martes, 20 de octubre de 2015

La envidia, un pecado característico de los españoles

Ahora andamos a vueltas con los conciertos de los estatutos de los vascos, tanto los de la comunidad autónoma como los de la foral. Se han puesto de acuerdo en andar diciendo que tenemos mucho morro y muchos privilegios a costa de que el resto de España anda a verlas venir y que nuestra insolidaridad agrava los problemas de todos. Algunos tienen ya en sus programas eliminarlos, cuando aún no se ha cumplido del todo el estatuto de Gernika, y es fácil que, más allá de sus convicciones, su intención sea,sobre todo, buscar votos fuera de aquí. Otros dejan caer frases como quien no quiere la cosa y no se sabe a qué carta están jugando. Vaya perra que han cogido y algunos medios se han encargado de amplificarlo. Qué más quieren los periodistas para tener más salsa que revolver.

Al personal le falla la memoria o la tiene sumamente selectiva, como los famosos sordos que oyen lo que quieren. El sistema de las autonomías fue un café para todos para salir del paso al poner en marcha la constitución. En la medida que se ha ido desarrollando ha resultado ser un engendro de problemas continuos en cuanto competencias y, sobre todo, en cuanto a financiación. Por otra parte, también ha favorecido un descontrol considerable en los gobiernos correspondientes y en las cajas que éstos controlaban, tal como se está padeciendo ahora que han llegado las vacas flacas. Corrupción y desfalcos en Valencia, presidentes imputados y pelotazos en Andalucía, desastre administrativo y corrupción en Cataluña, pitorreo político en Asturias, el vertedero de corruptos en Madrid, aeropuertos sin aviones, sumarios interminables... y suma y sigue. Pero resulta que lo que hay que hacer para arreglar el problema es eliminar el cupo de los vascos y, de paso, soltar una seria de lindezas sin fuste ni fundamento haciendo creer al personal de a pie lo que no es. Increíble. 

Y es que parece que estamos como en un patio de colegio o de instituto en el que se desacredita o se le hace la vida imposible al empollón o al que saca buenas notas, y se erigen en modelos los vagos profesionales o los líderes negativos con su cohorte de incondicionales. No hay más que mirar las estadísticas oficiales para comprobar que, hasta el momento, han sido las comunidades vascas unas de las que mejor han funcionado, pero es más fácil quitar de delante al que puede hacer sombra o ser reflejo de las miserias propias, que tomar ejemplo de lo positivo y proponer soluciones de fondo que se adecuen a las necesidades reales de los nuevos momentos.
Claro que entonces nos metemos en un terreno pantanoso al que muchos le tienen miedo: modificar la constitución o hacer otra nueva... Pero los españoles somos así, parece que llevamos la envidia en el adn: le colgamos el sambenito al que mejor va y no se descansa hasta desacreditarle o acabar con él. Con eso nos quedamos tan panchos y nos olvidamos del problema real. Así nos luce el pelo.