miércoles, 13 de diciembre de 2017

Bonita sorpresa

El día 6 nos decidimos a pasar unos días en Quintanilla creyendo que solo habría algo de nieve en los altos o las cunetas. Ingenuos de nosotros, nada más pasar el Cabrio vimos todo nevado y al llegar nos encontramos con lo que se ve en las fotos. De entrada nos llevamos un susto porque ni siquiera pudimos llegar en coche hasta la casa, pero luego lo disfrutamos de lo lindo. Nuestra estufa no paró de trabajar y se tragó, para salvación nuestra, cuatro carretillas de leña.

Los dos días siguientes nos regalaron sendas heladas de las que dan fe las fotos de los carámbanos y, entrado el día, un magnífico sol que nos permitió disfrutar de unos paseos estupendos, eso sí, con unos agradables cuatro grados al sol. Enseguida anochece, pero también está el gozo de una lectura pausada con los pies cerca de la estufa. No faltaron algunos trabajos de los que no se pueden dejar para otro día, como, por ejemplo, atacar a las omnipresentes polillas que reaparecieron en la madera que sirve de base a las tejas. También aproveché para iniciar la poda.

En fin, un puente bien aprovechado y una alegría profunda por ver por fin agua y nieve, cuando aquello se estaba pareciendo ya a un erial con semejante sequía. El próximo verano tendremos agua en el embalse del Ebro, aleluya.