Lunes 6 de octubre nos disponemos a recorrer la vía minera desde El Arenao a Gallarta. Ha salido una mañana soleada pero solamente hemos sido 20 las y los que hemos formado el grupo de hoy. Hemos dado la bienvenida a un nuevo compañero, Patxi, que no se estrenó el pasado lunes con Antonio y Encarna porque estaba de golfo por Egipto con José Luis -con quién si no-. Nos ha ganado por aquello del estómago y se ha presentado con una generosa cantidad de estupendas galletas de canela en el hamaiketako. La primera sorpresa de la jornada la hemos encontrado en el bus de línea, cuando nos percatamos que venía casi lleno, cosa nada habitual. Entramos y nos topamos con el grupo tres apalancado. Total que la gente que lo usa habitualmente ha tenido que ir de pie en su mayoría. También se han bajado en El Arenao, pero su ruta se dirigía en dirección contraria a la nuestra porque iban a los hornos de calcificación de El Castaño.
La segunda sorpresa ha sido que nada más llegar, adiós a la mañana soleada: nos hemos visto envueltos en niebla que nos ha estado refrescando hasta casi la mitad del recorrido. Como suele suceder en estos trayectos largos el pelotón se ha ido estirando y hoy nos hemos encontrado con ciclista voluntarioso que, preocupado por las distancias, ha venido hasta la cabeza y nos ha instado a reagruparnos por que había alguna mujer descolgada e igual se equivocaba de camino, por si se le ocurría bajar a El Pobal que es una senda en mal estado. Se lo hemos agradecido, claro no era conocedor de nuestras costumbres y que las mujeres descolgadas no lo están por problemas físicos, lesiones o similares, sino por asuntos evacuatorios.
A poco de pasar dicha bajada hemos parado para el hamaiketako. Después, la foto oficial de grupo, esta vez contando con la fotógrafa oficial y con su consabidas instrucciones, un tanto refinadas en esta ocasión ya que usó el término trasero para ya se sabe qué. No tardamos en llegar a la desviación entre Muskiz y Gallarta que seguimos en dirección de ésta. Ha sido una pesadilla durante todo el recorrido el ir y venir de ciclistas, tanto en grupo como individuales, pero en este tramo final tenían que bajarse a la calzada de la carretera porque llenábamos el estrecho margen de bidegorri. Año y medio más tarde pudimos comprobar que los ocupas de la chabola que está antes de llegar a la carretera, siguen allí manteniendo el lamentable estado del pequeño edificio, eso sí con dos coches, algo es algo.
Creíamos que no íbamos a llegar a tiempo a coger el próximo bus, así que aceleramos el paso por lo que llegamos con tiempo de sobra a la primera parada. Las de Cruces y Retuerto cogieron la misma línea, pero dos se apearon en Trapaga para coger la de Bilbao que les deja a la puerta de casa. Ha resultado un paseo magnífico, sin incidentes y arropados por una naturaleza exuberante que aumenta de año en año, una luz preciosa entre la niebla y los troncos y ese ambiente fresco que invita a caminar y disimula el cansancio. Toda una gozada añadida al buen ambiente y magnífica relación que reinan en este equipo.


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