jueves, 17 de junio de 2021

Barakaldo Lagunkoia

 


Barakaldo Lagunkoia es un programa dentro de la iniciativa que la OMS puso en marcha años ha, para favorecer que las ciudades sean amigables. Lo de amigable hace referencia a que dichas ciudades facilitan el desarrollo de la vida, de las comunicaciones y del acceso a los servicios a aquellos sectores de población que sufren algún tipo de impedimento o tienen serias dificultados a causa de su edad avanzada. Yo me metí, junto con María, en el equipo motor de este programa. Ambos lo tuvimos claro desde el principio, compartíamos una inquietud de cara a mejorar nuestro pueblo y nos metimos de lleno. Vimos también en este programa, mira tú por dónde, una manera de reeditar, en esta etapa de nuestra vida, nuestra militancia en el amplio asociacionismo que se dio en Barakaldo cuando éramos más jóvenes. 

Este equipo está formado por veinte personas jubiladas que actuamos de forma voluntaria, apoyadas por tres técnicos puestos por el ayuntamiento para facilitar las cuestiones técnicas y para poder mantener una relación fluida con los diversos departamentos y esferas municipales. Me he sorprendido gratamente por esta nueva experiencia. Los componentes somos un grupo de lo más variopinto. A decir verdad, como suele suceder en los últimos tiempos, la mayoría son mujeres - dieciséis "e ben bragadas, a fe mía" que dirían los antiguos- y los varones somos una representación "asaz escasa" de nuestro género. No sabemos de las preferencias políticas, religiosas o sociales de cada cual, ni nos interesa, aunque algunos o algunas sean conocidos por sus anteriores presencias públicas. Los hay charlatanes y charlatanas, callados, inquietos, reservados, cautos, lanzados... pero en general, por encima de esas diferencias, está el entusiasmo que se ha generado y la disposición de todos para ofrecerse a desarrollar las diversas actividades del programa.

En este momento estamos expectantes por los resultados de las encuestas que hemos preparado para tomar el pulso a la satisfacción que nuestros conciudadanos mantienen con su ciudad. También estamos teniendo entrevistas con asociaciones, centros regionales, centros de mayores, entidades sociales... En las entrevistas que a mí me han correspondido, he salido con una impresión negativa. He podido constatar la masacre que la pandemia ha supuesto para el escaso y debilitado tejido asociativo de Barakaldo. También nos ha tocado dotarnos de un buen chubasquero ante la lluvia de escepticismo que nos hemos visto obligados a encajar por parte de una considerable cantidad de conocidos, así como las típicas respuestas antes nuestras propuestas, de que yo no le hago un trabajo al ayuntamiento y similares. Nosotros tampoco  vamos a hacer el trabajo al ayuntamiento: le vamos a dar trabajos. Nuestra función va a ser señalar las deficiencias, las mejoras o toda clase de iniciativas positivas, pero manteniendo un seguimiento implacable del tratamiento de las mismas para que no queden en el cajón del olvido.

Me ha venido a la memoria aquellas misas en mi infancia cuando el famoso cura D. Ramiro bramaba desde el púlpito de S. Vicente "¡¡Ay de mi Barakaldo...!!", porque estaba a punto de corromperse la moral del pueblo: las mujeres comenzaban a llevar faldas que dejaban entrever las rodillas. Hago mío ese grito, aunque el motivo es muy distinto. "Ay de mi Barakaldo": se está dejando morir la vida ciudadana, las asociaciones son pocas, y algunas moribundas, la información pública no fluye, tampoco se ve mucho entusiasmo en buscarla, una gran parte de la población solo sabe quejarse, cada vez preocupa menos los bienes comunes, los mayores aislados... cada palo que aguante su vela. Ocasiones, como la que ofrece este programa, son las que hay que aprovechar para revivir la participación, la solidaridad y el tejido asociativo en todos sus aspectos. Puede que en este primer momento solo se pida contestar una encuesta, pero, por encima de todo, tenemos por delante la nada fácil tarea de contagiar nuestro entusiasmo, para que esa participación sea activa, sobre todo en sectores de población y en barrios donde ya está muerta o a punto de extinguirse, que, casualmente, suelen coincidir con los que han quedado más perjudicados en desarrollo ciudadano. Queremos que Barakaldo llegue a ser, más allá de nuestra ciudad, la casa de todos los que vivimos en él.