Lunes 9 de setiembre. Inicio de curso senderista: Plentzia-Armintza por el faro de Gorliz. A las 9 horas nos pusimos en marcha tras regalarnos una calurosa bienvenida, con rueda de besos incluida, después de la ausencia inevitable del verano. Se fueron añadiendo dos personas más en los andenes del metro, así que fuimos dieciocho los que iniciamos el curso, sin ningún incidente y bajo la amenaza de que podría llover . Se sabía que iba a suceder, pero no se estaba de acuerdo en la hora porque no coincidían los pronósticos, según los móviles de cada cual. Todo fue coser y cantar hasta llegar al faro, donde pudimos hacer el hamaiketako con toda tranquilidad, En el momento en que recogimos las cosas, sin previo aviso, nos vimos envueltos en una nube negra y azotados por el viento. Visto el panorama y, teniendo en cuenta el recorrido con piso de barro que nos esperaba a la bajada, optamos por volver por donde habíamos venido. Eso sí, la ruta completa habrá que hacerla en algún lunes de sanqueremos y a ser posible en tiempo de sequía, pero no quedará sin hacer.
A mitad de bajada ya no necesitábamos el paraguas y en el resto del trayecto de vuelta solo cayó algún chípiri chípiri. Vaya chasco, si lo llego a saber... Al llegar al hospital hubo un momento de desconcierto, pero al final hubo un consenso mayoritario para ampliar el paseo por el muelle de Astondo, donde, como da testimonio la foto, tomamos el aire de lo lindo. Esa zona, igual que todo el paseo nuevo está muy mejorada. Allí vimos cómo ya estaban recogiendo todos los hinchables que sirven de divertimento en la playa, un aviso más de que el verano se acaba. Para completar el regreso recorrimos el paseo del muelle que va junto a la ría. Hay que ver, cómo ha cambiado el panorama. No hace mucho se veían botes más o menos grandes y ahora, tanto en los pantalanes como en la ría, está petado de yatecitos o embarcaciones de recreo de cierta envergadura.
La cabeza del pelotón llegamos justo unos minutos antes de que saliera el tren que ya estaba preparado en el andén, pero el grueso llevaba un retraso considerable, así que los libres aprovecharon, pero los que teníamos pareja o querían quedarse a comer nos resignamos a la espera de veinte minutos. Pero no fueron tediosos, dado que recibimos una acreditada master class sobre cómo ligar en Mercadona impartida por profesoras de la más alta competencia -y es que ¡cómo somos!-.
Me quedó una sensación extraña después del paseo. Por una parte, no me reconocía a mí mismo cuando propuse dar media vuelta -igual es que me estoy haciendo mayor-, pero por otra, quedé muy contento por el ambiente alegre, vacilón y de camaradería del que disfrutamos todos. O sea, que vamos mejorando. Al llegar a Erandio la sección comida nos abandonó. Habrá que solicitar a su restaurante preferido que comience a hacerles precio por clientes asiduos. Así que, al final, llegamos a Barakaldo solo cuatro monos, como se suele decir.