viernes, 13 de diciembre de 2013

A veces la historia es despiadada

Tuve que pasarme varias tardes cociéndome a zuritos con el buen señor. En aquel momento tenía trabajo estable en la construcción porque estaba bien considerado como trabajador. Lo de su familia era otra historia. Vivía de la obra a la tasca y había dejado a la mujer, buena como ella sola pero con bastantes límites, sola con los hijos en una casa sin orden ni concierto de la que fueron saliendo por peteneras cada uno con una historia de lo más preocupante. El mediano acabó en un hogar de acogida en el que duró un telediario y comenzó a meterse en unos líos de cuidado, entre otros dejando embarazada a la novia con 16 años. Como ya le conocíamos, le propusimos trabajar en un proyecto de empleo protegido para jóvenes con problemas. Yo vi que en el fondo era un tipo legal, solo que había estado desorientado y sin referencia y que, por encima de todo, se estaba tomando muy en serio formar una familia. Claro que lo que le estábamos ofreciendo no daba para muchas alegrías. Así que allí estaba yo dándole la murga al padre e intentando convencerle de que su hijo no era un calavera y un inútil y que lo enchufase en la obra para darle una oportunidad. Al mes nuestro chico estaba al pie del cañón y no le ha faltado trabajo, hasta el presente en que ha sufrido como otros tantos la caída de la construcción. Han tenido más hijos y han sacado la familia adelante con el trabajo de los dos.

Me saludó hace poco y, como hacía mucho que no nos veíamos, nos hicimos las preguntas de rigor, la mujer, el trabajo, los hijos... Y ahí saltó como un resorte hablándome de uno de sus hijos. Lo que pudo ser un hola y adiós se convirtió en un monólogo de media hora plantados en la calle. Le hervía la sangre y la rabia le salía por los ojos. Sabía de sobra que yo conocía  a su hijo de siempre. Cuando llegó a la adolescencia comenzó a patinar en los estudios. Por aquel entonces apareció como alumno nuevo en las listas de absentistas de un instituto. Lo detecté inmediatamente por los apellidos y me extrañó verle allí pues antes estaba en un concertado. De absentista pasó casi a desparecer del centro, una vez que los orientadores le propusieron hacer un CIP. De vez en cuando me ponía en contacto con el tutor del taller y los informes siempre fueron positivos en lo que se refería al trabajo. Pasó bien las prácticas y consiguió algún contrato de su especialidad, y ahí le perdí la pista pensando que ya estaba encauzado.


De eso nada, según me estaba contando su padre, perdió empleos por falta de formalidad y en alguna temporada estuvo trabajando con él en la construcción, repitiendo la historia. Pero parece que ha echado todo a perder porque se ha ido metiendo en el mundillo de los consumos y, para completar bien la jugada, se ha echado una pareja que está metida en el manejo de esos chanchullos. Total que nuestro hombre está descorazonado porque siente que su hijo se está perdiendo sin remisión y con el miedo en el cuerpo de que el ejemplo cunda en alguno de sus hermanos. Por más que lo ha intentado, no ha sido capaz de convencerle de que vuelva a la casa familiar y a cambiar su vida. Ciertamente no se trata de una empresa difícil, más bien está rayando en lo imposible. El chaval ya se ha habituado a vivir del trapicheo, al consumo, tiene otro sitio donde vivir y todo ello está reforzado, o más bien blindado, por la relación de pareja. Esta gente vive en un mundo paralelo que es como una galaxia autónoma que solamente se conecta con el mundo real para conseguir dinero.

Yo también me he quedado descorazonado después de este encuentro. Resulta cruel para un hombre que ha sabido y que ha tenido el valor de aprovechar las oportunidades para rehacer su vida y llegar a formar su propia familia, contemplar impotente cómo uno de sus hijos ha desperdiciado oportunidades mejores que las que él tuvo y se ha lanzado en una cuesta abajo casi imposible de frenar. He sentido muy de cerca su dolor y mi natural me impulsa a querer arreglarlo enseguida, pero a esta alturas de mi historia ya no puedo pecar de iluso. Sé de sobra que eso está casi en la esfera del milagro: que rompa con su ambiente por algún motivo, que sea capaz de volver al ámbito familiar, que encuentre algún trabajillo... Solo me queda estar más cercano y mantenerme al tanto por si salta alguna oportunidad de tirar de algún hilo. De peores hemos salido, pero aquí para mi amigo y para su hijo el tiempo también juega en su contra, aunque no quede mucho más que esperar.


