miércoles, 7 de octubre de 2015

Días de monte 20

La chepa final del Upo
Sábado 3 de octubre. Por fin Juanjo y yo podemos coincidir para poner en marcha nuestras salidas montañeras de los sábados por la mañana. Esta vez nos dirigimos a Arrigorriaga y desde su base nos propusimos hacer el Upo y el Artanda de una atacada, o sea, dos por uno. Nos hizo una bonita mañana muy distinta de los días anteriores y del día siguiente, un buen paréntesis. Las distancias eran cortas pero el desnivel considerable, así que lo que se ahorra en tiempo se gasta en esfuerzo. Tras un primer tramo de pista a ratos con grava y a ratos cementada, llegamos al collado que separa ambas cimas. El espacio está copado por una granja de aspecto deplorable con vacas, un tanto raquíticas, deambulando y una cerca llena de cabras. Un coro de ladridos anunció nuestra llegada. Allí hay un cruce de pistas en el que habían quedado un buen número de vehículos. El personal se estaba organizando para dar una batida de setas. Nosotros enfilamos la subida a través del hayedo. La última rampa del Upo es vertical pero pudimos con ella.

En la cumbre nos recibieron con gran curiosidad unas señoras cabras que gozaban de libertad, no como las recluidas que nos encontramos antes. Tras las fotos de rigor para certificar nuestra presencia en la cumbre, degustamos el amplio panorama que tiene este monte, esta vez con el espectáculo de las nieblas agarradas a los valles, como se puede comprobar en el álbum que adjunto. Y
El valle del Nervión desde Artanda con Juanjo
sin más dilación emprendimos la bajada para acercarnos al Artanda, ya que solo eran la 9:30. Al llegar al cruce de caminos nos encontramos con un colectivo de motos de montaña y de skuarts -o como se diga- dedicados a hacer trompos y demás alardes de brutalidad quemando combustible a lo tonto. Luego nos siguieron hasta el Artanda, pero se quedaron en la loma redondeada que hay antes de su última rampa para lanzarse cuesta abajo a toda máquina. Algo se ve en una foto. En fin, además de contaminar sin más ni más, se juegan el físico para pasarlo bien. Nosotros a lo nuestro, comimos el bocata o mis frutos secos y de vuelta. A esas horas ya habían despejado algunas nieblas, pero aquí la vista  seguía siendo extraordinaria como desde el Upo.