sábado, 29 de marzo de 2014

España es así, Sr. Ministro

En estos días me están lloviendo una serie de noticias, comentarios o informes que me provocan hasta dolores de estómago. Todos ellos hacen referencia a la situación laboral y al panorama de las diferencias sociales, cuya brecha se abre cada día más y a más velocidad. Los últimos descalabros, que no reformas de los derechos de los trabajadores, están produciendo situaciones absurdas. Resulta que hay menos demandas de puestos de trabajo porque se gana más con la renta de garantía que con la muchos de los trabajos que se ofertan. Estos suelen ser temporales, incluso por horas, y si alguien los acepta debe renunciar a la renta. El problema es que no va a cobrar luego paro y le va a costar un triunfo que le vuelvan a conceder la renta, sin contar el tiempo que tendrá que añadir a la espera de que se la hagan efectiva. Lo bonito es que a eso lo llaman puesto de trabajo, igual que los alemanes que para eso son los que mandan. A una asistente social le ofrecían trabajar por horas sueltas, le exigían entera disponibilidad sin garantizarle número de horas ni horario y le pagarían 10€ la hora. Eso a una persona con título universitario y con experiencia, con que no necesito que me cuenten lo que les puede pasar a camareros, limpieza, comercio... Los esclavos cobraban menos pero al menos los alimentaban.

Además de que muchos jóvenes con formación se tienen que marchar fuera , se juega con los que se quedan aquí abusando de su situación de precariedad para poderles explotar, o mejor dicho chulear en el sentido estricto de la palabra. Por poner un caso un tanto sarcástico. Es la tercera vez que me llega un spam en el que una supuesta empresa de altos vuelos me da la buena noticia de que han quedado gratamente impresionados por mi currículo y que cuentan conmigo para ampliar su plantilla. Se trata de asesorar en contabilidad, administración de empresas y relaciones jurídicas. Bingo: estoy jubilado, he sido funcionario de carrera, me he movido en el campo de la educación y de los servicios sociales y me ofrecen un salario inferior a mi paga de jubilación. No sé de dónde habrán sacado mi supuesto currículo. Eso sí me piden todos mis datos, vaya usted a saber para qué, pero seguro que alguien picará y podemos imaginar lo que harán con ellos. Vivimos en una sociedad que en vez de la información se está convirtiendo en la de la mentira, la estafa y las trampas y los que tienen la sartén por el mango la manejan de maravilla y nos llaman tontos a la cara.

A todo esto viene Cáritas y nos saca una foto que pone los pelos de punta hasta a los más indiferentes. Hogares en severa pobreza o sin poder mantener el consumo de energía eléctrica, segundo puesto en pobreza infantil, personas mayores que compran muy por encima de sus necesidades porque tienen que estar alimentado a sus hijos y nietos, cada vez se ven más iniciativas de comedores sociales, los gitanos rumanos ya no son los únicos que rebuscan en las basuras, ni los inmigrantes son la mayor parte de los atendidos en los servicios sociales ... 

Entonces el ministro Montoro se enfada muchísimo y aparece en los medios, con toda su cara dura y su cinismo, negándolo todo porque esa no es la imagen real de la España de la recuperación económica. (Bueno, se dirá, pero esos no eran de los nuestros, tanto favorecer a la Iglesia para que nos salgan ahora con éstas). Su economía, que a estas alturas ya no sabemos lo que es ni para qué sirve , se recuperará si ud. lo dice, pero ¡¡ España es así sr. ministro!! No tenga usted la desvergüenza de negar lo evidente que está a la vista de todo el mundo. Claro que, como usted está en su mundo al otro lado de la grieta social, es lógico que no vea lo que hay a este lado, o mejor, no quiere verlo porque no se le puede llevar la contraria, dado que eso perjudicaría  la famosa marca España que se han inventado.

martes, 25 de marzo de 2014

Suárez de villano a mito.

Son muchas las impresiones que se me han agolpado mientras veía en la tele los fastos de despedida a los restos mortales del presidente Suárez. Como es y ha sido tradición o idiosincrasia del rancio abolengo de este país, todo ha discurrido bajo la sombra del ejército, en Madrid, y bajo la de la Iglesia, en Avila. De todo el boato y la parafernalia exhibidos me quedo con lo que considero mínimamente auténtico, la presencia de mucha gente en la calle y la expresión de sus sentimientos. A todo esto, han supuesto una auténtica plastada las horas y horas en las que, a lo largo estos dos días previos, todos los medios de comunicación se han empeñado en competir para recordarnos la historia de la transición, su amistad con el rey, el tejerazo... Han sacado a primera fila de pantalla viejos dinosaurios de la política y de la información, que estaban perdidos en el valle árido del olvido y cuya existencia ya ni recordábamos, aportando sesudas consideraciones sobre su historia. Cuando quieren ser exhaustivos o ganar audiencia, acaban resultando cargantes y odiosos. Los programadores no suelen tener en cuenta el viejo refrán castellano "lo poco agrada y lo mucho enfada" y siguen confundiendo la cantidad con la calidad.