lunes, 9 de diciembre de 2013

Los hay para todo

Ven, siéntate campeón. No te lo puedes creer, me han dejado con 800 € de pensión por 10 años trabajados. Bueno en realidad puede que sean más años pero igual no figuran como trabajados. Es que yo me iba cuando se me ponía en los cojones y no le hacía caso al encargado. Creo que he trabajado más años pero me dicen que han sido 10 y no me queda otra, tú me contarás qué puedo hacer con 800 €. Hubo una temporada que estuve de barrendero y me tiraba igual dos horas barriendo y el resto de tasca en tasca, que los den por... 

Me acababa de sentar en el metro, que a esas horas iba bastante vacío, y ése fue el recibimiento del compañero de asiento. Por más que le miraba no era capaz de reconocer a ese tipo, era la primera vez que le veía en mi vida. Por las miradas de soslayo que nos prodigaban algunas señoras de los asientos contiguos me imaginé que no era el primer interlocutor que recibía tan alarmante información. Era un varón de complexión fuerte, que podría ser más bien menos que más de mi edad y de mi estatura. El brillo de su atuendo no era precisamente a causa de la limpieza. Eso sí con la disculpa de que me lo decía a mí parecía , por su tono de voz, que se lo estaba contando a todo el vagón. Lo de hacerme preguntas era pura retórica porque no me dejó meter baza.

Tengo mucha fe en la Real Sociedad. He apostado 100 a que hoy mete dos goles. Creo que no me va a fallar, estoy seguro. No importa que le metan algún gol, que es posible, pero van a ser dos. Yo apuesto mucho, sabes? Siempre se gana algo. Bueno con el Gatasaray he perdido ya 100 pero estoy seguro de que que con estos otros internacionales voy a suplirlos, sin contar con los de la Real. Mira, mira.

A todo esto se puso de pie. Ingenuo de mí, creía que se iba a bajar porque habíamos llegado a una estación. Se levantó el faldón de su chambergo, echó mano a su bolsillo derecho y me plantó delante de mis narices un fajo de apuestas. A primera vista pude contar al menos 12. De inmediato sacó 4 o 5 del izquierdo.Estos ya los he perdido, así que ahora voy a poner también en este montón el del Galatasaray. Pero ya verás el pastón que voy a sacar. 

¿Cómo es que llevas billete de metro? - Casualidad, ese día había olvidado mi barik en casa- Cuesta por lo menos 1,60, no? Yo tengo la tarjeta de pensionista y me cuesta 0,31 el metro y 0,55 el bus. Voy y vengo de Barakaldo a Bilbao varias veces al día porque hago unas actividades, así que vengo a salir a 40 € mensuales más o menos, es una burrada al año, fíjate que hay veces que le tengo que decir a la tutora que me dé para el metro que no me llega, pero no me corto.

Acabáramos. Ya estaba yo calculando que con esa edad, con tan pocos años trabajados y con semejante tiro había algo más que un trago de más, y la cita a la tutora me lo dejó claro. Le dejé echando cálculos sobre las papeletas de apuestas y me bajé en mi estación tras despedirme de él, aunque absorto en lo suyo ni me contestó. Muchos harían unas buenas risas a costa de la pedrada de este sujeto. Las caras que veía alrededor eran de ponerle a caldo de perejil por lo insensato y lo pesado que se había puesto, y no faltarán los que comenten en las tertulias esta anécdota como ejemplo de cómo se despilfarra el dinero público dándoselo a gente como ésta que se lo gasta en apuestas y tascas y vaya usted a saber en qué más... 

Sin embargo creo que él no necesita nada de esto. A mí se me ocurrieron bastantes preguntas de otra índole como, por ejemplo, por qué tuvo que trabajar de barrendero, si tuvo oportunidades de tener una formación, si vivió en una familia o en un hospicio, si ha estado bien atendido en caso de sufrir alguna enfermedad mental, qué tal le va con la tutora y por qué la  tiene, si no se da cuenta del peligro de la adición a las apuestas... Ante todo y por encima de lo absurdo de su comportamiento es un ser humano que merece tanto o más respeto que los demás porque está en una clara situación de desventaja. Me fui como quien se libra de un pesado, pero lo sigo recordando con pena, claro que un viaje de cuatro estaciones de metro no era el sitio más adecuado para poder prestarle la atención que estaba reclamando a voces.