lunes, 26 de octubre de 2020

ACOMPAÑANDO AL CADAGUA


 El pasado jueves día 15 Orencio y yo decidimos dar un paseo a pesar del ambiente metereológico adverso, por aquello de no perder comba. Después de una semana en la que la lluvia no había dado tregua, pensamos en un trayecto que no estuviese embarrado. Yo tenía ganas de conocer el trayecto del camino del Cadagua comprendido entre Sodupe y Arbuyo. A él le pareció bien y allí nos dirigimos. Previamente había consultado en Aemet la predicción para esa zona de las Encartaciones, y daba un respiro a la lluvia hacia media mañana. Hicimos el viaje en medio de un tremendo aguacero y nos vimos obligados a permanecer dentro del coche a cuenta de la que estaba cayendo. 


Nos decidimos a ponernos en marcha en cuanto bajó un poco la intensidad de la lluvia, que siguió pertinaz durante la primera media hora. A partir de ahí ya no tuvimos que utilizar los paraguas. Esta vez la predicción fue correcta. A pensar de la densa niebla pudimos apreciar el espectáculo de la cantidad de agua que bajaba, rodeada de una densa vegetación. En ese tramo el río abre un pasillo alargado, con un paisaje que no se aprecia ni desde la carretera antigua ni, mucho menos, desde la autovía que transita a una altura considerable.



Llega un momento en que desaparece el ruido tumultuoso del agua. Durante un largo espacio del camino el río se mantiene embalsado y en absoluto silencio. Los pocos vehículos que transitan por la carretera antigua que transcurre por la orilla contraria, además de los trenes de FEVE, parece que pasan al lado de nosotros. En la medida en que avanzamos se va sintiendo un fragor sordo, hasta que llegamos a la presa que se siente incapaz de contener la avenida formando una buena cascada. En frente vemos otra que viene a ser el sobradero de una toma que parte de la presa. Estábamos intrigados y Orencio no se perdió la oportunidad de sacar su cámara de fotos. 


La respuesta vino según avanzamos en el recorrido. Una vieja chimenea destartalada emergía de entre la vegetación, sin que hubiera el menor rastro de edificio alguno. Entonces recordé que allí había una fábrica que cerró hace muchos años, una más del entorno encartado tan castigado por le paro. No recordaba a qué se dedicaba, pero estaba claro que necesitaba agua, de ahí la presa y la toma que se la suministraba. Los restos del edificio estaban totalmente engullidos por las zarzas y la vegetación de la orilla. Toda una estampa fantasmagórica, como esquela funeraria.


Mas adelante nos adentramos en el barrio de La Quadra. Es uno de esos lugares que tiene su encanto particular y su historia, pero como se suele conocer solamente de pasar por la carretera no se aprecian. Han remodelado la torre que preside el entorno, que curiosamente se llama "Torre Salcedo", vamos que le viene ni pintado al famoso bigotes. También vimos un cartel que indicaba una subida al Paguero, que nos llamó la atención pero que ese será otro día y tomándolo en serio porque eran ochocientos y mucho de desnivel. Como se agotaba el tiempo, vuelta para atrás, cafecito al llegar a Sodupe y a casa. Recorrer el sendero del Cadagua es de lo más aconsejable.