sábado, 1 de enero de 2011

HA PASADO UN ANGEL

Ha muerto Rubén. Tras sus 8 años de vida postrado en una silla de ruedas nos ha dejado con el corazón encojido por su partida. Rubén nació con un algo en el cerebro que no le ha permitido desarrollarse como un niño normal. En un principio los médicos tardaron en detectarlo. Luego fue un ir y venir de sus padres por consultas y hospitales para ver si había tratamientos. Finalmente la única respuesta que recibieron fue que iba a durar poco tiempo vivo. Ahora resulta que estos 8 años han sido bastante más tiempo de lo previsto.




He podido ver cómo ha concitado a su alrededor el cariño de todos. Ha tenido a su familia entregada sin mirar esfuerzos y llenándole de calor familiar. La comida era una tortura, los abuelos se turnaban a cuidarle, tuvieron que ir comprando sillas adecuadas a sus necesidades y adaptadas a su tamaño, sobrellevar los continuos sobresaltos por sus convulsiones... Para mucha gente este tipo de criaturas son una desgracia, una tragedia o, incluso, un castigo divino. Creo, sin embargo, que son ángeles de Dios porque pueden sacar lo mejor de nosotros, además de crear a su alrededor una corriente de cariño que contagia sin pretenderlo.





Es curioso. La mayoría de los que le conocíamos comentábamos, o si no lo pensábamos, que hubiera sido mejor para él y para su familia que hubiese acabado cuanto antes. En cambio su muerte nos ha conmocionado a todos y nos ha removido por dentro. Al menos a mí me ha emocionado. Creo que su paso por la vida no ha sido inútil y que va a dejar huella en todos los que le conocimos. El mejor regalo que habrá dejado en esta Navidad es que su familia siga tan unida como lo ha estado junto a él. Esta Navidad la recordaré siempre porque el cariño y la ternura la ha traído la muerte de un niño. Y es que ha sido como si un angel nos hubiera estado visitando en Quintanilla.

En este banco se sentaban a tomar el fresco con él en las tardes de verano

y en esta iglesia han celebrado su funeral