A decir verdad en su día Suárez no me cayó nada bien. Era un tipo venido del Movimiento y me parecía que lo que pretendía era dar un barniz democrático al posfranquismo para mantener a los de siempre. Me alegré mucho de haberme equivocado. Luego comprendí que el gran mérito que tuvo fue hacer, como he oído en alguna radio, de flautista de Hamelin con sus correligionarios del antiguo régimen que no le perdonaron nunca el que los enterrara en la cueva del olvido.
En realidad, junto con los generalotes y los cargos más casposos del ejército y de la guardia civil, fueron los que le sacudieron más estopa para conseguir frenar el proceso democrático. A lo largo de este proceso tampoco se libró de los palos del sector más reaccionario de la Iglesia por aquello del divorcio y por lo del estado laico.


Se le ha concedido, junto con el rey, el protagonismo de la transición democrática y eso no me ha gustado nunca. Tuvo el mérito de haber sabido gestionar una situación terriblemente complicada, pero la transición es también de todos los que nos echamos a la calle reivindicando libertad y justicia, o estuvimos luchando contra la indefensión en que habían quedado los trabajadores, o exigiendo la legalización de los partidos políticos... El protagonismo fue de todos, aunque, eso sí, a Suárez le tocó ser una de las cabezas visibles de aquella movida y hay que reconocerle que, sobre todo con la Constitución, cumplió lo prometido.

También me ha parecido injusto el trato que le ha dado la historia. Primero, como a Julio César, se lo cargan sus propios allegados, que ambicionaban quedarse con la mejor parte del pastel, por lo que se retira antes de que haya más problemas. En realidad preparó una salida por la puerta de atrás para continuar en el poder apoyado por sus más fieles, pero las divisiones en política se paga caras y se dio el gran tortazo de su vida. A partir de ahí desapareció de la escena y padeció en propia carne aquello que del árbol caído todos hacen leña. 

Las revistas del corazón lo trajeron posteriormente a escena por las desgracias de su familia y protagonizó un último episodio lamentable apoyando la campaña electoral de su hijo. Después se sumió en su enfermedad degenerativa hasta que la muerte le ha servido, como a los grandes artistas o sabios de la historia, para que se le reconozcan sus méritos.
Fue capaz de reunir a todos en torno a la constitución y a los pactos de la Moncloa y en estos días ha vuelto a reunir a los de derechas e izquierdas en torno a su féretro. Me temo que esa reunión va a ser cuestión de un instante porque las espadas seguirán en alto y no creo que haya muchos políticos que de hoy en adelante se propongan convertirse y reeditar sus virtudes o sus valores.

domingo, 23 de marzo de 2014

El engaño de la primavera

Cuando un día sale radiante y no hace mucho calor enseguida decimos que es un día primaveral. Si cambian las tornas y aparecen días de lluvia y viento lo más común es afirmar que el invierno ha vuelto. Sin embargo, si en la primavera todos los días fuesen como los primeros, en vez de primavera sería un secarral. Claro que también cabe el viceversa, si todos los días fuesen como los segundos, tampoco habría floración ni polinización. O sea, que los dos tipos de días son necesarios para que la primavera dé sus frutos. Y es que la primavera es, de por sí, el tiempo inestable por antonomasia, por eso nos desesperamos con la ropa "no sabe uno qué ponerse". Entonces no es justo llamar a los segundos mal tiempo y considerar a los primeros exclusivamente primaverales. De la misma manera, a costa de esa falsa concepción de la primavera se han dicho muchas ñoñeces y se han hecho demasiadas tonterías.

Cada vez me llama más la atención esa tendencia humana, o de nuestra cultura, de considerar bueno o aceptable lo que resulta agradable, no exige esfuerzo o no implica resistencia a las circunstancias adversas. La primavera es una alegoría que nos sirve en bandeja la naturaleza para hacernos ver que la vida siempre tiene dos lados y que lo bueno no consiste en pretender que solo nos pase el que nos gusta, sino saber disfrutar o aprovechar los dos. Es la síntesis de los dos la que hace que brote la vida. De la misma manera, en nuestra vida, ya desde el primer llanto del parto, el esfuerzo, la resistencia o el sufrimiento son imprescindibles para crecer, desarrollar y madurar, igual que el cariño, la salud o la alegría. 

A veces cuando hay alguien inmaduro o que se deshace ante cualquier contrariedad, se dice que es un primaveras o un yogourt. Son los productos de un déficit de educación familiar en la que se les ha acostumbrado desde muy pequeños a no exigirles ningún esfuerzo, a que no tengan ninguna contrariedad, a bailarles todas sus ocurrencias o a darles todos sus caprichos. Se han quedado con el lado bonito por lo que no han podido madurar. Así que cuando la vida comience a enseñarles la cara cruda de la realidad, no van a tener quién les arregle las cosas ni van a saber ni poder afrontarla. Serán un eterno problema para los suyos, para la sociedad y, sobre todo, para sí mismos.

En estos momentos en que estoy escribiendo hace un sol radiante, pero hace media hora ha caído unas chaparradas de cuidado y cuando he ido a la piscina he tenido que subirme bien la cremallera del chambergo aunque hacía sol. Me he asomado a la ventana y he visto el Ganekogorta nevado y un telón negro que cubre el cielo y que avanza hacia aquí desde el mar. Un día auténtico de primavera. Bienvenida.