Seguimos ruta por la acera de la carretera que atraviesa este núcleo urbano, rodeada de notables edificaciones y casas palaciegas de indianos. De nuevo cruzamos la carretera, esta vez con semáforo, y bajamos a hacia el río por otra senda bien cementada que da paso a un palacio y luego a una serie de caseríos pintorescos. Llegamos ante la torre de Ibargoen, que apenas se ve por la vegetación que la rodea, pero nos quedamos en otro puente medieval donde reiteramos la foto de grupo. A partir de ahí llegamos de nuevo a la carretera, pero para cruzarla habían puesto paso de peatones, cosa que yo no recordaba y que me tranquilizó. Ahí comienza un bidegorri de un kilómetro más o menos que nos conduce hasta el barrio de Irazagorria. Se pasa por delante de la casa gentilicia de los Allende Salazar que tampoco se pudo ver por los árboles que han crecido a su alrededor.
jueves, 25 de mayo de 2023
Lunes de senderismo 18
domingo, 21 de mayo de 2023
Privacidad... ¿Qué privacidad?
En todas las empresas de telefonía, de banca, de suministros de energía... nos regalan con amplias páginas sobre su política de protección de datos. Los médicos, los policías, los abogados, los servicios sociales o educativos no dan ningún informe por la protección de datos o el derecho a la privacidad. Estoy llegando a la conclusión de que este despliegue de normas no pasa de ser una ceremonia de cinismo a la que estamos sometidos y que tenemos que creerla como unos pardillos, porque es lo que está en alguna de tantas leyes que se nos citan y que conocen solo cuatro enteradillos.
Ayer tuvimos un episodio de un nivel un peldaño más alto. Supongo que habrá una porrada de casos similares, pero esta vez nos tocó a nosotros con el cabreo mayúsculo que se puede suponer. Nos llama una comercializadora de luz y gas en nombre de la compañía que nos suministra. En efecto nos da todas nuestras señas, los datos de nuestra factura, el CUP... Todo en orden.
Lógicamente, lo desestimamos en el acto y nos pusimos en contacto con la compañía actual para comprobar que todo seguía en orden. Le preguntamos a la interlocutora sobre lo sucedido y se quedó cortada. Solo pudo decir que es que ahora esos comerciales son capaces de hacerse con todo. O sea que todas las políticas de privacidad deben tener más agujeros que un queso gruyer, o algo parecido, para que puedan hacerse con nuestras facturas y con todos nuestros datos, si no no me lo explico. En conclusión, no podemos reclamar nada a nuestra compañía y lo único que nos queda es volver a decidir que de ofertas por teléfono no aceptamos ni la llamada y comernos el cabreo.