martes, 24 de septiembre de 2013

En la Sierra Brava Badaia

Con la disculpa de un encuentro acordado en Kuartango con viejos conocidos y mejores compañeros de antiguas andanzas, conseguí liar a tres de ellos para dar una paseo por la sierra Badaia antes de la hora de la comida. Hacía muchos años que no había pisado esa zona, pero una de las rutas que publica El Correo marcaba un paseo por la vasta altiplanicie de esta sierra, y me picó el venenillo. La ascensión no es costosa porque los tramos más empinados son cortos y luego las subidas a las cotas más altas son tendidas y se hacen con facilidad. Quiso la suerte depararnos un día espléndido de despedida del verano, lo que nos permitió contemplar unos panoramas extraordinarios. Nunca me había imaginado que fuera una atalaya tan impresionante. Además de los montes cercanos de Araba y Bizkaia, pudimos divisar desde el pico que está encima de Castro Urdiales, hasta los montes de la Demanda o el S. Donato y el macizo de Aizgorri. Nuestro amigo Luisma, oriundo de este valle de Kuartango, nos fue ilustrando de los diversos lugares de interés que éste esconde y de los diversos "susedidos" históricos, desde la paliza que les dieron los lugareños a los romanos que habían instalado un castro, hasta las estratagemas de los ingleses que se escondieron allí para ganar la batalla de Vitoria a las tropas napoleónicas, que les esperaban en el puerto de Altube. Luego pasamos a la otra vertiente de la sierra y pudimos contemplar la llanada alavesa con una vista en la que se veía Vitoria como en un croquis.

Resultó ser una mañana deliciosa, por el paisaje, por el ambiente y por la inmejorable compañía de la que pude disfrutar. De todos modos la conversación central del día fue la del problema del fracking, ese controvertido sistema de arrancar el gas incrustado en las rocas del subsuelo que acaba arrasando también el suelo donde se instala. Este valle y la sierra que pisábamos parecen ser un objetivo directo de los que planifican este sistema, lo que supondría arrasar el valle y las zonas circundantes, incluido el nacimiento y el salto del Nervión. Tanto a la entrada del valle como cuando bajamos al restaurante donde habíamos quedado con los otros compañeros, pude ver que el valle estaba plagado de carteles en contra del fracking y que la mayor parte de la gente portaba camisetas amarillas alusivas a que Kuartango no lo quiere. Más tarde llegó un numeroso grupo de vecinos ataviados con las susodichas camisetas procedentes de uno de los actos de  protesta que estaban programados en otro rincón del valle. Me impresionó la conciencia y el empuje que destilaban.

En mi anterior post me preguntaba hasta dónde iban a llegar los que nos gobiernan. Por lo visto, también están dispuestos a arrasar este valle y toda la cornisa norte de España que, al parecer, es de los lugares más aptos para acometer su destrozo. También me pude enterar que hay más movimientos ciudadanos por esta causa en otras partes de España y que están uniendo sus fuerzas a pesar de que todo el mundo sabe que nuestros mandatarios son capaces de pasar por encima de todo. Lo mismo les da los apuros y las angustias de tantas familias que se quedan sin becas o sin comer, como la cabaña ganadera que pueden desmantelar o la belleza de nuestros montes y valles. Total eso son para ellos paparruchadas de ecologistas estrafalarios y de idealistas que no conducen a ningún beneficio. Esta lucha contra el fracking tiene que ir ganando mucha más fuerza y apoyos ciudadanos porque va a necesitar de todo para frenar esos planes tan dañinos. Al parecer lo único que los están paralizando, por ahora, es la falta de financiación. Ironías de la suerte, algo bueno tenemos que aprovechar de la crisis.