domingo, 23 de octubre de 2022

25 años de Guggenheim

 

Carta abierta al señor Vidarte


Muy señor mío:

Estamos en plena celebración del 25 aniversario de museo Guggenheim de Bilbao y, como director y representante oficial que es del mismo, deseo felicitarle por la labor que la fundación que dirige en Bilbao ha hecho en pro del desarrollo de la cultura y de la apertura al mundo de nuestro territorio. Siempre fui defensor de esta iniciativa desde un principio, en contra del provincianismo, del papanatismo de no pocos nacionalistas y de la miopía cultural de entidades, políticos y ciudadanos en general que se reían de semejante bilbainada. No faltaron quienes aprovecharon para hacer de él un objeto arrojadizo para lanzar consignas o reivindicaciones de todo tipo, incluso sindicales, contra las autoridades que apoyaron el proyecto. No pudo faltar ETA en la movida ya que intentó reventar la ceremonia de inauguración, y se cargaron al hertzaina que les pilló. Algunos artistas, a los que he respetado de siempre, me sorprendieron con declaraciones un tanto agresivas, de las que uno no sabía si lo pensaban de verdad o es que temían que les ocuparan su territorio. 


Actualmente pertenezco a la familia de amigos del museo y ya que, en una parte mínima, me considero partícipe del desarrollo del mismo, me gustaría hacerle unas consideraciones a raíz de las celebraciones de las bodas de plata del museo con Bilbao. Estoy de acuerdo con las iniciativas y las actividades previstas para la ciudadanía. Me han parecido de lo más apropiadas para favorecer su conocimiento entre los de casa, porque me queda la impresión de que aún lo aprecian más los de fuera. En lo referente a las ceremonias oficiales creo que ha habido una laguna, a mi modo de entender, importante ¿Dónde estaban en ellas tantos trabajadores que estuvieron colgados mientras soldaban, o los que fueron montando desde su imponente esqueleto hasta los que atendieron los últimos detalles? ¿Y los que sufrieron accidentes más o menos importantes? No me consta que hubiera ningún representante de ellos en la recepción, en caso contrario le agradecería me lo indicara.


Se ha dicho que el Guggenheim ha conseguido que  Bilbao resurgiese de sus cenizas como el ave Fenix. El mismo museo no deja de ser fruto de dichas cenizas. Aunque acabábamos de asistir a un desmantelamiento sistemático de la industria, que había siso el sostén y el paisaje de esta tierra, quedaban unos obreros cualificados, un instinto empresarial y un sentido de apostar a lo grande que fueron la base y la garantía de que un proyecto tan arriesgado saliese adelante perfectamente en tiempo y forma. Por mi parte cuento con la amistad de uno de tantos soldadores especializados que trabajaron en su obra y he escuchado en repetidas ocasiones sus recuerdos de aquella experiencia, por lo que también estaba familiarizado con el proceso de construcción del museo. Así pues, le sugiero que haya también alguna recepción que cuente con los de abajo, con los que no figuran en ningún cartel pero, como suele suceder en este mundo, son los imprescindibles para que algo se haga. A la espera de que se tenga en cuenta mi sugerencia le saluda atentamente 

Luisfer