martes, 14 de febrero de 2023

Lunes de senderismo 14

 


Lunes 13 de febrero ¡récor Guiness a la asistencia: 30! Nos habíamos olvidado de la última vez que nos juntamos tantos. Hoy nos toca recorrer la línea del tren minero procedente de las minas de Gallarta, que terminaba en los cargaderos de Lutxana. A primera hora tomamos el bus que llega hasta Muskiz, aunque algún que otro aprensivo, agobiado por el fantasma de los paros en las líneas de Bizkaibus, dudaba de que llegara. El lío estuvo al bajar, pero mejor ni nombrallo. Total que un par de kilómetros más por la broma, que no son ni de precalentamiento para unos senderistas avezados como nosotros y nosotras.


Abordamos la primera, y única, de las subidas de la jornada dejando a la derecha el impresionante agujero de la mina en cuyo fondo sale una carretera interior por debajo del pueblo que llega hasta el mar. A la izquierda el otro agujero, no tan grande, pero sí impresionante, de la cantera de Ortuella. Pasamos por un barrio minero que tiene una placa homenaje a un maestro, que como recuerdo y agradecimiento le dedicaron unos alumnos. Estamos en los principios del siglo XX en medio de la explotación de las minas. Es un hecho que nos hace ver la importancia de un maestro en situaciones duras como las que aquellas gentes mineras vivieron. También hay un curioso torreón en forma de castillo que alguien se dio el capricho de construir y que ahora parece que alberga algún restaurante o algún negocio similar.


Tras rodearlo desembocamos en la pista que ya nos llevaba hasta Retuerto. La mañana no podía ser más apropiada para disfrutar del paseo, ni que fuera por encargo. Fuimos  atravesando túneles hasta llegar al área recreativa donde comimos el hamaiketako. Al final nos hicimos la foto de grupo y seguimos adelante. Echamos en falta a los pavos reales, ni se les veía ni se les oía. O estaban encerrados por precaución a alguna peste de las suyas o se los habían llevado a otra parte. Por fin llegamos al punto negro del camino: el túnel guarro, como algunas lo habían definido. Esta vez ni asomarnos. Nada más pasar el primer túnel sale a la izquierda un discreto sendero que tomamos para llegar, entre unas casitas muy curiosas, a la típica placita de Ugarte, con su casa torre convertida en restaurante y con la iglesia que lucía un buen arreglo de fachada. 

Una vez en Kareaga, tuvimos que reagruparnos porque no se sabe porqué había un grupito de rezagadas. Allí comenzamos a despedirnos: un buen grupo optó por seguir caminando por el polígono industrial, otro más valiente superó la pendiente que daba acceso de nuevo a la pista, esta vez hecha unos zorros, como corresponde a los pringados de Barakaldo. En Retuerto despedimos a la de Cruces, al llegar al cruce del BEC unos tiraron por la derecha, las de Zuazo por la  izquierda y los últimos tomamos las escaleras que suben al parque del juzgado, que los ascensores van para rato. Así el paseo resultó ser como un río que al desembocar en un delta se convierte en muchos brazos que llevan por igual al mar. O sea, a comer: unos nueve al CIS -bueno y barato, según dicen- y los demás a casita.