. Me refiero al comunicado del colectivo de presos de ETA en el que renunciaban a los recibimientos públicos. Desde la otra parte el gobierno vasco ha ofrecido un reconocimiento público a las familias de víctimas, de ambos bandos, cuyos asesinatos están aún si esclarecer. Todos los pasos que se den para normalizar la convivencia son más importantes que el ruido de los que quieren seguir ganando votos a costa de revivir el pasado.

Resaltan más las babosadas que suelta con su habitual desparpajo la presidenta de Madrid despreciando a sus sanitarios, cuando tiene la sanidad pública desatendida, que la labor callada de esos y otros muchos sanitarios de todas las escalas y especialidades que nos han estado sacando de todas las olas de la pandemia y que ahora pueden encontrarse al borde del agotamiento con la que se nos está echando encima. Se airea más las actuaciones irresponsables y las protestas caprichosas de los colectivos negacionistas ante las decisiones duras que se deben adoptar para frenar la expansión del virus, que la labor de los que colaboran en facilitar la vida a las personas que pueden quedar bloqueadas o indefensas en medio de los problemas que agrava la pandemia.


Lo que más se escucha en lo que se refiere a la iglesia católica es el tema de los abusos sexuales. Cierto que hay que seguir dando palos sin cesar en el tema. Sin embargo hay una iglesia católica volcada en la acogida de inmigrantes, en la atención de los más desfavorecidos, en la promoción de los países del tercer mundo, a través de comunidades y de un numeroso ejército de voluntarios. Esta iglesia está ignorada, cuando no resulta invisible para una gran parte de la población. Una vez más se hace de mosca sin ver las flores de la abeja. 

Lo mismo puede suceder con la gran cantidad de ONGs y asociaciones humanitarias empeñadas en que nadie se quede fuera, que vienen a formar un tejido solidario sin el que este mundo sería aún más inhumano. Son noticias los desastres humanitarios, los efectos crueles del sistema que nos tiene apresados, las colas del hambre, los muertos en el mar... Muchas veces, más que la noticia en sí, lo que más se tiene en cuenta los guirigáis que se montan los políticos o los mandatarios que, mientras  las más de las veces miran para otra parte, solo usan esos problemas para tirar los trastos a la cabeza del contrario. Sin embargo queda silenciado que en todas esas desgracias, que son los resultados de la mierda que desecha el sistema de este mundo, están esas flores intentando evitar lo inevitable y salvando vidas. 


Lamentablemente solo pueden aflorar a la primera fila informativa en fechas como éstas, para sacar un poco de dinero intentando tocar nuestra fibra sensible y así arrascar nuestro bolsillo: programas televisivos, calendarios, ferias solidarias... Para mí lo más importante es que, además de aportar algo económicamente, tengamos presente que están ahí permanentemente dándolo todo y más. En mi experiencia debo decir que libar en esas flores, participando en su acción y sintiendo su espíritu, es lo más enriquecedor que se pude encontrar uno a estas alturas de la vida. Esta entrada va por todas ellas.