miércoles, 26 de junio de 2024

Despedida y cierre 2023.2024

     


Lunes 24 de junio. A las 8:40 un grupo de 24 senderistas cogíamos el tren a Bermeo en el Casco Viejo. Destino Gernika: para completar la ruta, marcada por un GR, a Mundaka. Hasta la noche de la víspera estuvo lloviendo y algunas estaban con el miedo de que nos íbamos a encontrar con la misma situación climatológica para nuestra última salida. Intentamos tranquilizar al personal con el informe de Aemet y, en efecto, la agencia acertó de pleno en su previsión. Gozamos de una mañana espléndida con sol de verano y brisa fresca del mar, todo un lujo. Nos bajamos en la parada Instituto y después de preguntar dimos una buena vuelta para comenzar la senda. Solo sabíamos que había que cruzar las vías, pero no teníamos ni idea de por dónde hacerlo porque todo el entorno de las vías estaba vallado.  


La primera parte del camino acompaña al canal de la ría por la margen izquierda. Está rodeada de vegetación y el suelo de la pista estaba en buenas condiciones. Estuvo bien eso de comenzar el trayecto por una zona de sombra. Una vez pasado el terreno perteneciente a Forua se acaba la pista en una pequeña esplanada con bancos, que ofrece unas primeras vistas magníficas en la confluencia de varios canales y abre el panorama hacia la desembocadura. Eran las once en punto por lo que se decretó parada y fonda, que el desayuno ya se había olvidado, aunque solamente se había completado una cuarta parte del recorrido. A continuación cambió totalmente el camino. Seguimos por un sendero medio embarrado y estrecho rodeado por cañaverales y canalitos. Nos dio la impresión que ésta sería una zona peligrosa de atravesar con mareas muy vivas, porque veíamos el agua cercana y eso que la marea estaba bajando.  A lo lejos se divisaba una chimenea de ladrillo, recuerdo de la antigua tejera, y hacia ella nos teníamos que dirigir. Hubo un pequeño tramo que tuvimos que compartir con el típico senderito lateral de las vías del tren. Por suerte no pasó ninguno. 

    


Poco antes de llegar a la chimenea nos encontramos con una esplanada amplia que hacía de balcón sobre la marisma con unas vistas que invitaban a quedarse. Allí tuvimos que cruzar las vías y a través de una cuesta corta, pero más que pendiente, entramos en territorio de Murueta. A partir de aquí, tras el paso por unos chalecitos, las indicaciones nos llevaron a la carretera, aprovechando un bidegorri que solo llega hasta S. Cristóbal, donde nos recibieron las omnipresentes obras de mejora de carreteras que nos obligaron a dar varias vueltas. Menos mal que contábamos con la inestimable colaboración de Fernando que ya había hecho el recorrido. Al poco de dejar atrás la población, nos encontramos con la torre que alberga el patronato de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai, además de hacer de centro de interpretación y de avistamiento de aves, entre otras funciones. Hicimos foto de grupo al pie de la torre de la campana y seguimos la marcha.


En esta última parte del recorrido nos fuimos encontrado con más dificultades, tanto en el seguimiento de las señales como, sobre todo, por las subidas y por algunas bajadas sombrías y con hojas que nos obligaron a andar con cuidado. Por fin desembocamos en la playa de Sukarrieta -o Pedernales, como se prefiera-, en la que se pudo disponer del baño público adjunto al puesto de socorrismo. El ambiente estaba impregnado del griterío propio de la chavalería y es que estábamos delante del gran centro de colonias de la Diputación. La senda seguía rodeándolo y nos permitió contemplar el magnífico estado de las instalaciones y los grupos de críos organizados para diversas actividades. Desde la entrada de la colonia volvimos de nuevo en un pequeño tramo a la carretera con el bidegorri correspondiente. Aquí nos recibió el cartel anunciador de que entrábamos en el municipio de Mundaka, pero no avisaba de que nos esperaba la última prueba antes de llegar a nuestra meta: la cuesta de Portuondo, que culmina en la entrada al camping del mismo nombre. Para entonces el sol daba de lleno y el tortuoso tramo anterior había mermado las fuerzas del personal y la cuesta arriba se hizo... muy cuesta arriba. 


Entramos en la plaza de Mundaka, llena de juegos, banderines y barracas festivas. Enseguida nos percatamos de que habíamos llegado solo la mitad. Tampoco se veía a nadie a lo largo del paseo que daba entrada a la plaza. Comenzaron las llamadas y resulta que habíamos vuelto a tener un pequeño susto de otro desfallecimiento. Suerte que en ese grupo estaba Txelo que recurrió a las artes curativas para estos inconvenientes, ya experimentadas la semana anterior. Nos reagrupamos, atravesamos el puerto por la nueva pasarela de madera que lo rodea hasta llegar a la bocana. Luego un corto sendero nos condujo a las campas adyacentes a la ermita de Sta. Catalina. En ellas encontramos  a María que había cogido un par de mesas para organizar la comida. Algunos voluntarios fueron a acompañar a Javi, nuestro taxista de excepción que había hecho el traslado de las viandas más pesadas para alivio del personal, así como para traer a la lesionada que no se quiso perder el fin de fiesta.


Enseguida fuimos capaces de organizar la comida en dos grupos y pudimos dejar los postres en una tercera mesa más cercana al edificio. Se compartió comida y bebida, exquisito todo y de lo más variado hasta la saciedad. Como era de esperar, sobró como para dar y vender, que se decía. A propósito de beber, aparecieron unos pequeños artilugios cuyos contenidos pueden producir efectos no deseados. Menos mal que solo uno, que no bebe, tenía que conducir. Finalmente se intentó hacer otra foto de grupo pero no hubo acuerdo y se sacaron algunas alrededor de la ermita y mirando al mar, con la colaboración de una mujer que paseaba con sus niños. A partir de aquí, sabiendo ya los horarios de trenes y buses, cada mochuelo a su olivo, después de haber disfrutado de una magnífica jornada de paisajes, de brisa marina, de buen ambiente y de un día veraniego con nota. Así que colorín colorado este curso se ha acabado. Buen verano para todos y todas y retomaremos las marchas el nueve de septiembre. Agur t´erdi.