lunes, 14 de diciembre de 2020

Los límites de la indecencia


Los límites de la indecencia están en estos momentos sobrepasados por todos los costados. Hay asuntos públicos que rayan en lo vomitivo y otros de carácter social que son como para arrancarse los pelos de desesperación. Andamos ahora a vueltas con la fiscalidad del viejo rey, que no emérito porque ya ha hecho polvo el significado y el sentido de ese apelativo. Tenemos que soportar que un tipo así tenga un agujero con hacienda de tamaño descomunal y que ahora se haga el bueno. Vamos a ver, si le pagamos entre todos los contribuyentes desde los biberones hasta lo que está cobrando en la actualidad y ahora resulta que nos está sisando a todos "porque hacienda somos todos". Se ha forrado a costa de su título y de esa absurda inmunidad de la que gozan para reírse de todos nosotros. Después de todo lo que está saliendo a flote sobre su historial, ya no doy ningún crédito a lo que diga, ni siquiera al discurso de la noche del 20F, por mucho que nos sirviera para pasar el susto. Queda por averiguar que sí estaba de acuerdo con Armada y compañía y se echó atrás a última hora. 


De repente nos desayunamos con que entre las huestes de la milicia aún quedan rescoldos del africanismo que practicaron Mola, Sanjurjo, Yagüe y Franco: tierra quemada, el enemigo muerto no da problemas. Eso sí, invocando la salvación de la unidad de la patria, lo que no se acaba de entender si proponen eliminar a la mitad de la población. Por si eso fuera poco, publican una carta al rey. No queda claro si es para decirle a su majestad que están a su lado o si se trata de que el rey se tenga que poner al lado de ellos. La indecencia de estos señores se queda pálida por la desvergüenza de la diputada de VOX que no se cortó un pelo en decir que sí eran de los suyos. Y, subiendo un peldaño más, mira por dónde, la inenarrable presidenta de Madrid también les ha sacado la cara.

El partido popular bloquea el funcionamiento del estado porque no les gusta uno de los partidos que forman gobierno y deciden que so los malísimos que van a echar a perder la patria. No sé quien se creen que son para declarar un partido ilegal por su cuenta y desacreditar a unos millones de españoles y españolas que le han votado. Igual se piensan que con esa memez no vamos a darnos cuenta de que lo único que pretenden es mantener el statu quo actual del poder judicial, puesto en su mayoría por ellos mismos. De paso, con esa exigencia ven la oportunidad de desestabilizar el gobierno y de dividir por dentro al partido socialista, buena jugada con una sola carta. Ya lo dijo alguien y tenía razón: el PP no necesita abogados porque tiene jueces. Por si fuera poco, no han parado de desacreditar al país en Europa. Ahora la emprenden también con la educación, cuando la anterior ley, impuesta por ellos, ha abierto una brecha seria a todos los niveles. Nunca han querido llegar a un consenso, y ahora que se tienen que bajar del pedestal, soliviantan a las familias de la concertada inventándose que con esa ley no les van a permitir tener libertad de elección. Y es que la derecha española sigue anclada en el concepto decimonónico de que el poder es suyo y solo suyo, porque los demás somos unos ignorantes y unos insignificantes que solo sabemos meter ruido y, si se nos deja, en vez de gestionar el país, lo destrozamos.

Nunca he votado a HB ni a Bildu, pero visto lo visto igual me lo pienso. Ahora resulta que pretenden volver a juzgar a Otegi y a sus compañeros, después de que chuparon unos años de cárcel por un juicio que ha sido anulado por la justicia europea. Más aún , se les vuelve a acusar de que han pertenecido a ETA, cuando ésta lleva años enterrada. No pueden admitir de que en este país necesitamos cerrar heridas. Eso sí, con una memoria histórica que haga justicia a las víctimas,  pero esto no puede conseguirse mientras solo se busque venganza. De paso la derecha juega con esas víctimas para hacer propaganda electoral y faltar al respeto a los ciudadanos nacionalistas o independentistas.


A parte de estas lindezas y otras de su mismo pelo a niveles públicos, estamos soportando las indecencias de esos ciudadanos que se toman a la ligera, cuando no descaradamente, las normas elementales de protección personal y social en la pandemia. Llega a ser deprimente contemplar cómo no pocos de nuestros cachorros se dedican a organizar botellones y quedadas fuera de todos los márgenes exigidos. Más aún, se enfadan si les dicen que eso no se puede hacer y la emprenden a golpes con la policía o montan manifestaciones pidiendo libertad. 

Me paro aquí porque la  lista de indecencias que tenemos que estar soportando en estos días es mucho más larga que las pocas que he presentado aquí. Hay días que acabo con el estómago revuelto por la indignación y la impotencia. Acabo apagando la radio o no viendo el telediario. Menos mal que nos queda la oportunidad a los ciudadanos decentes de aportar hechos y dichos positivos a nuestro entorno cotidiano, sobre todo al más castigado por esta perra vida.

lunes, 30 de noviembre de 2020

Ya tengo sonotone

 Pues eso, sonotone o como se llamen ahora y eso que mis amistades me decían que tenía oído de tísico. Ha llegado el momento de admitir que mi oído izquierdo no da para más. Tengo que reconocer que el mérito de esta decisión le tienen María e Irene, que me han dado la brasa implacablemente. Uno va tirando, porque no es que esté como una tapia, creyendo que solo se trata del desgaste normal, consecuencia de la edad. Hasta que llega un momento en que todos te miran porque no te estás enterando de lo que se está hablando o contestas algo que no viene a cuento, porque has oído al que te habla como cuando la comunicación es inestable en el móvil. Entre otras consecuencias, este déficit estaba provocando broncas continuas en casa porque me tenían que repetir mil veces las cosas. También me decían que no hablara tan fuerte, cuando yo creía que lo estaba haciendo normal. Hasta que tomé la decisión de tomar cartas en el asunto. Primero acudí a Osakidetza y me dieron cita con un plazo razonable para como andan hoy en día las cosas en la sanidad. Inmediatamente, con el resultado en la mano, María me llevó a un centro de audición que conocía de cerca. Había acompañado hacía poco tiempo a una amiga y ambas habían quedado satisfechas del trato y de los resultados de la consulta. 


El técnico me hizo las pruebas que, aunque fueron distintas de las del ambulatorio, dieron resultados idénticos. A saber: el oído derecho solamente tenía algo de pérdida en los agudos lo que parecía normal a mi edad, pero el izquierdo perdía desde los graves incluyendo los decibelios en los que se recibe la conversación. En ambos sitios me preguntaron si había trabajado en lugares muy ruidosos, que no han sido. Hasta que recordé que tuve de joven un accidente de bici con traumatismo craneal, que me llevó ocho meses de baja, más un par de años hasta que perdí de vista los dolores de cabeza, los mareos y la inseguridad al andar. Ya había notado desde el principio que había perdido bastante olfato y algo de oído, pero por lo visto ese algo ha aumentado de lo lindo. Salí de aquella consulta con un trasto pegado en mi oreja izquierda con una especie de antenita en forma de hilo. Al principio me daba la sensación de que oía todo con reverberación, como cuando los altavoces de un local grande distorsionan un poco. Poco a poco me fui llevando la sorpresa de que no necesitaba que me repitieran nada, de que sentía sonidos que antes no percibía. Así que volvimos al centro de audición y ya lo tengo adjudicado. Luego vendrán los problemas de cómo se maneja, de qué cuidados hay que tener... y todas esas cosas necesarias, hasta dejarlas grabadas en el disco duro de las rutinas diarias.


