jueves, 29 de junio de 2023

Fin de temporada

 


El lunes 26 de junio celebramos la última salida de la temporada 2022-2023 con un recorrido clásico partiendo por el paseo de Los Caños y terminando en la cervecera del parque de Mendikosolo en Arrigorriaga. Decía mi difunto abuelo Pepe que los gitanos no quieren los hijos con buenos principios, y el refrán nos viene que ni pintado. En la última reunión de coordinación se decidió programar la salida para el día 13 y María quedó encargada de acordar con la cervecera las condiciones de la comida. Todo estaba a punto, pero... el tiempo no nos dio su permiso y la tuvimos que aplazar. El fin de semana previo a la salida fue tórrido, pero al salir nos encontramos con el cielo encapotado y con el paraguas en la mochila porque estaba anunciada lluvia. Mirándolo con optimismo, no nos íbamos a turrar.

Quedamos en partir desde la plaza de Unamuno. Allí estuvimos haciendo un pequeña presentación para ponernos cara entre los veteranos y la gente del recién inaugurado grupo tercero. Parecía que solo íbamos a tener nubes, pero al acercarnos a la zona de Bolueta comenzó un chispeo en plan calabobos, como se suele decir. Nada más comenzar a subir el parque de Montefuerte comenzó a llover y, en un santiamén, la cosa se puso seria y estuvimos caminando en medio de una vegetación generosa, acompañados de una lluvia densa y constante hasta llegar a Basauri. Hubo suerte para hacer la parada y fonda con tranquilidad: primero la visita de rigor al centro de mayores -¡que sí abre el lunes!- y luego refrigerio en el pórtico y alrededores de la parroquia, con foto de grupo, más que comprimido, en la escalera de salida del mismo.

A partir de aquí bajamos las escaleras hasta la senda que acompaña al Nervión hasta Arrigorriaga. Fue un tramo tranquilo aunque en algún momento hubo que abrir el paraguas, pero por poco tiempo. Al entrar en población nos reagrupamos y tras las instrucciones para que se supiera dónde están las paradas de bus y la estación de Renfe, emprendimos la subida al parque de Mendikosolo. Algunas prefirieron comenzarla en ascensor sin ningún pudor. La última cuesta se le hizo demasiado larga a algunas pero ya se tenía a vista la meta -y la comida- y eso resultaba estimulante. En las instalaciones nos estaban esperando los que habían subido sin participar en la caminata por diversos impedimentos.


Nos encontramos con las mesas ya preparadas y poco a poco el personal se fue situando. Estuvimos muy bien atendidos en todo momento, incluso nos sirvieron, y quedamos sorprendidos por la cantidad y la calidad del menú. Al ir terminando la comida, los veteranos ya estábamos esperando que Joselu se viniera arriba para animar la sesión y, como es habitual, enseguida se rodeo de un coro incondicional que continuó cantando. Muchos echamos de menos con pena a otra animadora incansable y a sus buenos irrintzis. Fue de enmarcar al final la tranquilidad y la fluidez con que se llevó a cabo el cobro, aunque no faltaron algunos billetes de cincuenta. El precio fue el colofón final de la comida: buena, bonita y barata. Antes de salir, se fueron pidiendo cafés y postres, se dio el paseo típico por el pequeño lago del lugar y en marcha.

Lo de la vuelta acabó siendo otra epopeya. Tres se fueron en coche, seis fueron directos al tren y otros seis cometimos el error de ir a esperar algún bus. Resultó que habían suprimido algunas líneas y solo se podía esperar una que, según la app de Bizkaibus iba tardar cuarentaiocho minutos en llegar. En el whastapp apareció un mensaje con los horarios de Renfe, según el cual nos quedaban seis minutos para el próximo tren. Subimos corriendo a la estación y ¡oh sorpresa! tendríamos que esperar dieciocho porque el que estaba previsto no había hecho acto de presencia. Por ende, nos encontramos con un tren abarrotado y con un calor asfixiante, con lo que alguna compañera estuvo a punto de marearse. El gran pelotón decidió volver al metro de Basauri andando, con toda su gallardía, pero, por no subir ciertas escaleras, se les alargó un pelín el recorrido, que según algunas anduvieron entre la ida y la vuelta veintitantos kilómetros. Vamos como para haber hecho una etapa del camino de Santiago.


En fin, según se respiró en todo momento y según se puede comprobar en los mensajes de grupo, la convivencia entre los veteranos y la gente nueva estuvo bien y el personal había disfrutado de lo mejor que nos transmite esta actividad de senderismo en grupo: camaradería, buen humor, tertulia, compañerismo, ayuda y un deporte sano y barato. Y que sean muchas jornadas más así. De nuevo estaremos en marcha el 11,12 y 18 de septiembre. Hasta entonces, buen verano.