sábado, 30 de abril de 2011

ME ABURRO

La semana pasada regresaba al CIP en el metro de hacer unas gestiones en Bilbao. Desde la parada de Ansio se atraviesa un paso bajo las vigas de la autovía y a continuación tenemos un camino un tanto descuidado y tercermundista, por aquello de que no se ve, aunque, a decir verdad, últimamente se han esmerado un poco haciendo una especie de acera en hormigón para poder transitarlo sin saltar charcos cuando llueve. Se trata del espacio que quedó de la antigua vía del feccocarril interno de AHV que unía la factoría de Ansio con las de El Carmen y Sestao. El camino está encajonado entre vallas y tapias de las industrias colindantes o de los restos de las que ya desaprecieron. Cuál fue mi sorpresa al leer como de pasada, como se suele hacer cuando vas andando sin mirar a ninguna parte, en una de las tapias semiderruíadas entre un montón de pintadas típicas de esos lugares una frase con mayúsculas que me dejó clavado y que me obligó a pararme: ME ABURRO. Me hubiera gustado llevar una cámara de fotos para grabar la frase, porque mi móvil no hace fotos decentes, pero creo que es más importante recoger el mensaje del que la escribió.






Ante todo me confirmó que todavía las paredes sirven para proclamar verdades como puños, además de usarse para poner sinsorgadas, frases soeces o pintadas de mal gusto que crean, en sitios como el que he descrito, unas sensaciones tan desagradales que hasta quitan las ganas de seguir pasando por allí. Creo firmemente que el o la que lo escribió tenía ese problema y quiso dejarnos constancia de él a todos los viandantes, aunque mucho me temo que aquellos que podrían aportar algo a su solución no están entre los que frecuentamos ese trayecto. Estas generaciones tienen desde tiempo de ocio hasta más recursos de los que puediéramos habernos imaginado y, sin embargo, llega un momento en que les encuentras en cuadrillas con cara de pasmados y sin saber qué hacer. Bastantes de ellos cifran la solución a esa situación en la complicidad de los botellones o del canuto compartido, pero esa solución es muy vieja solo que se trata de una nueva versión propia del momento. En sus antiguas versiones nunca fue buena y no dio buenos resultados sino problemas de todo tipo, por lo que no es difícil adivinar que la nueva volverá a dar los mismos problemas y además en versión corregida y aumentada.







Los jóvenes tendrán su parte de responsabilidad en todo esto, pero el mundo de los adultos no somos ajenos al problema, más bien estamos en su gestación. Es verdad que no podemos volver a soluciones del pasado, es verdad que el ambiente social pesa más de lo que nos imaginamos, pero esto no nos disculpa para asumir nuestra responsabilidad de haber permitido que nuestros hijos buscasen la diversión o la felicidad en la superabundancia, en la permisividad y en una buena dosis de egocentrismo. A lo mejor no les hemos sabido transmitir que la diversión solamente satisface cuando se comparte. Si no, por más que se tenga, que se drogue o que se agite, solo se encotrará vacío y habrá que buscarse la tapia de turno y ser sincero para escribir ME ABURRO.

lunes, 25 de abril de 2011

LA PUNTA DEL ICEBERG





Hace tiempo, en agosto de 2010, hice algún comentario sobre el fenómeno de los ninis y creo que me quedé corto en mis consideraciones. En estos días ha sido todo un notición el que uno de estos sujetos ha denunciado a sus padres ante un juez. Parece ser que el pobrecillo necesitaba más dinero para mantener su ritmo de vida, además de vivir de gorra en casa de sus padres y de tener coche propio. Estos no estaban por la labor y entonces él recurrió a la justicia para poner a sus padres en su sitio, esto es, que sigan siendo sus criados y su particular central de abastos, que para eso le trajeron al mundo. No voy a entrar a comentar lo que dijo el juez ni me voy a meter en los detalles de su historia. Solamente me interesa constatar el dato y por eso lo considero la punta del iceberg. Debajo de este hecho, que por sí solo puede levantar alarma social, hay muchas situaciones insostenibles social y familiarmente. Por ello podemos sospechar que estamos ante el primer caso conocido, pero quizás no sea el único. Al menos, nos ha servido para que salga a la luz esta sangrante realidad para tantas familias que, sea por errores propios o por influencias externas, lo están padeciendo.






Esta situación plantea una serie de preguntas y una profunda perplejidad para los que hemos vivido situaciones diametralmente opuestas en nuestra juventud ¿Qué está pasando para que un gandul de 25 años exija a sus padres que le alimenten comos si tuviera 10? ¿Qué ha pasado para que este tipo que no ha terminado ni primero de carrera a su edad tenga coche propio, pagado por sus padres, sin haber dado un palo al agua? ¿Cuántos más habrá en su misma condición pero no necesitan recurrir a los tribunales porque tiene a sus progenitores en un puño a través de chantages o muertos de miedo por amenazas? ¿Nos podemos conformar diciendo que es un problema más de la crisis? ¿Cuándo vamos a mirar de frente y aceptar los fallos personales y familiares y dejar de echar la culpa de todo a los acontecimientos, a los políticos, al paro, a los profesores...? ¿Nos podemos quedar tan tranquilos porque esto es lo que toca y mira lo mal que lo están pasando estos pobrecitos que no tienen trabajo? Y me queda otra pregunta que es la que más miedo me da ¿Si ahora pasa esto, hasta dónde van a poder llegar estos niños y niñas de hoy en día, rodeados permanentemente de adultos que les ríen las gracias, que mandan en sus casas desde los 3 años, a los que no se les niega nada, ni permiten que se les lleve en lo más mínimo la contraria ? Porque haberlos, haylos y más de los que podamos suponer.