Esto me dice que, aunque me mantenga en una buena forma física y mental -crucemos los dedos-, los años y las facturas, que hemos ido dejando pendientes a lo largo de la vida, van haciendo lo suyo. A esto tengo que añadir que hace poco pasé la revisión de la vista y creo que en breve tendré que cambiar de gafas. Ahora la uso para cerca y algo más, pero veo que voy a necesitar otras estables y con algo más de graduación. Lo dicho, no voy a ser de los que se sienten avergonzados o acomplejados porque tienen que ir con esos chismes. Mientras haya remedios para arreglar nuestros  déficit y podamos contar con ellos, que para eso hemos ahorrado, encantado con esta nueva fase de mi vida.

miércoles, 18 de noviembre de 2020

"No tomar el nombre de ETA en vano"

 


En estas fechas se está recordando el vigésimo aniversario del asesinato de Ernest Lluch. Creo que es de justicia recordarle. Era un hombre peligroso para la cúpula de ETA del momento: pretendía dialogar, o mejor, arreglar a través del diálogo lo que algunos llamaban el "problema vasco". Todo asesinato es en sí un sin sentido y más si es por cuestiones ideológicas o políticas, pero acabar con la vida de un hombre que promueve el diálogo como única arma, llega a ser una canallada indecente. He puesto como título una de sus frases geniales y no es una ocurrencia a  modo de chiste. Ha habido partidos que han encontrado en ETA un caladero de votos importante. Con la disolución de la banda se ha seguido hurgando en ese caladero a través de algunas asociaciones de víctimas del terrorismo. Toman su nombre en vano y no les interesa que ese chollo se les acabe, por tanto cerrarán todo tipo de soluciones.


Ahora se trata de hacer del acercamiento de los presos un arma arrojadiza contra el gobierno y contra todo lo que se mueva a su alrededor. Se la saca a discreción, ya se hable de presupuestos, de control al gobierno o de lo que sea.  En estos momentos la cosa se complica porque Bildu ha apoyado el proyecto de presupuestos del gobierno. Solución: hay que rechazarlos porque están contaminados por esos etarras y el gobierno, por tanto, está destruyendo España. Suma y sigue. En el colmo del absurdo judicial nos hemos enterado hoy que van a reabrir el juicio a Otegi que el tribunal de la UE mandó rectificar. Te vas a enterar chaval, te libraste una vez pero a un terrorista como tú no hay que dejarle escapatoria y más por haberte atrevido a hacer política. Le han quitado a la jueza que no lo hizo bien, pero siempre habrá suplentes dispuestos a arreglarlo para que vuelvas a la cárcel que es donde te quieren tener para el resto de tus días. Resulta que lo que podía ser un éxito, esto es, que la izquierda abertzale participe en el juego democrático con los representantes que las urnas le hayan concedido, acabe siendo un delito de lesa patria para la derecha y para los franquistas.

Todos éstos, que siguen refocilándose en el recuerdo de ETA, no solo se están tomando su nombre en vano, sino que demuestran que no tienen ninguna intención de cerrar ese período con la verdad entera por delante -no con discursos demagógicos y sesgados-, bien relatada para que las generaciones nuevas conozcan lo que pasó como una parte imprescindible de su historia. Tampoco les interesa la necesidad de que este país vaya sellando y sanando esas heridas tan profundas y tan difíciles de olvidar para los que las vivimos en directo. 

Mira por dónde, Lluch adelantó en su día que el primer paso para dialogar con ETA y su entorno consistía en el acercamiento de los presos. Quién le iba a decir a este magnífico hombre que su propuesta iba a ser aceptada por la mayoría del parlamento en 1999 y sin embargo hoy, cuando es de derecho que cumplan condena cerca de su territorio, se siga demonizando a quien se atreva a acercar a uno solo. Este acercamiento es el telón de fondo de mi nueva novela. Es una injusticia y un sin sentido mantener la dispersión, no solo para los presos y para sus familias, sino también para todo nuestro país que necesita cerrar las heridas, pero no en falso.

lunes, 26 de octubre de 2020

ACOMPAÑANDO AL CADAGUA


 El pasado jueves día 15 Orencio y yo decidimos dar un paseo a pesar del ambiente metereológico adverso, por aquello de no perder comba. Después de una semana en la que la lluvia no había dado tregua, pensamos en un trayecto que no estuviese embarrado. Yo tenía ganas de conocer el trayecto del camino del Cadagua comprendido entre Sodupe y Arbuyo. A él le pareció bien y allí nos dirigimos. Previamente había consultado en Aemet la predicción para esa zona de las Encartaciones, y daba un respiro a la lluvia hacia media mañana. Hicimos el viaje en medio de un tremendo aguacero y nos vimos obligados a permanecer dentro del coche a cuenta de la que estaba cayendo. 


Nos decidimos a ponernos en marcha en cuanto bajó un poco la intensidad de la lluvia, que siguió pertinaz durante la primera media hora. A partir de ahí ya no tuvimos que utilizar los paraguas. Esta vez la predicción fue correcta. A pensar de la densa niebla pudimos apreciar el espectáculo de la cantidad de agua que bajaba, rodeada de una densa vegetación. En ese tramo el río abre un pasillo alargado, con un paisaje que no se aprecia ni desde la carretera antigua ni, mucho menos, desde la autovía que transita a una altura considerable.



Llega un momento en que desaparece el ruido tumultuoso del agua. Durante un largo espacio del camino el río se mantiene embalsado y en absoluto silencio. Los pocos vehículos que transitan por la carretera antigua que transcurre por la orilla contraria, además de los trenes de FEVE, parece que pasan al lado de nosotros. En la medida en que avanzamos se va sintiendo un fragor sordo, hasta que llegamos a la presa que se siente incapaz de contener la avenida formando una buena cascada. En frente vemos otra que viene a ser el sobradero de una toma que parte de la presa. Estábamos intrigados y Orencio no se perdió la oportunidad de sacar su cámara de fotos. 


La respuesta vino según avanzamos en el recorrido. Una vieja chimenea destartalada emergía de entre la vegetación, sin que hubiera el menor rastro de edificio alguno. Entonces recordé que allí había una fábrica que cerró hace muchos años, una más del entorno encartado tan castigado por le paro. No recordaba a qué se dedicaba, pero estaba claro que necesitaba agua, de ahí la presa y la toma que se la suministraba. Los restos del edificio estaban totalmente engullidos por las zarzas y la vegetación de la orilla. Toda una estampa fantasmagórica, como esquela funeraria.


