domingo, 15 de noviembre de 2015

Días de monte 21

Hoy nos hemos sacado una espinita. Ya habíamos hablado de subir al Untzueta, 766 ms, varias veces y por fin hoy ha caído. Este monte es el que se ve cuando se baja de Altube por la autopista. Está encima de la cantera de Orozco y tiene unas antenas en la cima. Es una cumbre aérea y tiene un cono en lo alto que exige un esfuerzo final sobrañadido. Según se ve en la cumbre hubo allí una pequeña fortaleza. Hay un cartel que da fe de que ésta fue obra de Sancho el Sabio de Navarra. Su función era de controlar los accesos por Alava a Castilla desde el mar y, a fe mía, que estaba bien escogido para esa función, porque domina perfectamente los valles del Altube, que da acceso al puerto de su nombre hacia Vitoria, y del Nervión, por el que venían los mercaderes de Castilla a través del puerto de Orduña. Cuentan los cronicones que fue asaltado varias veces pero que resistió gallardamente hasta dos veces. Luego se hicieron con él los señores de Bizkaia, hasta que tiempo atrás lo destruyeron. No me imagino yo subiendo semejantes pendientes, que nunca mejor dicho son de armas tomar, cargado de malla, casco, espadones, bombardas...  

Homenaje en la cumbre
Hemos partido de Arakaldo. Por fin conozco este pueblecito que, al contrario del mío, del que solo se diferencia en la b inicial, es el más pequeño de Bizkaia o, al  menos, el que menor censo electoral tiene. Han sido 650 metros de desnivel y, excepto en un pequeño tramo de tregua, con pendientes exigentes. Al llegar al último tramo, el bosque se queda atrás y el pico final le empequeñece a uno. En dos horas hemos subido, Juanjo ha hecho el reportaje fotográfico, hemos dado buen fin a nuestras viandas y hemos emprendido la bajada enseguida porque Juanjo se ha puesto nervioso en la cumbre: no aguanta las antenas y los repetidores. Una mañana que ha despertado amenazadora y cargada de nieblas, pero según subíamos éstas se iban quedando abajo, por lo que el espectáculo del mar de nubes en los valles colindantes ha sido impresionante. A la vez los montes aparecían como islas entre algodones.

Nada más aparcar nos han recibido con salvas de honor, pero no eran tales, sino más bien matarifes de esos que por estas fechas se camuflan detrás de unas matas o de parapetos hechos con ramas para diezmar a las bandadas de aves migratorias. Nosotros no hemos visto ninguna pero hemos seguido escuchando tiros hasta media mañana. A eso lo llaman cuarteles y caza controlada. Hemos quedado que la próxima salida estará dedicada a alguno de los miles del cordal de Ordunte que se para Karrantza de Mena.