miércoles, 10 de febrero de 2021

Por sus perros los conoceréis


Vaya vida de perro o esta perra vida. Llámame perro y échame pan. A otro perro con ese hueso. Hace un tiempo de perros. Lo trataron como a un perro. A perro flaco todo pulgas... Y así podríamos recolectar un sin fin de dichos y refranes que los más mayores hemos oído y hemos usado un montón de veces. Como en otros asuntos de la vida, creo que ya podemos ir enterrándolos porque hoy en día han perdido todo su significado, más aún, se cambia totalmente su sentido. Quién les iba a decir a nuestros abuelos que los perros ni comen huesos, ni comen pan duro ni las sobras del cocido, ni los desperdicios de la carne que se cogían en las carnicerías. Hoy tienen menús especiales según sus tamaños o gustos, golosinas, galletas o participan de alguna comida de la familia puesta a su capricho. Resulta que tienen todo tipo de atenciones: dentistas, peluquerías, hoteles... y hasta psicólogos. En este plan habría que averiguar qué tanto por ciento de la población humana estaría dispuesta a cambiar su plan de vida por la de un perro, sin meternos en comparaciones entre la vida de éstos y la de tantos niños amenazados de extrema pobreza. Lógicamente una cosa no quita a la otra, pero sí nos puede indicar por dónde se inclina la balanza de  la sensibilidad social.


Otra cosa es la diferencia de relación que establecen los dueños o dueñas con sus respectivas mascotas. Creo que lo que acabo de escribir no es correcto, mascota es un término que se queda corto actualmente. Yo se lo adjudicaría a esos animalitos que se dan por capricho a los menores y acaban siendo de los padres o de los abuelos de por vida. La relación de los dueños con sus perros, que es lo que se puede ver en la calle, es de lo más variado, pero todos tienen un algo en común "es como si fuera un hijo o una hija", pero no lo son. A veces uno se sorprende al escuchar conversaciones que se mantienen con el perro, como si éste les estuviera escuchando. Que sí, que son muy inteligentes y tienen mucho conocimiento, te entienden pero no te pueden contestar. Los hay que les tienen muy bien educados y a la mínima seña hacen caso a su dueño o dueña, igualmente cada vez abundan más esos que son pequeñitos y que no hacen ningún caso y obligan a su dueños a esperarles a que se dignen volver a casa. No faltan los que no pueden consentir que sus dueños se paren a hablar con desconocidos o hagan caso a otro perro que no es de su gusto y no dejan de ladrar hasta que se salen con la suya. No faltan estirados o estiradas que no permiten que su perro se roce con ningún otro, pero abundan más las cuadrillas de cuidadores que charlan mientras sus respectivos animalillos juegan y echan carreras. Siempre me ha llamado la atención las conversaciones que mantienen porque me retrotraen a mis tiempos de padre primerizo cuando entre las madres se compartían los problemas de salud, los gustos de los bebés, así como los trucos, los menús, los tipos de pañales... 


Hay perros preparados para guiar a ciegos, para la caza o para ayudar a la policía. Son animales que tienen un por qué definido en su vida y tienen un valor incalculable. Hay otras razas de perros  peligrosos o de mala catadura, y enseguida intuimos que detrás de ellos están 
los típicos matones o chulos que tienen que ir exhibiendo prepotencia con ellos. No faltan dueños que los acicalan y los visten. No pretendo juzgar a nadie, pero lo que me parece lamentable, es el espectáculo de ver perros en carritos de bebé, o llevados en brazos entre besos y achuchones u otras extravagancias. También me parece una tortura para los animales el alargarles la existencia a toda costa, dodotis incluidos, lo que les hace sufrir innecesariamente. Siempre se dice que con el cariño que se les coge duele mucho perderles, pero da dolor de corazón verles cómo andan arrastrándose, medio ciegos, con una mirada triste o hasta con artefactos para que puedan seguir moviéndose.

Claro, nadie les ha preguntado si les merece la pena seguir viviendo en esas condiciones. A todo esto, lo que resulta más
 llamativo es el aumento de población de chuchos, que en algunos sitios, como los parques cercanos a mi casa, son un auténtica invasión en las horas punta de sus necesidades. Me preocupa comprobar el aumento de parejas jóvenes con perros y no con niños. No sé si unos sustituyen a los otros, pero los perros no van a cuidarnos al final, ni van a cotizar para que siga habiendo pensiones.-