Mas adelante nos adentramos en el barrio de La Quadra. Es uno de esos lugares que tiene su encanto particular y su historia, pero como se suele conocer solamente de pasar por la carretera no se aprecian. Han remodelado la torre que preside el entorno, que curiosamente se llama "Torre Salcedo", vamos que le viene ni pintado al famoso bigotes. También vimos un cartel que indicaba una subida al Paguero, que nos llamó la atención pero que ese será otro día y tomándolo en serio porque eran ochocientos y mucho de desnivel. Como se agotaba el tiempo, vuelta para atrás, cafecito al llegar a Sodupe y a casa. Recorrer el sendero del Cadagua es de lo más aconsejable.
    

miércoles, 14 de octubre de 2020

¿Ahora los jóvenes?


Ahora la mayor parte de las alarmas sobre los contagios apuntan a la población joven y adolescente. Colegios universitarios cerrados, facultades también, fiestas privadas  y botellones a lo loco, agresiones a los agentes que va a disolverlas, movimientos en las redes celebrando un "nos da la gana y qué", no fiestas patronales... hoy he escuchado en la radio que cada vez entran más jóvenes en las UCIs.

En julio puse una entrada en la que ya advertía que íbamos a tener problemas con esas generaciones que han crecido con el no quiero, no me gusta, no me da la gana, no me agobies, contestaciones groseras... y que se les ha concedido un amplio margen de no darles un no por respuesta. Han crecido sin ninguna resistencia a la frustración y con un gran desprecio por el esfuerzo, sin unos valores sociales y humanos definidos. 

Esto que pasa ahora no deja de ser una manifestación más de las consecuencias de una mala educación, de la que somos responsables desde las familias y las instituciones hasta el resto de la sociedad, pasando por el ambiente social cargado de consumos y ofertas fáciles de felicidad. Se ha hablado  mucho de que estamos en una sociedad "líquida", pero me atrevo a augurar que con estas generaciones pronto se va a ir evaporando convirtiéndose en gaseosa. A este problema he dedicado gran parte de mis entradas de educación. No me queda más que levantar acta de los resultados no deseados del mismo, pero que estaban cantados. O sea que de aquellos polvos estos lodos.


martes, 13 de octubre de 2020

El castro de Zalla


El pasado jueves día 8 encaminamos nuestro paseo montañero hacia las Encartaciones, porque hacía tiempo que no nos asomábamos por esas comarcas. Esta vez Orencio me propuso una ruta que hace mucho dijimos que no podíamos dejar de hacer: visitar el castro de Bolunburu en el municipio de Zalla. Esta vez nos acompañó Fernando que se suma de vez en cuando a nuestras salidas. Orencio llevaba el garmín preparado, así que enseguida nos situamos en el barrio de Ibarra. En él confluyen los bidegorris que circundan el municipio y el que viene desde Balmaseda bordeando el río Cadagua. Nosotros tomamos la pista dirección Balmaseda. Antes de llegar al área recreativa de Bolunburu nace un sendero a mano izquierda bien señalado que nos dirige  a El Cerco, que es la zona donde está el castro.

A partir de aquí comienza la subida que no es larga, pero sí con algunos tramos exigentes. Las lluvias de los días anteriores habían dejado el camino embarrado y encharcado, pero, a la vez, el torrente contiguo nos fue acompañando con su música y deleitando con las figuras de los torbellinos del agua. Nos encontrábamos envueltos en la espesa niebla matutina típica de la zona de Zalla, pero al mediodía ya pudimos tener buenas vistas sobre el panorama del pueblo y de los montes adyacentes. 


Llegamos a un rellano creyendo que ya era la cima, porque el bosque tupido no nos permitía divisar el entorno, y nos encontramos con una pendiente en forma de huevo con un desnivel de cuidado. En la parte superior se divisaba desde abajo la muralla. Impresiona pensar que aquel muro databa del siglo IV antes de Cristo. Un guardabosque lo descubrió porque, según cuentan, apareció a la vista a raíz de un incendio. Hay paneles explicativos y parece que han hecho alguna indagación sobre su forma de vida. Realmente suponía una auténtica fortaleza: las muralla cortaban la subida por la empinada campa y por la otra parte había un corte vertical de casi cien metros. Según explicaban los carteles, al pie de ese cortante tenían la cantera para conseguir la piedra que utilizaban para la fortificación y para la base de sus viviendas.



Mis acompañantes estaban convencidos de que solo usaban ese lugar cuando estaban en peligro, y que sus viviendas estaban en otro sitio. Yo, en cambio, les invité a que se fijaran en los paneles informativos. Decían claramente que era una aldea con sus viviendas habituales. En aquellas épocas de la segunda edad de hierro, según se ve, había que asegurar los asentamientos con todo tipo de defensas: les iba la vida en ello. Y es que la seguridad, entonces y ahora, siempre ha sido imprescindible, pero incómoda y exige algún esfuerzo. Ahora nos encontramos con el mismo problema. Todas las medidas, que debemos adoptar por nuestra defensa y la del resto de ciudadanos, son incómodas, nos exigen esfuerzo y nos dificultan la vida, pero siguen siendo imprescindibles. Aquellos se tenían que proteger de fieras y de salteadores, nosotros de un bichito que no se ve y que también mata o te puede dejar tocado de por vida con problemas respiratorios y de otro tipo.

Aprovechando el único día de sol de la semana nos fuimos, para cerrar la sesión matutina, a La Carranzana: café y picho en terraza. Una tasca sencilla y acogedora con sabor y ambiente a pueblo, aunque esté ubicada justo en frente de la papelera de Aranguren y de otras industrias de ese pelo, que estuvieron a punto de cerrar, pero por ahora parece que siguen en pie. Que sea por mucho tiempo para el bien de las Encartaciones.

domingo, 4 de octubre de 2020

Esto no hay quién lo entienda

 


Aún no he salido de mi asombro desde que el otro día escuché por la radio que los responsables del desfalco de Bankia se van de rositas, porque resulta que el dinero se ha evaporado solo y nadie se dio cuenta de que allí pasaba algo. El juez señala a la fiscalía porque no ha aportado pruebas. Aduce que las autoridades financieras habían aprobado la operación. Un inspector del Banco de España había declarado que aquello era un ruina porque se apoyaba en un agujero vacío, pero nadie le hizo caso, porque no era una autoridad o vaya a saber porqué. Tampoco hace falta ser un lince financiero sabiendo que Bankia era la fusión de varias entidades con cuantiosos números rojos en su haber. El resultado resulta consecuente para el juez: sin pruebas no hay culpables. Así pues, lo del refrán: entre todos la mataron y ella sola se murió.

