miércoles, 20 de marzo de 2013

Un destrozo humano de los realiti

Nada más escucharlo por la radio comencé a hacerme composición de lugar. Por lo que estaban diciendo tenía pinta de ser uno de mis conocidos. Joven de Barakaldo de 21 años, apuñala a su abuela y a una amiga, problemas anteriores por violencia... Claro que con el dato final no había duda: había participado en el programa Hermano Mayor. Tengo una de las historias de mi vida de este blog dedicada a este chico hace años. En ella había un final feliz y quise entrar de nuevo en contacto con él para apoyarle en aquella mejoría, pero me fue imposible. Mucho tiempo después le vi de nuevo como era, con los ojos inyectados de ira, gritando a su acompañante como un energúmeno. A poco me pisa al pasar y ni se dio cuenta de quién era. 

Tiempo después me comentó mi hija que sus compañeras del instituto le habían contado que nuestro chico iba a salir en Hermano Mayor. Tuve el valor y el estómago de seguir el programa completo porque yo conocía la historia de sobra y lo que estaba viendo y oyendo no tenía ni pies ni cabeza.Lo dicho, el programa terminaba a la puerta de una clínica de desintoxicación, en la que duró un día para renglón seguido volver a las andadas. Hace unas semanas me crucé con la abuela que, con su habitual tono de mártir, me dijo que el chiquillo estaba insoportable. No le di importancia porque venía a ser la historia de siempre repetida una vez más, pero me equivoqué. Esta vez ya ha pasado a la siguiente fase.

¿Para qué ha servido el famoso programa salvador de desastres y de casos imposibles en esta ocasión? Sencillamente terminar de destrozar, por si ya lo estaban poco, al chico y a una serie de personas familiares que han estado aguantándole. Sin contar con  el desprestigio social que les ha acarreado a todos ellos. ¿Dónde ha quedado nuestro trabajo de educadores, las atenciones de los servicios sociales y de otras asociaciones que habían apoyado a la familia?¿Como se puede creer uno que estas cosas se arreglan por hacerse famoso y porque venga un superman que en un plis plas da la vuelta a la tortilla? En estos casos no queda otra que estar cerca y atentos a las oportunidades para empujar hacia arriba. Es un proceso de acompañamiento largo e imprevisible. Sin embargo ahora solo le queda la cárcel o una carrera hacia la autodestrucción en la que se puede llevar además a otros por delante 

¿Qué nos están vendiendo? Desde luego no parece que sea la salvación de los protagonistas, sino más bien el airear miserias y convertirlas en espectáculo. Por otra parte, éstos habrán accedido a ello a cambio de algo más rentable que una supuesta solución, que de todo hay. Se inventan maneras cada vez más escabrosas de ofrecer carnaza y morbo sin límites para satisfacer la mala baba de una parte notable del personal de este país asiduo a esos realitis, o como se llamen.Un auténtico circo que deja pálido al famoso de los romanos, porque el daño que hacemos los humanos a los que acaban siendo víctimas de estos espectáculos es superior al de las fieras que se trapiñaban a los condenados a muerte para regocijo del populacho.

domingo, 17 de marzo de 2013

A su santidad Francisco

Reverendísimo padre: 


Aún no le conozco pero le deseo la mayor de las suertes y el tiento acertado para desarrollar la tarea que ha asumido, que se me antoja más que difícil, imposible. Supongo que será consciente del jardín en el que se ha metido y en el que, se supone, vivirá la última etapa de su vida a no ser que imite a su antecesor o lo maten a disgustos antes de tiempo, que de todo ha habido. Desde mi punto de vista, creo que el ambiente en el que se mete, no es el más adecuado para seguir fielmente el camino que Jesús nos marcó en el evangelio. Lo que más me preocupa es que se pueda olvidar, entre tanto boato y follones palaciegos, de que un día optó por un seguimiento y una entrega total al servicio de Dios y de los hombres y mujeres que El le encomendare. Supongo que también a día de hoy yo he pasado a ser uno de ellos, como católico que me considero, por lo que me atrevo a expresarle mis sentimientos. 

En lo que a mí me toca le pido que, ante todo, sea sincero con  los creyentes y pida perdón por si ha caído en alguna tentación, como la de favorecer a los poderosos, la del dinero, la de la debilidad de la carne, la de ser pagado de sí mismo o la de haberse alejado de los pobres de Dios, cosa difícil si es verdad la fama que le precede.  No somos quiénes para juzgarle, como han comenzado a hacer algunos, pero la mejor manera de que podamos confiar en su santidad creo que pasa por que se manifieste como uno de nosotros y sepa reconocer sus propias debilidades, que en estos tiempos que corren no es una virtud muy al uso, aunque sumamente necesaria. Así mismo, me atrevo a pedirle que, en lo que dependa de su santidad, se pueda pasar de la época de los anatemas a la de los brazos abiertos, del dogma enlatado o de la moral rigorista a dar paso a la sangre cálida del Espíritu que nos transmita la fuerza para conmover el corazón pétreo de este sistema social que está marcando el inicio del siglo XXI.

Supongo, santo padre, que es muy consciente de que está en el punto de mira de la mayoría del mundo y que no va a pasar inadvertido el más mínimo gesto o movimiento que haga. Va a estar durante estos primeros momentos sujeto a mil especulaciones y, supongo, que no faltarán presiones, más bien desde dentro que desde fuera de la Iglesia. Gestos y especulaciones aparte, no le voy a pedir que sea capaz de renovar la Iglesia de arriba a abajo y de actualizar todos sus mensajes a las perspectivas que se apuntan en este siglo XXI, dado, que teniendo en cuenta su edad, no está para hacer cabriolas y va a ser muy difícil que le dé tiempo a conseguirlo. Pero, en el caso de que sea así, sí quiero solicitarle encarecida y humildemente un par de cosas. La primera es que no se vaya de su pontificado sin habernos dejado la casa bien limpia y presentable, para que no nos tengamos que seguir ruborizando al decir que somos católicos. La segunda se refiere a que consiga dejarnos las puertas abiertas para que podamos salir al mundo y quitarnos de encima la cerrazón a la que las jerarquías nos han tenido sometidos a los miembros llanos de la iglesia. Y para despedirme, ya que lo pidió en su primera intervención pública, le doy mi bendición para que no le falten fuerzas en cumplir su misión y en seguir los dictados de su conciencia.