lunes, 30 de noviembre de 2020

Ya tengo sonotone

 Pues eso, sonotone o como se llamen ahora y eso que mis amistades me decían que tenía oído de tísico. Ha llegado el momento de admitir que mi oído izquierdo no da para más. Tengo que reconocer que el mérito de esta decisión le tienen María e Irene, que me han dado la brasa implacablemente. Uno va tirando, porque no es que esté como una tapia, creyendo que solo se trata del desgaste normal, consecuencia de la edad. Hasta que llega un momento en que todos te miran porque no te estás enterando de lo que se está hablando o contestas algo que no viene a cuento, porque has oído al que te habla como cuando la comunicación es inestable en el móvil. Entre otras consecuencias, este déficit estaba provocando broncas continuas en casa porque me tenían que repetir mil veces las cosas. También me decían que no hablara tan fuerte, cuando yo creía que lo estaba haciendo normal. Hasta que tomé la decisión de tomar cartas en el asunto. Primero acudí a Osakidetza y me dieron cita con un plazo razonable para como andan hoy en día las cosas en la sanidad. Inmediatamente, con el resultado en la mano, María me llevó a un centro de audición que conocía de cerca. Había acompañado hacía poco tiempo a una amiga y ambas habían quedado satisfechas del trato y de los resultados de la consulta. 


El técnico me hizo las pruebas que, aunque fueron distintas de las del ambulatorio, dieron resultados idénticos. A saber: el oído derecho solamente tenía algo de pérdida en los agudos lo que parecía normal a mi edad, pero el izquierdo perdía desde los graves incluyendo los decibelios en los que se recibe la conversación. En ambos sitios me preguntaron si había trabajado en lugares muy ruidosos, que no han sido. Hasta que recordé que tuve de joven un accidente de bici con traumatismo craneal, que me llevó ocho meses de baja, más un par de años hasta que perdí de vista los dolores de cabeza, los mareos y la inseguridad al andar. Ya había notado desde el principio que había perdido bastante olfato y algo de oído, pero por lo visto ese algo ha aumentado de lo lindo. Salí de aquella consulta con un trasto pegado en mi oreja izquierda con una especie de antenita en forma de hilo. Al principio me daba la sensación de que oía todo con reverberación, como cuando los altavoces de un local grande distorsionan un poco. Poco a poco me fui llevando la sorpresa de que no necesitaba que me repitieran nada, de que sentía sonidos que antes no percibía. Así que volvimos al centro de audición y ya lo tengo adjudicado. Luego vendrán los problemas de cómo se maneja, de qué cuidados hay que tener... y todas esas cosas necesarias, hasta dejarlas grabadas en el disco duro de las rutinas diarias.


Esto me dice que, aunque me mantenga en una buena forma física y mental -crucemos los dedos-, los años y las facturas, que hemos ido dejando pendientes a lo largo de la vida, van haciendo lo suyo. A esto tengo que añadir que hace poco pasé la revisión de la vista y creo que en breve tendré que cambiar de gafas. Ahora la uso para cerca y algo más, pero veo que voy a necesitar otras estables y con algo más de graduación. Lo dicho, no voy a ser de los que se sienten avergonzados o acomplejados porque tienen que ir con esos chismes. Mientras haya remedios para arreglar nuestros  déficit y podamos contar con ellos, que para eso hemos ahorrado, encantado con esta nueva fase de mi vida.