O sea, el fiscal no hizo su trabajo, según el juez; las autoridades financieras y bancarias no se enteraron de nada, la dieron por buena sin más o miraron para otra parte por alguna razón que se me escapa. Qué curioso: estábamos ante un pufo mayúsculo y todas aquellas eminencias financieras ni enterarse. Un tanto extraño y difícil de tragar, sobre todo para la cantidad de ahorradores que se quedaron en la ruina y que han estado clamando en el desierto sin que nadie les haya hecho caso. Además de los directamente afectados, el resto de españolitos tuvimos que poner una buena millonada para rescatar a aquel desastre de banco y ya hemos visto el dinero de vuelta.


Esto es indignante por muy ajustado a derecho que se nos quiera vender. Habrá que decir que para robar y no ir a la cárcel hay que robar muchísimo, porque un chorizo vulgar lo tiene más crudo y es probable que le pillen antes. Por otra parte, me está tocando contemplar a una serie de jóvenes atados al empleo precario. Si resulta que necesitan tres trabajos para juntar un sueldo mínimamente aceptable, hacienda sí que lo detecta inmediatamente. Les exige hacer la declaración por muy exigua que sea la cantidad de dinero conseguido y le carga lo que para ellos supone lo que no han podido ahorrar. Así está el tema, cuanto más tienes o más manejas más puedes defraudar y va a ser más difícil que te pillen. Si vives con lo justo, no tienes escapatoria, ni derecho a quejarte. Puede que esté todo ajustado a derecho, pero no deja de ser una injusticia insultante.


martes, 22 de septiembre de 2020

El paraíso neoliberal

Paraísos no hay, ni puede haber en la tierra mientras exista el género humano. Ni siquiera aquel con el que nos aleccionaron sobre el bien y el mal, y lo malas que eran las mujeres que nos tentaban y tal. Aquel paraíso fue una bella lección contada a través de una fábula preciosa con un trasfondo muy profundo, pero los traspiés de la historia lo estropearon. En vez de sacar las lecciones que querían enseñar los que lo redactaron, los próceres de la religión obligaron al personal a creer, a pies puntillas, que aquello existió y que los seres humanos se formaron así. Y mira por dónde, aún quedan grandes corrientes creacionistas. El otro paraíso que nos quisieron vender en el siglo pasado tampoco coló. Resulta que buscaba la igualdad de todas las personas y mientras tiraban satélites y fabricaban bombas atómicas, el campesinado se moría de hambre y de frío y los obreros se tenían que conformar con unas viviendas y unos recursos lamentables. El otro paraíso comunista ha resultado ser el mayor capitalista del planeta, sin meterme en mayores lindezas y atropellos que han cometido. 

Pero hete aquí que ahora aparece una prócer neoliberal que está ofertando a toda España una alternativa total para que se pueda vivir sin necesidad de sufrir las ataduras del antiguo régimen del bienestar social. Madrid es un espacio de libertad en medio de toda la nación, donde no te acribillan a impuestos. Madrid te da todas las oportunidades para hacer todo tipo de negocios, hagas lo que hagas y caiga quien caiga. Claro que la inmensa mayoría de la ciudadanía madrileña no tiene su bolsillo preparado para eso. Las oportunidades que se pueden permitir no les llegan para conseguir trabajos decentes, o para hacerse con una vivienda sin que esté con la espada de Damocles del desahucio, o para elegir los mejores colegios porque los públicos están sin recursos, o para pagarse unos seguros médicos en sus fabulosos hospitales privatizados porque la sanidad pública está recortada. Y aquí también podríamos añadir otras cuantas lindezas que quieren tapar a toda costa.

Ahora el bichito ese que nos trae de coronilla pone todo patas arriba y, en medio de otras muchas cosas, también las faldas de la señora Ayuso que, lo reconozca o  lo intente tapar, se ha quedado con el culo al aire. Sus pupilos salieron a la calle clamando contra la injusticia de que no les dejaban divertirse como a ellos les gustaba. Montaron caceroladas para protestar por la falta de libertad. Algunos aliados suyos han presentado denuncias por esa misma razón ante el tribunal supremo. Cuando se fue desinstalando el  estado de alarma todo el mundo veía claro que la situación de Madrid no les permitía bajar la guardia. Pero, ¡qué es han creído, cómo se iba a quedar ella detrás del resto! ¿Y sus negocios, su prestigio? Claro, es que el gobierno socialcomunista tiene madridofobia y les quiere castigar obligándoles a que estén más tiempo encerrados.

La segunda hola de contagios ha puesto las cartas sobre la mesa. Habían forzado el pasar de fases sin estar en condiciones de hacerlo. No habían preparado los servicios sanitarios y educativos para el envite que todos veíamos que se echaba encima: ni médicos, ni rastreadores, ni nuevas UCI... Están achacando el problema a los inmigrantes, a las víctimas de la precariedad laboral porque viven en barrios asquerosos, en pisos pequeños muy hacinados que contagian a la gente importante y hacen que Madrid esté hecha unos zorros... Y ahora resulta que necesitan al estado porque no les da para controlar la que se les viene encima y el presidente va y les dice que sí.  Se traga el sapo, se tapa la nariz y se presenta en la Puerta del Sol. Resultado: bien para los madrileños, mal para le resto de españoles que tenemos que pagar con nuestros impuestos el agujero que han dejado sus políticas neoliberales y su ineptitud en la gestión política y sanitaria. 


Señora Ayuso, de paraíso nada, ni siquiera fiscal. El neoliberalismo que ustedes practican machaca a los seres humanos tan despiadadamente como los de su signo contrario, solamente que, en vez de hacerlo a lo bestia, lo hacen con guante blanco. Claro, para no mancharse, que los pobres son un tanto asquerositos y muy pesados que solo saben protestar y pedir. Ah, otra cosa. Si, como usted dice, Madrid es España, me está dando un motivo más para pensarme lo del independentismo.

viernes, 18 de septiembre de 2020

...y van 7


Eso, van siete años de jubilado. Tal día como hoy me di definitivamente de baja en mi vida laboral en el 2013, a la edad cumplida de sesentaicinco años y un mes, por aquello de la puesta en marcha de la prolongación de la vida laboral hasta los sesentaisiete. Lo primero que tengo que decir es que no me puedo quejar, para nada. Mi hija me ha preguntado hoy, a raíz de lo dicho  por el ministro de turno sobre lo de incentivar la prolongación voluntaria de la vida laboral, si yo lo haría porque me gustaba mucho mi trabajo. Pues no: he disfrutado con mi trabajo, ha sido una importante herramienta para desarrollar mi vocación educadora -y de ganarme la vida-, he disfrutado de unos compañeros y compañeras magníficos, pero mi sitio tenía que ser para alguien que viniese detrás. Ya me iba a arreglar yo para seguir gestionando mi vida. Y he de confesar que no me costó nada cambiar el chip.

