lunes, 11 de abril de 2022

Despedida a Eduardo

 El día 7 me uní a un pequeña concentración en contra de la situación de desamparo de las personas sin techo. A finales de marzo Eduardo apareció muerto en un patio del barrio de S. Vicente. No es la primera vez que esto ocurre en nuestro municipio, a pesar de contar con un albergue de atención nocturna. Pero como todos los recursos, públicos y privados, tienen su límite y, tal como están organizados, no dan para cubrir todas las necesidades.

Eduardo era un vecino de Barakaldo que recientemente se vio en la calle. No podemos perder de vista que este tipo de situaciones suelen incrementarse en tiempos de crisis, y ya llevamos unas cuantas seguidas. Ignoro las razones o la desgracia que obligó a Eduardo a acabar en  la calle. También desconozco su posible deterioro mental o físico, que le llevó a no hacer caso a los educadores de calle que intentaron atenderle. No soy quién para juzgarle, ni creo que se deba juzgar o despreciar a personas en esta situación.

Según le escuché a un sabio jesuita, hay tres cosas fundamentales sin las que no podemos ser personas: pan, techo y palabra. La necesidad de comida quizás sea la más fácil de solucionar. Las otras dos ya son otro cantar. La falta de un techo que nos cobije nos pone en una situación de indefensión y de vulnerabilidad total. En esa situación siempre será muy difícil mantener el equilibrio mental, la salud y un mínimo de dignidad. Es muy difícil dar con los medios necesarios para evitar este problema, que es tan viejo como la humanidad, tal como la conocemos. Esto no disculpa para que la sociedad mire a otra parte o se conforme con  poner paños calientes, y habrá que seguir proponiendo iniciativas y exigiendo recursos. La carencia de relación, el ser consciente que nadie le escucha o le habla, es de lo peor que se le puede hacer a un ser humano, porque somos en la medida en que nos relacionamos y nos sentimos acogidos. Esto no lo pueden aportar las instituciones, por lo que tenemos que reconocer la mayor parte de los ciudadanos que su presencia nos produce reparo, miedo e incluso asco . Y no faltan desalmados que se ceban en ellos y los maltratan, cuando no acaban con su vida.

Es por ello que el lema que se gritó es ante todo un asunto de justicia "NADIE SIN HOGAR".