jueves, 14 de enero de 2021

2021... y que?

 No es que quiera ser gafe, pero a mí el hecho de que alguien o algo sea malo, perjudicial o catastrófico no garantiza que él o lo que venga detrás a sustituirle se bueno o mejor o menos malo. Incluso puedo imaginar que puede resultar igual o mucho peor. Siempre recuerdo en situaciones como ésta aquella anécdota que salía en los estudios de griego clásico: una anciana rezaba a los dioses para que el tirano de Siracusa no se muriera. Le dijeron extrañados que cómo no podía alegrarse por la desaparición de aquel hombre tan malvado y respondió que porque suponía que el que vendría después sería con toda seguridad peor que él. Esto lo suelo aplicar también a los políticos cuyo único argumento para alcanzar el poder es recurrir a la descalificación del contrario, porque eso nunca nos puede dar garantía de que ellos van a ser mejores o tan ineptos como el denostado de turno.  

Cierto que el 2020 ha sido un año para no olvidar, aunque mucha gente y en muchas felicitaciones se diga todo lo contrario. No podemos olvidar los horrores que nos ha tocado vivir, porque los seguimos llevando con nosotros, aunque los queramos enterrar. Ni podemos olvidar los errores que hemos cometido, porque estoy seguro que, tal como vienen las cosas, vamos a tener que andar con cuidado para no repetirlos. Ni debemos olvidar lo que hemos aprendido para cuidarnos, las respuestas solidarias que se han dado en mucha gente anónima, la entrega de nuestros cuidadores sanitarios... porque van a  seguir haciéndonos la misma falta.

Por si esto fuero poco, de regalo de Reyes, el 21 ha obsequiado a la mayor parte de la península con una tempestad de nieve y de frío. Todo una carta de presentación que no hace más que agravar la herencia pandémica del 20. Nadie nos podrá asegurar que al final del año las cosas van a seguir como antes, porque estoy seguro de que nosotros mismos vamos a ser los primeros que no vamos a ser como éramos antes, querámoslo o no reconocer. Puede que la economía se pueda recuperar en varios años, como predicen los entendidos, puede que las instituciones sigan funcionando igual, pero las relaciones familiares, sociales, los planes personales en los que estábamos metidos, incluso la conciencia de uno mismo dudo mucho que se puedan recuperar. Más bien nos va a tocar reinventaros a nosotros mismos. Y por si no estuviéramos suficientemente hartos del ruido político, la Filomena les ha puesto en las manos un arma arrojadiza más. De todos modos espero que no nos roben las ganas de vivir, por aquello de que la esperanza es lo último que se pierde. Para que no decaiga el ánimo, adjunto la felicitación de año nuevo que hemos enviado a nuestras amigas y amigos. Se trata de una foto de María en la que se ve el piano de la entrada, que ha servido de base para exponer las felicitaciones en papel recibidas.