Mirando ahora hacia atrás he pasado por distintas fases y en cada una de ellas me he ido centrando en diversas actividades. Estoy participando como voluntario en varias asociaciones del tercer sector. La actividad personal que más ha apasionado ha sido la escritura y la lectura, compañeras inseparables. Me ha dado tiempo para mantener este blog, con sus más y sus menos, para complementarlo con los de mis prosas y mis poemas, para escribir unos pequeños relatos de mis memorias y para cumplir un desafío personal: escribir una novela. Pues han sido dos y en estos momentos me están corrigendo la segunda: "El viento sur arranca las hojas en otoño" y "Lepoan". Más adelante fui intensificando mis actividades físicas y deportivas. Tuve que dejar la natación y el gimnasio por mi lesión de hombro y aumenté mis paseos.


Me asocié con Orencio para hacer salidas montañeras. A la lesión de hombro se añadió la artrosis de cadera, con lo que tuve que dejar de hacer salidas por montes fuertes o terrenos quebrados y dedicarme a transitar los senderos y las colinas más accesibles del país.

La última fase ha llegado con la jubilación de María. A partir de aquí hemos tomado iniciativas conjuntas. Comenzamos por inscribirnos en un centro de mayores -cosa que no se me hubiera ocurrido antes ni soñando- para participar en un grupo de senderismo de mayores de todo Barakaldo y, a la vez presentarnos en más actividades. Nos inscribimos en los cursos de estiramientos del ayuntamiento, lo que ha sido providencial para mí. He conseguido olvidarme de mis achaques lumbares y estoy consiguiendo un estado de forma física bastante aceptable para mi edad. En la pandemia los estiramientos aprendidos, y otros que se han editado por internet, han sido una tabla de salvación para no quedarme anquilosado y sigo practicándolos todos los días. He vuelto al gimnasio por consejo de mi médica, para reforzar la zona de las caderas y estoy notando sus beneficios. 

Solo me queda como deberes aprender a convivir con los desgastes irremediables de nuestros circuitos neuronales: se cronifican los despistes y los olvidos, la vista y el oído flaquean, te haces más lío al hablar, se te van los nombres hasta de los más cercanos... Y, de paso, procurar que los más cercanos no tengan que pagar las consecuencias. En fin, a pesar de todo, lo dicho: no me puedo quejar y que al año que viene pueda seguir escribiendo  mi vida.

sábado, 29 de agosto de 2020

EL GALLINERO ESPAÑOL



No creo que quede ya un ciudadano de bien en España que no esté harto de tanta bronca y de tanto disparate político. En efecto, parece que vivimos en un gallinero donde hay demasiados gallos que no cejan en darse picotazos y zarpazos, gritando chillonamente y sin parar de agitar las alas para ver quién las tienen más grandes. Pero yo creo que el hartazgo va más allá del ruido y que está llegando a la indignación. Porque, digo yo y conmigo mucha gente, se trata solucionar un problema que está costando vidas, que nos está poniendo a todos del revés porque nos ha arrebatado en un plisplas nuestro modus vivendi y que puede acabar arruinando nuestra economía. 


Ya, pero nuestros gallos están a ver a quién se pueden cargar y no hay más que tiros cruzados: si el gobierno dice A el otro dice que B, pero si cambia y dice B la oposición reclama A. Las autonomías quieren lo suyo y protestan al gobierno, el gobierno les da algo y dicen que lo tenía que hacer él. Las autonomías se miran de reojo: por qué a éste sí y a mí no, ése me perjudica o no me deja hacer, se juntan para coordinarse y cuando salen parece que han estado en reuniones distintas según sus declaraciones, los socios de gobierno se ponen zancadillas... y al final se está a hundir al contrario en vez de al virus.


Me da que, en mayor o menor medida, la gente hispánica y, en especial sus dirigentes, llevan algún gen que les hace proclives a  las guerras civiles y fratricidas. La historia de las tierras ibéricas que nos contaron son una de mandobles, espadazos, guerrillas y de ahí en adelante -cristianos contra moros, reinos cristianos entre sí, reinos de taifas entre sí, golpes de estado, conspiraciones, carlistas contra isabelinos...- hasta la guerra civil y la represión de la dictadura. El espectáculo de los políticos actuales va de anteponer despiadadamente  la caída de la cabeza del contrario, claro sin que esto suponga un río de sangre que somos civilizados, por encima de los problemas que se supone tienen que resolver, desde el gobierno o desde la oposición. 


Tenemos una segunda hola de contagios, unos presupuestos generales imprescindibles en el aire, unas lacras sociales cada vez más vergonzantes, una generación marcada con la educación temblando, una panda de impresentables sueltos negando lo evidente sin que nadie les ponga coto... Parece ser que estos problemas son cartas de una partida de poker -con éste no, si no me das, si no es lo que yo digo...-, en vez de motivos para buscar soluciones en nombre de un bien común más que elemental. En conclusión, al principio se nos dijo que estábamos en guerra contra el virus y, sin embargo, estamos descubriendo que en realidad estamos en una guerra civil con la disculpa del  covid19. Una guerra con demasiados muertos,  aunque no sean de balas o de bombardeos, que se intenta adjudicar al contrario como se hizo entonces. Si en medio de esta guerra se deja sin resolver lo evidente, vamos a tener una posguerra de cuidado, por más que nos quieran apoyar desde fuera, y que es posible que haga recordar la del cuarenta a la generación más mayor. Que Dios nos pille confesados, que decían nuestras abuelas.

jueves, 20 de agosto de 2020

Féliz cumpleaños

Este pasado 14 de agosto me han caído los 72 años. Estábamos en Quintanilla y lo celebramos sumergiéndonos en el bosque Hijedo para darnos un baño de naturaleza y de frescor. Fue como un querer absorber la fuerza de la vida para cargar las pilas ante este nuevo año que no trae buena pinta. Luego nos regalamos con una comida de caprichos. En el descanso posterior recibimos una mala noticia de la familia y tuvimos que recoger a toda prisa para regresar a Barakaldo. De todos modos quedaba pendiente la celebración al completo incluyendo a Irene, así que convinimos en que el día que mejor nos convenía para hacer la celebración era el miércoles 19.


Causalidad que para este día estábamos amenazados con una insoportable subida de temperaturas, pero, a pesar de ello, mantuvimos el plan previsto. También nos dimos cuenta que habíamos formado un número capicúa 7227, esperando que nos diera buena suerte, formado por mi edad y por la suya. Más nos vale que así sea. El plan previsto era el regalo de Irene, que consistía en acompañarme a subir desde Mena al Diente del Ahorcado, o mejor dicho, al Castro Grande (1.085 mts.) del que está despegado. El dato curioso es que esa promesa me la  hizo hace catorce años, mas o menos. Por aquello de que "más vale tarde que nunca" hemos cumplido por fin hoy ese propósito tan abandonado. He de confesar que sí: ha sido un auténtico regalo disfrutar de su compañía en esta magnífica subida. 

