jueves, 6 de enero de 2022

Mi regalo de Reyes


No me iba a imaginar yo que a estas alturas de mi vida me iba a encontrar una mañana de Reyes con tantas sorpresas. Resulta que María y yo habíamos convenido en tener algún detallito para esta fecha, ya que hacía mucho tiempo que no nos mimábamos en este tema de los regalos. En Navidad nos habíamos hecho un regalo común cambiando la estufa de leña del txoko de Quintanilla por una de pelles y ahora tocaba lo personal. La mañana ha comenzado bien, con un roscón que ha resultado ser de los más jugosos que recuerdo haber comido, porque hace años dejamos de consumir roscones y éste año hemos caído en la tentación. 

Luego hemos hecho el típico intercambio de detalles que ha resultado a ser precioso. Para María había puesto yo una caja de tamaño notable y ella me estaba mostrando un sobrecito pequeño y fino. O sea, el volumen era inversamente proporcional al tamaño de ambos. En el sobre venían los carnés de amigos del Guggenheim, todo un regalazo. Yo esperaba un libro, que es lo que nunca falla para acertar conmigo, pero resulta que ella había cogido mi móvil y me había descargado uno, mientras el que estaba en papel venía de camino, porque ya se sabe que el tráfico de regalos está muy cargado en estas fechas, y resulta que eran del autor que yo quería buscar. 

Cuando ha llegado el turno de María hemos abierto la caja y me he llevado un susto porque ha aparecido un bulto rígido con un aspecto duro e informe. Resulta que era una bolsa de esas que se le saca el aire con la aspiradora y se comprime la tela para reducir el bulto. A decir verdad, no tenía ni idea de la existencia de ese artilugio. De él ha salido la bata manta para  el sofá que tanto añoraba ella. Nos ha costado hacernos a la idea de cómo se ponía, pero tras la prueba en el sofá ha quedado encantada. Luego hemos comprobado que cabemos los dos en ella para mayor regocijo.

Sin embargo, lo mejor de los regalos no han sido los regalos mismos. Ha sido el paje de sus majestades que ha estado colaborando con ambos para que todo estuviese a tiempo: Irene. Me preguntó qué quería regalar yo. Cuando le dije que una bata manta me indicó que mirara en Primark, pero no la encontré. También pregunté en un par de chinos y me dijeron que no, entonces se puso en marcha y consiguió, tras mucho trastear en internet, que la víspera llegase el envío. Lo que no sabía yo era que Irene también había hecho de paje de María: se había conchabado para lo del museo y me había sonsacado qué autor era el que yo estaba buscando, a la vez que conseguía descargar uno de sus libros. Ha sido una mañana de sorpresas y hemos acabado los tres contentos riéndonos por semejante movida.


Este es el belén que ha presidido nuestras navidades. Es una creación de María. Lo ha montado con cajas de fruta cogidas en los montones que dejan junto a los contenedores. Para mí ha tenido una carga emotiva importante. Me ha hecho ver que, en realidad, resulta que Jesús en Belén podría ser el patrono de los sin techo, porque tuvieron que apañarse con lo que encontraron. También ha querido ser un ejemplo más de que todo lo que se tira puede servir para algo. Un buen cierre para estas navidades en estado de preocupación.