jueves, 7 de marzo de 2024

"De andar por casa"

    


 Lunes 4 de marzo. nos toca ir a Bakio pero víspera Mª Ángeles nos alertó de que el acceso a S. Juan de Gaztelugatxe estaba cerrado por obras hasta el día 8. Lógicamente no íbamos a ir y perdernos lo más típico del paseo. Así que echamos mano de un sanqueremos, que estaba por ahí guardado, preparado por Fernan y por Salva. Esta vez la quedada fue en Sta. Teresa y allí estábamos 25 incombustibles con el paraguas a mano o en la mochila por si acaso. El acaso no se hizo efectivo, así que tuvimos una mañana estupenda para caminar. Tomamos el bidegorri que sale de la parte de abajo de Beurko y seguimos hasta Portugalete. Al llegar nos salimos del mismo para afincarnos en el área recreativa que hay a la entrada de la villa. Allí en medio de una zona de juegos infantiles repusimos fuerzas, aunque era algo más pronto que otros días, y es que el tiempo del transporte se hace notar tanto a la ida como a la vuelta. Pero somos senderistas intrépidos y eso no nos echa para atrás, por eso las salidas de "andar por casa" son la excepción.

    Hasta aquí todo normal y conocido, pero a la vuelta nuestros guías nos llevaron por zonas desconocidas para la gran mayoría de nosotros. Arrancamos pegados al polideportivo nuevo y luego seguimos por la parte de atrás del centro comercial de Ballonti. Bordeamos una zona de urbanizaciones nuevas y en un trozo de campa hicimos la foto de grupo.


Fuimos a salir. bajando por detrás de la comisaría de Sestao, al semáforo que corta el bidegorri, pero no volvimos por él, sino que los guías nos dirigieron dirección Elgero y, dejando a un lado la estación de Galindo, cruzamos las vías por un paso aéreo y fuimos a dar a una gran esplanada donde arrancaba otro sendero, esta vez de piedrilla. Hubo lo suyo si dar la vuelta por la acera o atajar por la hierba, ya algo machacada de pisadas. Al final triunfó el incivismo por aquello de la incomodidad.

    Debo confesar que me quedé  desorientado porque no recordaba haber visto antes semejante esplanada, hasta que caí en la cuenta de que habían desaparecido los pabellones antiguos de la Babcock Wilcox. Se me encogió el estómago al recordarlo. Aquello me transportó a los paisajes de mi niñez en La Familiar, cuando su sirena, la más características de todas porque parecía la de un buque gigantesco, nos marcaba las horas. Los camiones que a media mañana recogían las cestas canarieras con la comida de los trabajadores que iban depositando las mujeres. Las máquinas de tren que fabricaban, cómo luego la fábrica se fue extendiendo por la vega y fue tapando también las balsas, a las que mi abuelo Pepe me llevaba con él para coger quisquillas, que también usaba de carnada para pescar. 

  


Siguiendo la ruta, pasamos detrás del último monstruo comercial que nos ha llegado de yankilandia. En su parte trasera han puesto recientemente un puente para que la ruta pueda continuar por la margen izquierda del Ballonti. Hubo disquisiciones sobre la época y el estilo arquitectónico del mismo, que acabó en alguna foto. A partir de aquí, fuimos bordeando la depuradora de Galindo hasta que volvimos a cruzar la ría por el puente antiguo de la carretera a Santurtzi. Allí también me asaltaron  recuerdos de infancia, fijándome en la zona de la orilla de Sestao que también disponía de una parada del gasolino de Erandio. 

   


Finalmente, después de posar ante la bola del mundo en homenaje a Zubileta, seguimos por la pista de la vuelta a Barakaldo contemplando el avance de las obras del superparque recreativo, playa y de todo que nos van a poner. Al llegar a la estación de metro de Ansio hicimos despedida y cierre dando por finalizado el paseo. A pesar de la frustración de no poder haber ido a S. Juan de Gaztelugatxe, pudimos disfrutar de una buena mañana de caminar -unos trece kilómetros- y de convivencia. Otro día será lo de Bakio.