Con el viento sur la visión era perfecta y es increíble todas las vistas que se pueden disfrutar desde esa cumbre. Hemos subido sobre el horario previsto, aunque hemos encontrado desprendimientos que han obstaculizado el camino y que han hecho más molesta la bajada. Al revés de lo previsto, no hemos pasado calor hasta la llegada al coche para volver. La subida está protegida por un tupido bosque y por la sombra de los farallones cuando dejamos los árboles atrás. A partir del túnel de la Complacita, la pista de acceso a las antenas de la cumbre discurre por un paraje pelado, pero hemos tenido suerte por unas nubecitas lenticulares que nos han hecho de sombrilla. En la cumbre ha salido el sol, pero con la fuerza del viento no nos molestaba. Irene se ha tenido que poner un jersey, quién nos lo iba a decir.

Hemos cerrado el día comiendo en un vegetariano de Bilbao, porque el de aquí estaba de vacaciones. Eso era parte del trato, porque Irene es vegetariana y María y yo no hacemos ascos a los vegetales. En fin una celebración estupenda que espero mantener en mi recuerdo como uno de mis mejores cumpleaños. A propósito, el restaurante vegetariano es el Margarito, que está al lado de la plaza Jado. Los tres hemos quedado muy contentos de la atención, de la comida y del precio. El ambiente está muy cuidado y resulta sumamente acogedor. La jornada ha resultado ser un poderoso chute para transitar con buen pie los tiempos nublados en que estamos intentando sobrevivir.



martes, 4 de agosto de 2020

Recuerdos de Mallorca IV

La siguiente escapada nos llevó hasta Esporles. Es un pueblo que está asentado a los pies de la Tramontana, mirando hacia el interior. No está lejos de Mallorca, así que el viaje fue corto. Nos costó un buen rato encontrar el punto de partida que teníamos indicado en la ruta de senderismo, incluso un cartero no se aclaraba. Fue toda una sorpresa desde el principio. Tras atravesar unos terrenos de labranza con las terrazas habituales y unas casas típicas del campo mallorquín, comenzamos la ascensión a una ermita con un tramo muy empinado.
Al finalizar éste nos encontramos con una estatua del Sagrado Corazón que preside el valle. Dicen en la zona que, visto desde su mirador, el pueblo tiene forma de delfín, lo que se puede comprobar en la foto. 

A partir de aquí nos fuimos adentrando en un monte de encinar bajo llenos de piedras de todos los tamaños. Nos llamó la atención unos muretes circulares sin cerrar, como quien deja una entrada. En la ermita nos llamó la atención el sistema de sacar agua. La ruta marcaba otro trayecto opcional que llevaba hasta la cumbre del monte, así que optamos por completarlo. Llegamos a una segunda ermita que estaba mantenida en pie, y muy arregladita por cierto, por un grupo montañero que también se dedicaba a mantener vivas las historias del lugar.
Detrás del pequeño edificio encontramos la respuesta a nuestra intriga de los muretes. Aquel monte había estado dedicado a la producción de carbón vegetal. Había una reproducción de lo que eran las chozas que usaban los carborneros. Junto a ella había un pequeño corro de piedras con restos de una hoguera y una explanada circular, que debía de ser para instalar la carbonera. En la medida que nos adentramos en el bosque nos encontramos con más restos que repetían ese mismo esquema.  Había muros a cada poco, lo que supongo eran las divisiones del territorio de cada cual, como se puede ver en las fotos narradas del final. 

Después de dar cuenta de los bocadillos sentado en lo que debió de ser el pretil de un pozo, intentamos llegar hasta la cumbre. Se nos abrieron varias vistas sorprendentes tanto hacia el mar como hacia el interior. De todos modos, tuvimos que desistir de llegar hasta la cumbre, porque, una vez más, los horarios de las líneas limitaban nuestras posibilidades. Solo había dos buses de vueltas con dos horas de diferencia. Si cogíamos el primero perdíamos mucho tiempo de andar, pero si optábamos por el segundo no íbamos a llegar a coger el último bus de la línea que nos llevaba al hotel. Así que nos tuvimos que aguantar la frustración y vuelta para abajo.
Fue algo emocionante sentirse perdidos en aquel amasijo de piedras y pequeñas encinas. Se nos antojó que habíamos descubierto un sitio singular de esos que son difíciles de encontrar. A pesar de la contrariedad fue un día precioso y llegamos con tiempo de sobra a la cena. Eso sí nos volvimos a encontrar con alemanes, esta vez jóvenes con pinta de universitarios. 


domingo, 26 de julio de 2020

A propósito de repuntes

Vivimos en una permanente alarma ante la cantidad de repuntes que se están dando. Hay dos problemas que se señalan desde las autoridades y desde los medios de comunicación: el aumento del número de jóvenes infectados y el ocio nocturno, donde, por lógica, más abunda la población juvenil. Si añadimos a esto la costumbre de botellones y quedadas al uso, debidamente bañadas en alcohol y rematadas con otras sustancias, no hace falta apellidarse Simón para concluir que los jóvenes, aunque se queden en infectados asintomáticos, acaban convirtiéndose en unos formidables agentes de expansión del virus. He estado escuchando en la radio debates sobre que no hay que echarles la culpa de todo sin más a los jóvenes. Por supuesto, entre los mayores también hay irresponsables dignos de calificativos más gruesos, y, por supuesto, en que actúen así algo, o mucho, tenemos que ver los adultos. 

A lo largo de los años en que escribo en este blog, he dedicado gran cantidad de entradas a temas educativos, en las que he señalado machaconamente los peligros y las consecuencias nefastas de consentir los caprichos, de no utilizar el no, de no preparar a los niños a soportar contrariedades, de que la gente normal no ejerza un apoyo educativo ante conductas asociales, de que se deje todo el tema de la educación en  manos de la escuela y de las  instituciones... Por otra parte, se les ha consentido, incluso reído las gracias, cuando han utilizado hábiles argucias y trampas para librarse de obligaciones o para engañar a profesores, autoridades o familiares. Todo este sustrato de que "hago lo que me da la gana y no me pasa nada" va aflorando en los distintos momentos de la convivencia social, escolar, familiar o de ocio.

Llegados a este momento resulta que las trampas no valen ni sirven para librarse del bicho. Se puede engañar a los padres, a los policías para que no les pillen, pero al virus es imposible. La única defensa que resulta válida está basada en la responsabilidad personal. Saben de sobra qué es lo que tienen que hacer para no acabar infectados, pero sus valores se basan en dos principios inamovibles: "yo quiero" y "no me gusta". Si se suman esos dos factores tenemos un resultado altamente peligroso: el sentimiento de impunidad con un índice de riesgo difícil de controlar, por más campañas que se hagan. Lógicamente, el control de este problema no solo es responsabilidad de los jóvenes, sino también de la educación familiar, de la influencia social... Al loro.  

sábado, 25 de julio de 2020

Recuerdos de Mallorca III

Teníamos previsto hacer varias rutas de senderismo.  Decidimos comenzar por una que acababa en La Trapa, un antiguo reducto monacal abandonado y colgado entre acantilados. Debíamos coger la línea de Andrax para luego tomar otro bus, que resultó ser un minibus, que nos acercase a StElm. En el primer pueblo que hizo parada tuvimos otro baño de masificación. Una nube de de gente de todo tipo y nacionalidad se apelotonaba en la puerta de acceso entre gritos y empujones hasta dejar el vehículo retacado a más no poder. El bus de enlace estaba esperando al llegar, así que no tuvimos mayor problema. Creíamos, ingenuos de nosotros, que nos dirigíamos a alguna población pequeña de la costa. Andrax nos pareció un amasijo de casitas, urbanizaciones y comercios sin personalidad alguna. 

