martes, 13 de marzo de 2018

¿Qué será de aquello del fútbol?

Lo último que nos quedaba por ver ha sucedido en Grecia, cuya liga de futbol ha quedado suspendida. Un matón mafioso, dueño del equipo local, rodeado de gorilas y revolver en cinto irrumpe en el campo y amenaza al árbitro. Por aquello de tener muchos millones se ha creído con facultad, no solo de poseer un equipo, sino de exigir que las leyes del deporte se ciñan a sus intereses. Resulta que el futbol no tiene bastante con soportar a los energúmenos de las peñas llamadas radicales y ahora aparece a la vista de todo el mundo que alguno de ellos son dueños de un club, que se sepa. Creíamos que ya habíamos visto de todo, pero no me quiero imaginar lo que nos queda por ver, visto que esto no hay quién tenga intención de pararlo.

Ya viene de largo eso de que magnates mafiosos llegados del este o del más oriente, o forrados de petrodólares, o con un montón de empresas en su cuenta, se dediquen a comprar clubes de futbol. Parece que no saben qué hacer con el dinero o que necesitan sentirse poderosos y famosos. Vamos como los grandes de siempre que necesitaban construir catedrales, palacios, pirámides, mausoleos que hablaran de su grandeza. Se ve que para algunos es más atractivo sentirse dios ante una afición, unos técnicos y unos jugadores con los que jugar a su capricho como figuras de ajedrez, sin entender ni jota de técnicas o de organización. La historia nos va enseñando cómo pueden acabar esos clubes y no digamos las aficiones: que se lo digan al Racing, al Málaga, al Valencia... 

Entre estos están los que pueden picar más alto y para ellos un equipo es un conjunto de cheques desorbitados para ver quién se lleva a los mejores. El concepto de equipo, fundamental en el futbol, les importa un bledo y sus clubes se convierten en un conjunto de supuestas estrellas bien pagadas, que metan muchos goles y que tienen que conseguir todos los títulos habidos y por haber, caiga quien caiga.
En esta panorama los demás equipos y aficiones nos tendremos que conformar con las migajas de los éxitos o con quedar bien en la liga de turno, porque son ellos los que están destinado a pasar por encima del resto como pisonadoras y a copar los puestos de gloria y la mayor cantidad de horas o de páginas de los medios de comunicación. 

Aquello del fútbol que yo aprendí estaba basado en el sentido de grupo cohesionado, donde cada cual sabía y respondía de sus funciones, además de ser solidario en el apoyo a los compañeros. Eso era la base de un equipo, que, a la vez, se sentía arropado por una afición que le daba sentido de ser, no solo económicamente. Nada que ver con el sesgo que está tomando el mundo del fútbol llamado de élite, que lo será por el presupuesto no por los valores que transmita. A mí me queda el consuelo de haber nacido aquí y ser de un equipo que, al menos por ahora, está vacunado contra esa degeneración del deporte. El Atheltic a pesar de sus miserias, de los sufrimientos, de las épocas grises, se mantiene como un equipo total: el de los once del campo y todo un pueblo en las gradas o fuera que lo forman. Así se mantiene lo que se llama "gure estiloa": caballerosidad, dignidad, pundhonor y fidelidad a prueba de fracasos. Y es que aquí no somos como en el resto "del Madrid, del Atlético, del Barça..." no somos del Athletic, somos Athletic.