viernes, 26 de abril de 2024

Lunes de senderismo 26

     


Lunes 22 de abril. Nos ha salido una mañana espléndida. A las nueve en punto ya estábamos veintiocho participantes en la plaza de Sta. Teresa, aunque algunas no lo tenían claro y nos esperaban en la parada del bus o siguieron a alguno para dar con el grupo. La marcha fue bastante normal, sin carreras ni retrasos. El grupo fue bastante compacto y no se distanció mucho cuando el camino marcaba ligeras subidas. De hecho cuando paramos a comer en el área recreativa de Gallarta dieron las campanadas de las 11, o sea, en dos horas allí, sin prisa pero sin pausa.

    Reanudamos la marcha completando la parte de subida del trayecto. En esta zona nos encontramos con un incremento notable de ciclistas, algunos de ellos auténticos torpedos, por lo que había que tener cuidado ciñéndonos a la zona de peatones que era más estrecha. Dejamos a un lado la desviación a Santurtzi y algunos recordaron que ese trayecto se hace desagradable porque un tramo extenso discurre paralelo a la autovía envuelto en un ambiente tóxico por las emisiones y por el ruido constante de los vehículos. 

    


    A poco de iniciar el descenso se paralizó la marcha a golpe de unos silbatos insistentes. Uno de nuestros senderistas había desaparecido. Dos de nosotros retrocedimos para comprobar cuál era el problema, pero no hizo falta andar mucho porque vimos que se acercaba y que caminaba sin problemas. Se había enredado con un conocido. A veces no nos damos cuenta de que hay unas reglas para el funcionamiento en grupo que conviene tener muy en cuenta. 

    Cuando me integré al grupo general me percaté de que estaban parados ante una desviación que sale a la derecha, un supuesto atajo que yo no conocía. Previamente se había comentado si tomar un atajo o no, y, por mi parte, opiné que lo normal era terminar la ruta por el bidegorri. Pero sobre la marcha y ante la insistencia de algunos, me desdije y optamos por conocer el atajo, que no era otra cosa que la bajada a Kardeo. Visto lo visto, sigo pensando que es preferible terminar por la vía normal, porque la carreterita de las huertas la tenemos ya más vista por transitarla en otras rutas, a parte de que en el bidegorri no contamos con la molestia de los vehículos que en ella son habituales.

    


    Sin ninguna otra novedad llegamos a la playa sobre la una menos cuarto, para mi sorpresa. Entre que la marcha había sido bastante regular y el famoso atajo, pudimos coger el bus de la una y cinco. Diez se quedaron a comer en Muskiz, pero tuvieron un pequeño lío porque un grupo se quedó en tierra para coger el siguiente, aunque dos ya iban montados y tuvieron que esperar al resto en la primera parada. También hubo alguna con suerte, que contó con taxi hasta la puerta de casa.