StElm era un rincón a pie de acantilado en el que se habían instalado unas cuantas urbanizaciones, de distinto pelo  y categoría, sobre la misma orilla del mar. Vimos que algunas tenían rampa directa al mar para guardar su embarcación en los bajos de la casa. En esa época del año estaba vacía de personal, porque prácticamente solo se usa en verano y la mayoría son de alquiler, como nos contó el conductor. Lo mejor del lugar eran las espectaculares vistas sobre la isla Dragonera.

Tras el típico despiste de encontrar la calle correcta para comenzar a andar, dimos enseguida con el camino. Ya desde el comienzo del recorrido chocamos con otra peculiaridad de Mallorca: estábamos rodeados de alemanes. En todo el recorrido de ida y vuelta solo nos cruzamos con un grupo de españoles, sin contar con el restaurador del viejo cenobio.
El camino partía de una pista ancha, pero a poco de comenzar las marcas del senderismo nos sacaban de ella y nos metía en un subir y bajar trepando por acantilados de vistas impresionantes. Alguno de los tramos eran realmente exigentes, pero, ante el panorama, las distintas perspectivas del perfil de la Dragonera y la inmensidad del mar delante, merecía la pena el esfuerzo. Faltaba poco para las dos del mediodía cuando llegamos a La Trapa. Fue una visión sobrecogedora la que tuvimos desde lo alto del camino: todo se reducía a unos cuantos edificios pequeños, medio derruidos, rodeados de terrazas para la labranza. Algo separada se veía otra casita que contenía unos mecanismos para moler el grano. Algo increíble: cómo se podría sobrevivir en aquel barranco fuera del mundo y, por si fuera poco, cómo montar toda una organización para autoabastecerse y posibilitar una vida comunitaria. Vamos, una auténtica "fuga mundi".

El responsable de la restauración nos atendió muy bien. Como en casi todos los temas de cultura o de mantenimiento del patrimonio, no tardó en denostar con las decisiones de su gobierno, que ni entendía de cómo había que actuar ni se dejaba enseñar. O sea, que se tomaban decisiones en base a la política y no con criterios basados en el conocimiento del terreno. Luego comimos en un auténtico balcón abierto al mar y a los acantilados. La vuelta fue más prosaica y pesada. Tomamos la pista ancha que habíamos abandonado al principio. El barranco por el que descendía también era impresionante, pero carente de aliciente después del banquete paisajístico de la mañana. En honor a la verdad en el camino de vuelta nos cruzamos con un grupo de ingleses.

Nos tocó esperar un buen rato a que saliera el bus que nos tenía que dejar en Andrax. Así que aprovechamos para examinar la zona, sacar fotos y charlar con el conductor. La vuelta fue otra aventura para llegar a cenar al hotel. Si nos bajábamos en la estación central corríamos el riesgo de que el último bus al hotel ya hubiese salido. Así que nos apeamos en una parada anterior, por la que tenía que pasar en dirección contraria a la que llevábamos. Menos mal que salió bien la jugada y no llegamos tan tarde como la vez anterior, aunque tuvimos que ir directamente al comedor y la ducha tuvo  que esperar.

No he dejado de dar vueltas los sentimientos encontrados que me habían provocado las dos visitas. La cartuja de Valdemosa con una arquitectura preciosa, museo histórico con tesoros y rodeada de palacios señoriales. La trapa que acabábamos de ver en el extremo opuesto: austeridad, disciplina y vida de recogimiento. Resultaba un vivo reflejo de cómo había surgido la vida religiosa y dónde se fue acomodando con el tiempo al rebufo de los poderosos o, lo que ha resultado siempre más chocante, convirtiéndose en un nuevo grupo de poder y riqueza. 



viernes, 24 de julio de 2020

En los límites del paroxismo

A raíz de las recientes elecciones al parlamento de Vitoria, me he quedado con algunos hechos tan chocantes, que uno no puede pasar de largo, porque indican hasta qué límite de insensatez están llegando algunos políticos o, lo que es peor, hasta dónde son capaces de llegar con tal de sembrar confusión. Digo que están llegando al límite del paroxismo, porque la inmensa mayoría de sus afirmaciones resultan ser insultos a la inteligencia del ciudadano medio, pero en esta ocasión el señor Casado está superando su propio récord de insensatez o de cinismo, que al fin y a la postre nunca se sabe.

Comenzó rescatando un muerto viviente de la política para ponerle al frente de su candidatura en nuestro país. No se puede uno imaginar qué podría hacer este buen hombre a estas alturas en unas elecciones tan reñidas como son las de aquí. Resulta que, por lo que decía, he sacado la conclusión de que estaba desfasado en el tiempo y en el espacio. En el tiempo porque no parecía haberse enterado de que ya estamos en el siglo XXI, que ETA ya no existe hace mucho tiempo, que EH Bildu tiene  vida propia  y no solo es su heredero, que Otegi fue lo que fue pero que está haciendo política -aunque no le guste-, que el PNV le lleva muchos años de delantera en gestión y que él mismo ha obviado tener en cuenta la lista de defenestrados en su partido por querer hacer política vasca en el País Vasco, o sea, que él estaba ahí porque habían echado a otros, no por méritos propios. En el espacio, porque lo que decía era lo mismo que su mentor estaba diciendo en el parlamento de Madrid, por eso siempre tenía que ir con la chuleta escrita en todas sus intervenciones. La joya de la corona la puso con aquello de que habían vencido a las estadísticas, por lo que el resultado de del escrutinio había sido positivo para su coalición, cuando había cosechado los peores resultados de su historia. Increíble pero cierto.

Y ahora viene lo bueno. El ascenso del PNV y, sobre todo, de la izquierda abertzale le resultó particularmente indigesto al señor Casado. El caso es que llegó a declarar públicamente que ante estos resultados la sociedad está haciendo algo mal. Clarividente: lo correcto es solamente lo que él proclama, porque nunca se equivoca. Unos miles de ciudadanos no saben lo que dicen, o lo que quieren o son unos malvados que hacen las cosas mal intencionadamente, a saber. 

En estos momentos está rematando sus insultos a la inteligencia y la memoria de los ciudadanos. Acaba de proclamarse poco menos que en el artífice de los beneficios que va a recibir España de las partidas preparadas por la UE para la recuperación de la crisis, a través del grupo parlamentario de su partido. No se habrá dado cuenta que tenemos presente todas las zancadillas y la campaña de desprestigio que han estado orquestando los suyos en Europa, para que el gobierno no consiguiera nada, sin pensar en el perjuicio que eso acarrearía a todo el estado. Para remate se niega a aceptar las conclusiones de reconstrucción en el terreno social y laboral. Lo dicho, están superando todos los límites de la decencia y de la ética.



lunes, 13 de julio de 2020

Recuerdos de Mallorca II

Uno de los planes, que ya nos había llamado la atención desde que comenzamos a hacer consultas en internet, era la visita a Sóller. El principal aliciente consistía en experimentar un viaje en un tren centenario y rematarlo con un tranvía de similar época que acerca a los viajeros hasta el puerto que lleva su mismo nombre, aunque está algo distante. Otro aliciente consistía en descubrir una población prácticamente enterrada entre unos riscos impresionantes. Después de acercarnos a la estación y de informarnos de los días en los que había precios especiales, por aquello de ser de menor afluencia de viajeros, marcamos el día para el viaje. Al mismo tiempo, pensamos que sería interesante regresar en bus por cambiar de panorama y poder circular por la famosa carretera retorcida que repta entre las faldas y los acantilados de la Tramontana. Consultamos los horarios y pudimos comprobar que ese bus tenía parada también en la afamada población de Valdemosa y que, a última hora de la tarde, disponíamos de otra línea que nos dejaba en la estación central de Palma.

Sóller desde el tren
Dicho y hecho. Nos preparamos unos bocatas y frutas y nos lanzamos a lo que resultó ser una aventura de transporte público. Salimos con una hora de antelación porque la línea que nos llevaba a Palma se tomaba su tiempo dando vueltas por las grandes superficies comerciales de los alrededores de la capital. Llegamos al tren y nos extrañó la cantidad de vagones que tenía, totalmente desproporcionada para el personal que íbamos a montar. El acomodador o inspector del tren se puso hacia la mitad del convoy y avisó que en los vagones que estaban a su espalda estaba prohibido subir. No habíamos andado poco más de veinte minutos, cuando el tren estuvo parado un buen rato en un andén perdido en tierra de nadie sin ninguna población a la vista.Hasta que apareció una nube de personas mayores peleándose por una siento y dirigidas por paraguas de colorines que daban instrucciones a voz en grito sin parar. Otros veinte minutos llevó la operación hasta que se percataron que no habían perdido a ningún excursionista. Esta fue la primera experiencia de la masificación de los viajes que ofertaba el Imserso.

Fue una experiencia muy bonita experimentar de nuevo cómo sonaba un tren en una vía estrecha con travesaños de madera o atravesando un túnel. Poco antes de descender a Sóller el tren hizo una parada estratégica para que el personal disfrutase de una preciosa panorámica y se pudiera hartar a sacar fotos. Una vez en Sóller, dejamos que la marabunta se arrojase a  invadir la las terrazas de la plaza del pueblo.
Nosotros nos percatamos primero dónde y a qué hora se cogía el tranvía. Nos dimos una vuelta contemplando los alrededores y embarcamos en el legendario tranvía, otra experiencia curiosa con asientos de madera y sistemas más parecidos a los tranvías de mi infancia que a los de ahora. El puerto no tenía nada que ver, excepto embarcaciones de recreo y tiendas y tenderetes por doquier. Nos habíamos hecho a la  idea de dar un paseo hasta un pequeño faro que está en una de las puntas de la bocana del puerto, pero no disponíamos de tiempo. El recorrido llevaba su tiempo y la parada del bus estaba muy a las afueras. Así que paseamos un poco por la playa y nos sentamos en un muro que se adentraba en el agua para dar cuenta de nuestros bocatas,rodeados de las mansas aguas del Mediterráneo.



Después de preguntar tres veces conseguimos llegar hasta la parada de los buses de línea. Observé algunas señalizaciones de senderismo que había mirado en internet, pero tendrían que ser para otra ocasión. A la hora en punto son recogió el coche de línea y se lanzó a trepar por una carretera tallada en la roca, poco más o menos, unas veces colgados de una pared y otras temiendo que nos íbamos por el acantilado abajo. En el trayecto vimos unos pueblos y unas edificaciones preciosos que no tenían nada que ver con la masificación con que nos habíamos encontrado en la primera parte del viaje. Llegamos a la afamada Valdemosa. Comenzamos por hacer una primera inspección del pueblo.  La carretera y una plaza contigua estaban repletas de terrazas llenas a esa hora, las tres y media o así. Por lo que pudimos ver los precios estaban aptos para carteras alemanas y esas no son de las nuestras.


El edificio de la Trapa destaca sobre todos los edificios y viene a ser la principal atracción del pueblo, pero, maldición, era domingo y estaba cerrada a las visitas, no como los museos que cierran los lunes. Nos dedicamos a contemplar una serie de iglesias y edificios históricos. En uno de ellos hay un balcón con unas vistas preciosas sobre las laderas que van llevando hasta el llano que termina en Palma. Nos encantaron tantos los jardines públicos como algunos privados. Dado que nos quedaban unas horas hasta el siguiente bus, aprovechamos para hacer un poco de senderismo y fuimos subiendo por una de las colinas pedregosas que rodean el pueblo.
Valdemosa
Desde allí pudimos tener unas vistas interesantes, incluso por algún resquicio se veía un cacho de mar. Cuando comenzó a caer la tarde nos dimos una última vuelta para ver unas torres que quedaban algo separadas del núcleo de edificios y regresamos a la parada, aunque aún faltaba más de media hora.


Estuvimos esperando tranquilamente con no más de cinco personas, pero poco antes de la hora de llegada se arremolinó un pelotón de personal con cara asesina, dispuesta a morder si hiciera falta  con tal de que nadie les impidiese conseguir un sitio. Hubo broncas, codazos, insultos, caraduras y de todo. El conductor parecía estar acostumbrado a ese tipo de situaciones, así que ni se inmutó y no arrancó hasta que no quedó nadie en tierra. Talmente, como sardinas en lata llegamos en un santiamén a Palma.
Pero lo peor nos esperaba en la horrible línea que nos tenía que llevar al hotel. Teóricamente funcionaba hasta las nueve, pero, sin que mediara cartel informativo, los domingos lo hacía solo hasta las ocho, tal como nos confirmaron unas señoras que estaban en la parada. Total que tuvimos que coger otra línea que nos dejó en el puerto deportivo cercano al hotel y de allí, cuesta arriba, corriendo para no quedarnos sin cenar. Llegamos justo cuando comenzaban a recoger las mesas, así que algo pudimos pillar. A todo esto estaban comenzando las atracciones nocturnas del hotel y todo el personal estaba ya acomodado de punta en blanco, mirando de reojo las pintas de aquellos dos mochileros que llegaban medio sofocados.